A tiempo

Capitulo XIX

 

Ni siquiera había acabado de amanecer, la luz del sol apenas comenzaba a distinguirse cuando despertaron a Elizabeth de manera abrupta. 

— ¿¡Que!? — se despertó asustada por la forma en la que le hablaron — ¿Ahora que paso? 

Su respiración era pasada y su corazón latía desbocado, pero tan pronto como vio a su tía supo de qué podía tratarse. 

— ¿Por qué lo rechazaste? 

Elizabeth no pudo más que sentarse, suspirar y despeinarse la ceja como signo de frustración. 

— ¿No es demasiado temprano para esto? — dijo en son de queja. 

— Ni siquiera sé cómo pudiste dormir — le dijo Edith — ¿No te molesta la conciencia? 

— No mate a nadie, no tiene sentido que me remuerda la conciencia — dijo Elizabeth — rechace a un hombre que no me gusta, por el cuan no siento ningún tipo de atracción. 

— La atracción podía surgir después, ese no era pretexto. 

— Aquí vamos otra vez — dijo Elizabeth y suspiro — El señor Winchester no me interesaría ni en universo paralelo en el que yo fuera idiota y me dejara llevar por lo que me dicen los demás. 

— ¿De que estas hablando? 

— De que no existe la posibilidad de que él llegara a gustarme — se quejó Elizabeth — lo último que quiero en mi camino es a un hombre como él, ya lo he dicho antes, me gusta mi libertad, solo tengo 17 años así que tengo una vida por delante. 

— Todo esto se debe a las ideas que te ha metido la esposa de tu hermano. 

— Emily no tiene que ver es esto, es mi decisión. 

— Quiero que seas sincera conmigo — le dijo Edith. 

— ¡Me va a salir una ulcera!, ya he sido lo suficientemente sincera todo este tiempo.... Es imposible ser más sincera sin que me cuelguen. 

— ¿Estas siendo sincera? 

— Sí. 

— ¿Estas segura? 

— Sí. 

— No sé porque insistes en mentirme — le dijo Edith y le mostro un pañuelo. 

Ese era el pañuelo que le había prestado el señor Andersen cuando se manchó las manos en su laboratorio, hasta ese momento Elizabeth no le había prestado atención al hecho de que ellos prácticamente habían intercambiado pañuelos. 

— Eso es un pañuelo — dijo Elizabeth. 

— Te he visto rechazar pañuelos y cualquier tipo de cortesía de un caballero — le dijo Edith — y este es obviamente un pañuelo de hombre, y que tiene las iniciales “A . A”; ¿Ahora dime quien es tu amante y por qué insistes en ocultarlo? 

— Tía, no uses tanto la imaginación, ese es solo un pañuelo sin importancia; No quiero hablar del tema — dijo Elizabeth — no me siento bien y no tengo porque dar explicaciones de mis razones; así que por favor sal de mi habitación, no me siento muy bien y no quiero discutir con nadie. 

Con eso Edith la dejo tranquila hasta un par de horas después, aún era por la mañana, todos estaban ocupados y la fiesta los había dejado afectados estaban cansados y aún le quedaban cosas por hacer esta vez Daniel y Emily los acompañarían al mercado y a las tiendas.  

Antes de partir se reunieron con James y Mary que aprovecharían la oportunidad para comprar algunas cosas, aunque desconocían el motivo por el cual a veces compraban cosas raras.  
 
Edith aún trataba de hacer que Elizabeth entrara en razón y cuando tuvo la oportunidad llamó a Mary para hablar con ella a solas. 
 
Le explico todo lo sucedido (aunque Mary ya se había enterado). 
 
— Aunque no eres de mi familia — le dijo — aún eres familia de mis sobrinos, quisiera que guiaras a Elizabeth por el buen camino...  
 
— Elizabeth no necesita más guía — dijo Mary — además, no sé cómo podría yo ayudarla o convencerla. 
 
— Pues tu matrimonio con James fue concertado y a ustedes les va muy bien... Elizabeth cree que no podría llegar a amar al señor Winchester si se casa con él. 
 
— Lo siento señora Lancaster — le dijo Mary — pero no ponga a mi matrimonio como ejemplo. 
 
— ¿Qué? 
 
— No lo malinterprete, yo amo a James, pero no creo que casarse con quien uno no ama sea lo mejor, mi matrimonio funcionó es cierto, pero soy una de pocas afortunadas.  
 
— Creí que lo entenderías tu familia te ánimo a casarte con James y tu aceptaste y ahora eres feliz. ¿Sabes la cantidad de mujeres que quisieran tener la suerte que tuviste tú? 
 
— Ya lo ha dicho usted — le dijo Mary — fue suerte; tengo dos hermanas a las que no les fue igual que a mí, y tuve una amiga que al final terminó con su propia vida porque ya no lo soportaba; la razón por la que me enamoré de James es porque él es una persona extraordinaria y me respeto, me cuido y jamás me trato mal, pero en realidad me hubiese gustado tener la oportunidad de conocerlo antes, me hubiese gustado que esa decisión hubiese sido mía. 
 
Mary salió dejando a Edith sin palabras y luego salieron al mercado, se fueron caminando y tenían planes de tal vez alquilar un par de carruajes para volver a la casa. 

Estaban por las calles de Londres, todos juntos como en una manada, pero Elizabeth se estaba rezagando, se le veía pálida, y aunque en la mañana no se le notaba tanto se le veía cansada. 
 
— Deberíamos volver — dijo Daniel preocupado — creo que Elizabeth no está bien. 
 
Elizabeth no dijo nada, a pesar de no querer volver a casa de su tía no se sentía bien. 
 
Emily se acercó a ella y puso la mano sobre su frente y en efecto la pobre Elizabeth tenía fiebre, antes de seguir andando se sentaron con ella en el parque, estaba muy nublado y necesitaban un carruaje para volver cuanto antes a la casa de Edith, James y Mary fueron a buscar a un cochero y el resto estaba al cuidado de la enferma...  
 
— ¿Señorita Headington? — dijo una voz y todos lo miraron de inmediato — le sucede algo a ella, ¿se encuentra enferma? 
 
— ¿Thomas? — dijeron Mishka, Chris y Emily totalmente aturdidos. 
 
— No — respondió él — Mi nombre es Arthur Andersen, soy conocido de la señorita Headington. 
 
Aún con eso no salían de su sorpresa, el parecido era innegable... 
 
— Disculpen por la intromisión — volvió a decir el señor Andersen — pero ¿está bien la señorita? 
 
— No, ella tiene fiebre y estamos esperando un carruaje para volver a la casa. 
 
— En ese caso podrían venir conmigo, mi casa está más cerca y puedo llamar de inmediato a un doctor para que venga a verla. 
 
En ese momento llegaron James y Mary con la mala noticia de no haber dado con ningún carruaje por lo cual aceptaron ir a casa de Arthur. 
 
Elizabeth abrió los ojos para mirarlo y entonces se percató de que él también andaba con un pequeño grupo conformado por 3 mujeres y otro hombre y una de ellas estaba agarrada al brazo de él. 
 
Chris y Mishka comenzaron a hablarse en hindi y todos los miraron, pero lo importante era tratar a Elizabeth. 




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