A través de la mirada de un asesino

21| Interrogatorio

big_d510ef2a20cc7436e7818d13a25f69a7.pngMe despierto gracias al ruido fuera de mi habitación, papá y mamá hablan sobre algún asunto policiaco, o eso creo, por el vocabulario que están usando y porque parece que están por salir.

Miro a través de la ventana. Todo está completamente oscuro, no se alcanza a ver nada, el cielo está nublado, ocultando así la luz de la Luna y de las estrellas.

Hago las cobijas a un costado, salgo de la cama y me pongo las pantuflas. Me incorporo y elimino la distancia que hay de la cama a la puerta. La abro para así salir de la habitación para buscar a mis padres.

Papá está al filo de las escaleras, hablando por teléfono, mientras, mamá parece seguir en su habitación, cambiándose.

Bostezo, captando la atención de mi progenitor.

—Leisha, tesoro, ¿te despertamos?

Asiento con la cabeza—. ¿Qué sucede? ¿Todo está bien?

—Un asesinato —responde. Suelta un suspiro. Ahora que lo veía, se le notaba cansado—. Tenemos que ir a ayudar.

—¿Otro?

Mi ceño se frunce. Desde que llegué a Closwell no he parado de escuchar lo tranquilo que es el pueblo, que aquí jamás pasa nada. Pero desde que llegamos, no han parado de pasar cosas, ya presencié dos peleas entre los estudiantes y dos asesinatos, si es que podemos llamarlos así, ¿y ahora íbamos por el tercero?

Ahora estaba comenzando a preguntarme si todo era un invento, algo que todo el mundo repetía con tal de darle una reputación al pueblo que distaba completamente de la realidad.

Pero entonces recordaba las expresiones de algunos de mis compañeros, la incapacidad de los oficiales para resolver los casos por falta de experiencia en el campo. Incluso yo creía tener mayor capacidad para ello, y una vaga idea iba tomando forma en mi mente.

—¿Puedo ir con ustedes?

Papá levanta la vista de su celular antes de echarme una ojeada.

—Es de madrugada, Leisha, y no creo tener oportunidad de llevarte a la escuela después...

—No hay problema —lo interrumpo—. Me pondré el uniforme, no tardo, lo juro, y puedo irme a la escuela andando.

—¿Qué hay de Jaeger? —Arquea una de sus cejas, inquisitivo. Para estas alturas de partido ya no era ningún secreto que el pelinegro y yo éramos uña y mugre.

—Le mandaré un mensaje, para que se vaya sin mí.

Papá parece pensárselo por algunos segundos, no luce muy contento con la idea de llevarme, pero termina accediendo, después de todo, es lo que he hecho toda mi vida.

Doy un salto al aire a modo de festejo por mi pequeña victoria, y corro a mi habitación a cambiarme antes de que se retracte.

En un visto y no visto ya estoy lista, lo último que hago es correr al armario para tomar una chamarra, me la enfundo, antes de tomar la mochila y colgármela al hombro. Una vez ya tengo todo conmigo, le escribo un mensaje a Jaeger.

Leisha: Voy con mis papás a ver un nuevo caso, no me esperes para ir juntos a la escuela

Salgo apresurada de la habitación, encontrándome con mis papás esperándome justo frente a la puerta, listos para partir.

En un completo silencio nos subimos al auto, del mismo modo mi papá lo enciende y arranca en dirección a la escena del crimen.

Al llegar, papá se inclina para poder verme—. No te alejes mucho, Leisha.

Asiento con la cabeza.

Abro la puerta del coche para salir, tomo una de las correas de la mochila y me la cuelgo al hombro antes de cerrar la puerta. Papá le pone el seguro al auto cuando ya estamos algo alejados del vehículo.

—¿Qué es lo que tenemos?

Cuestiona en dirección a los oficiales que ya estaban aquí.

—Al inicio pensamos que se trataba de un asesinato, pero ahora parece más una sobredosis —responde el oficial Tremblay con confusión.

Mamá se prepara para analizar el cuerpo, mientras, otros oficiales terminan de cerrar el área con su característica cinta amarilla.

Me quedo a un costado, observando, escuchando todo lo que dicen y analizando las cosas por mi propia cuenta.

No tenía idea de que Anna se drogara. Pienso más bien que debe tratarse de una muy reciente etapa de su vida, porque claramente no lucía como una drogadicta. ¿Entonces cómo es que se drogó al grado de tener una sobredosis?

La situación carecía de sentido según mi perspectiva, además, de dónde pudo ella haber sacado la droga.

Llevo el pulgar hasta mi boca y muerdo ligeramente la uña, pensativa.

Un movimiento más adelante llama mi atención. Tengo que estirarme para alcanzar a ver, ya que hay un par de oficiales bloqueándome la vista.

Me sorprendo grandemente al ver a Daniel hablando con la oficial Boucher, luce agotado, perdido, decaído.

Doy un paso, seguido de otro más, siendo lo más discreta que puedo, hasta que me acerco lo suficiente a ambos como para escuchar su conversación.

—¿Estabas con ella?

—Sí... no... —responde, causando que la postura de la oficial cambie, tal vez por lo incoherente que es—, bueno, estuve. Anna se peleó con su novio, pasó la tarde y parte de la noche conmigo, estuvimos viendo algunas películas de acción. —El exceso de información me hace suponer que está mintiendo, además, con lo sucedido esta mañana dudo mucho que solo hayan estado viendo la televisión—. No quiso que la acompañara a casa, pero se suponía que me escribiría en cuanto llegara, como no lo hizo me preocupé, y salí a buscarla. Tenía un mal presentimiento.

—Por lo que dices, tú y ella era muy buenos amigos —deduce.

—Los mejores.

—¿Sabías que se drogaba?

La oficial Boucher está dándome la espalda, lo que significa que Daniel está viendo en mi dirección, —aunque no ha notado mi presencia, con todo y eso—, así que puedo ver perfectamente como la expresión de falsa tranquilidad se quiebra con esa pregunta.




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