Las cosas se salieron de control. Se suponía que nadie debía saber la verdad, descubrir quién estaba detrás de los asesinatos.
No había dejado ninguna pista, y aunque en un principio pretendía dejar mi marca en los asesinatos, pronto deseché la idea, porque eso solo serviría para que relacionasen los casos y la posibilidad de que me descubriesen incrementaría.
Golpeo el volante del coche iracundo, en un acto de descontrol. Las cosas no tenían que terminar así.
Cole debía ser mi penúltima víctima y la cereza del pastel sería Xavier Martinez. Pero ahora, ahora tenía que modificar mi plan inicial si no quería que la policía interviniera.
Era solo una adolescente, era difícil creer que algo pudiese hacer, que la policía la escuchara y reabrieran la investigación; pero había un escenario que sí podía cumplirse, existía la posibilidad, por más mínima que sea, de que convenciera a su amiga de reanudar su propia investigación, y si ella develaba la verdad, sí que tendría problemas.
No sufrí en absoluto cuando asesiné a los otros cinco, pero ahora mi conciencia no paraba de gritarme que estaba a punto de derramar sangre inocente, que nada tenía que ver con mi deseo de venganza.
Recargo la frente en el volante, bullendo la frustración en mi interior.
—Payton Lee —susurro—. ¿Por qué tenías que involucrarte? ¿Por qué no paraste como todos los demás? Tenías que haberte rendido.
La luz de fuera de su casa se ilumina, y no tardo en ver la puerta abrirse y a la chica salir de ella. Mira hacia ambos lados, como si quisiera asegurarse de que nadie la está viendo, lo cual es absurdo, dado que es de madrugada.
Vira hacia la izquierda y se echa a andar.
Me bajo del coche y cierro la puerta procurando hacer el menor ruido posible. No me preocupo en poner el seguro, el sonido la alertaría. Y, manteniendo una distancia segura entre nosotros, me dispongo a seguirla.
No es necesario que lleguemos para saber cuál es nuestro destino, de tantas noches siguiéndola ya sé exactamente hacia dónde se dirige. Va camino a la casa de Xavier, ya que siendo él soltero y que he estado atacando de noche, la chica piensa que apareceré una día en la casa del hombre y lo atacaré.
No voy a negarlo, la chica es astuta, o quizás todo se deba a que es virgo.
Pero no es el destino que elegí finalmente para Xavier, a él lo atacaría durante el día, y sería el único con el que podría usar mis poderes, ya que compartíamos el mismo signo, y los policías podían adjudicar todo el desastre a que intentó defenderse.
Tardamos alrededor de 10 minutos en llegar a la casa de Xavier. Payton se detiene frente a una de las ventanas, tiene que pararse de puntitas para poder ver a través de ésta.
Las manos me tiemblan, voy a hacerlo rápido, a ella no puedo permitirme hacerla sufrir. Debe ser una muerte rápida y para nada dolorosa.
La tomaré por sorpresa, me acercaré a ella y le haré un solo corte en el cuello.
Inhalo profundamente, exhalo. Tengo que resolver la situación, si no todo mi esfuerzo sería en vano, tantos años de investigación y planeación tirados a la basura.
Doy un paso al frente, dubitativo, pero tengo que armarme de valor y dar otro más, y otro, y otro, hasta que estoy pegado a su espalda. Mi imagen se refleja en la ventana, Payton se alarma e intenta gritar, pero ya tengo mi mano sobre su boca.
—Lo siento —murmuro.
Los ojos de la chica se cristalizan y no tardo en sentir las lágrimas cayendo sobre mi mano. Sus ojos abiertos como platos y niega con la cabeza, suplicante.
Cierro los ojos y me armo de valor, levanto el brazo derecho y de un movimiento corto su cuello.
Nunca voy a poder olvidar la expresión de su rostro. Debí girar la cabeza a un costado o mantener los ojos cerrados, hacerme el ciego. Pero cómo podría mantenerme indiferente ante un inocente.
Dejo su cuerpo laxo caer al piso y en la penumbra de la noche regreso a donde dejé estacionado mi coche para volver a mi casa.
Esta vez no había puesto mi música, por primera vez me había llevado un alma en completo silencio.