Me tallo los ojos con las manos apenas logro salir de la cama. Me enfundo las chanclas y enseguida camino hasta el armario para sacar una sudadera. No importa que ya estemos en verano, por las noches sigo sintiendo algo de frío. Tras ponérmela, salgo del cuarto y desciendo las escaleras.
Creía que mis padres llegarían a dormir, pero al perecer será otra noche sin saber de ellos, lo cual comienza a volverse un hábito, justo como en San Francisco. Aunque ahora que me detenía a pensarlo, esperaba que quién sea que esté tocando no sea del departamento de policías para decirme que algo va mal.
Dejo escapar todo el aire que estuve reteniendo en mis pulmones y niego con la cabeza. Tengo que dejar de pensar que todo siempre va a salir mal y debería empezar a pensar más en positivo.
Abro la puerta y si fuera una caricatura, mi boca de seguro habría llegado hasta el piso al ver a Danna delante de mí, con su pijama de minion —unos personajes de una película del 2015—, hecha una mar de lágrimas.
No entendía que estaba pasando y mi mente había quedado en blanco por completo, sin saber qué decir, qué hacer.
Luego de algunos segundos en completo silencio, en los que no pude hacer más que observarla estupefacta, me hago a un lado y abro más la puerta para invitarla a pasar, pero en lugar de entrar en mi casa Danna se abalanza contra mí e inconscientemente la envuelvo en un abrazo protector.
—¿Qué sucede? —pregunto, sobándole la espalda en un intento por calmarla.
—E-es Payton... —logra murmurar, entrecortada por el llanto—, La acaban de encontrar muerta.
Siento mi mundo detenerse, no sé si por segundos o minutos, pero dejo de escuchar lo que dice Danna, me desconecto por completo. No podía ser posible, me negaba a aceptarlo.
Mi consciencia no deja de recriminarme, de decirme que yo tenía la culpa. Si tan solo la hubiera escuchado el día de la fiesta, si no me hubiera negado a saber la verdad. Payton había descubierto a un potencial sospechoso, y existía la posibilidad de que intentara detenerlo por su cuenta, o tal vez el asesino la descubrió y la había matado por ello.
No importaba por donde lo viera, era imposible que no me sintiera culpable, yo les había metido la idea a todos mis amigos de investigar el caso por nuestra cuenta, y si bien es cierto que también les pedí que nos detuviéramos por el bien de los Nelson, sabía desde hace un par de días que Payton no había parado, y no hice nada para impedirlo.
—Tenía unos días actuado extraño. —Escucho decir a Danna cuando vuelvo a la realidad. Parpadeo repetidas veces, tratando de espantar las lágrimas—. Todas las noches me mandaba un mensaje, a eso de las 10:00 p.m. Me enviaba una dirección y me decía que si no me mandaba un mensaje cada media hora llamara a la policía. Le pregunté qué había pasado, de qué se trataba todo eso, pero no quiso contarme y me hizo prometer que no le diría a nadie lo poco que sabía.
Ni siquiera lo pienso, salgo de la casa y con toda la impaciencia del mundo me tomo el tiempo para asegurar bien la casa. Le exijo a Danna que me dé la dirección de dónde encontraron su cuerpo, de seguro la policía seguía ahí investigando, mientras, voy casi corriendo —y llevando a rastras a Danna— hasta la casa de Jaeger.
Casi me doy de bruces contra la puerta, apenas logro frenar a tiempo. Alzo la mano y comienzo a tocar el timbre insistentemente. Jaeger no tarda mucho en abrir la puerta, pero a mí ese tiempo me parece eterno.
Un Jaeger somnoliento aparece delante de mí cuando la puerta se abre lentamente. Su ceño se frunce apenas me ve y turna la vista entre Danna y mí sucesivamente.
En cuanto lo veo no puedo evitarlo, todas esas lágrimas que quería mantener en su lugar comienzan a surcar mis mejillas una a una.
Su preocupación es notoria, da un paso en mi dirección, anulando cualquier distancia entre nosotros. Extiende sus manos hasta sostener mis mejillas, seca mis lágrimas con sus pulgares y me envuelve en un cálido abrazo, provocando que suelte la mano de Danna.
—¿Qué pasó?
—Payton, está muerta —digo, la culpabilidad palpable en mi voz—. La mataron. —Jaeger me apretuja en un fuerte abrazo, como si quisiera hacerme sentir que todo estaría bien, aunque lo dudaba—. ¿Puedes llevarnos con la policía?
—¿Estás segura? —Asiento con la cabeza, necesito saber quién le hizo eso. Jaeger no luce muy convencido, pero agrega—: Bien, voy por las llaves. —Deja un beso en mi frente antes de entrar en su casa.
Todo pasa en cámara lenta, Jaeger sale de su casa, abre el coche, nos subimos y partimos en dirección a quién sabe dónde.
Al llegar es más de lo mismo, pero en el momento en que me bajo del auto y veo el cuerpo de Payton ensangrentado sobre el piso, es como si mi mundo pasara de avanzar demasiado lento a acelerarse en demasía.
Estoy en shock, razón por la que termino chocando con uno de los oficiales.
—Leisha —dice sorprendido el oficial Tremblay—. ¿Qué haces aquí?
—¿Está muerta? —cuestiono, ignorando la pregunta que me hizo. Sabía con sobra la respuesta, pero simplemente no podía creerlo. Apenas esa misma mañana había estado bromeando con nosotros, feliz, pero sobretodo, estaba llena de vida.
El oficial mira sobre su hombro antes de volver la vista a mí—. Sí, lo lamento.
Siento como si mi corazón se fragmentara en miles de pedacitos.
No me importa si esta ocasión tengo permitido o no hacerlo, pero me cruzo al otro lado de la cinta policiaca, a esa fracción de la acera que está cercada entorno al cuerpo de mi amiga.
Corro hasta donde está mamá revisando el cuerpo—. ¿Qué fue lo que pasó? —pregunto.
Mamá gira la cabeza en mi dirección, luce sorprendida—. Hija, ¿qué haces aquí?
No quiero oír más esa pregunta, solo quiero saber qué fue lo que le pasó a Payton.