A través de la mirada de un asesino

33| Tregua

big_93767d5d5edafb03dbdf09a70079357b.pngMi corazón late desbocado dentro de mi caja torácica, siento como si se me fuera a salir del pecho.

Carajo, esto no podía estar pasando. Podía lidiar con la furia de las personas a las que les arrebaté a sus seres queridos, con la decepción de aquellos que creían conocerme y veían en mí a un chico completamente diferente, pero no podía con que Leisha viera lo jodido que estaba.

Sigo en estado de shock, aquí, parado justo afuera de la escuela. Tengo que salir de aquí, me repito una y otra vez en la cabeza, pero mi cuerpo no obedece a las órdenes de mi cerebro.

El tiempo avanza y no es hasta que escucho el sonido de las sirenas en la lejanía que reacciono. Un pie delante del otro, poco a poco, un paso a la vez. No sé cuánto tiempo pasa hasta que finalmente estoy corriendo en la profundidad del bosque.

Ni siquiera lo pienso, ya tengo un destino fijo.

No paro de correr hasta que llego a la casa de Leisha. Intento abrir la puerta, sorprendentemente no tiene seguro. La madera rechina cuando la abro y mi mente no deja de gritarme que es una trampa, Leisha siempre mantiene la puerta asegurada.

No me importa y pongo un pie dentro del edificio, luego otro, y pronto me veo atravesando la sala directo a las escaleras para subir al segundo piso. Debe estar en su habitación, o es lo que deduzco al no encontrarla en la planta baja.

Todo está en completo silencio, es inquietante. Llego hasta la puerta de su habitación, está cerrada y no puedo dejar de pensar que está escondida por ahí y que va a atacarme apenas abra la puerta.

Niego con la cabeza, buscando deshacerme de esas imágenes mentales. Giro la perilla y entreabro ligeramente la puerta, me asomo, pero no alcanzo a ver prácticamente nada. Suspiro pesadamente y termino de abrir la puerta.

Mi corazón martillea con más fuerza y me detengo en seco en el umbral de la puerta.

Leisha está apuntándome con un arma y luce decidida a acabar conmigo. Lo que no sé es si eso significa que va a matarme o que piensa entregarme a la policía. Tampoco sé cuántas pruebas tiene, pero de seguro las suficientes para que mi condena sea lo bastante larga.

Arrastro el pie un poco más al frente, tentando a mi suerte. Quiero acercarme a ella y borrar ese halo de tristeza que mantienen sus ojos.

—¿Por qué? —exige saber en un susurro—. ¡¿Por qué?!

Nunca la había visto tan furiosa, tan rota, y me maldigo internamente por provocar todo eso en ella.

—¿Todo fue un juego? —agrega y más lágrimas descienden por sus mejillas. No entiendo de que está hablando, pero si no se tranquiliza todo el mundo va a oírla—. ¿Planeaste que me enamorara de ti para que no te descubriera? ¿Querías mantenerme entretenida en otra cosa?

Mi corazón se estruja. No, para nada, todo fue completamente real. Pero las palabras se atoran en mi garganta.

—¡Dime! —vocifera—. ¿Qué fui exactamente para ti todo este tiempo?

—Mi novia —logro pronunciar con dificultad. Leisha niega con la cabeza—. Mi mejor amiga. Leisha, todo fue real, nunca estuviste en mis planes... yo, te amo...

Suelta una sonora carcajada. No me cree.

—¿Me amas? —cuestiona, irónica—. ¿Sabes siquiera lo que significa amar a alguien?

Sus palabras duelen. Y es cierto, ¿podía un asesino saber lo que el amor significaba? Pensaba que sí lo sabía, había amado a mi mamá como cualquier otro niño, soporté un infierno por verla feliz, pero eso fue hace años, antes de que me rompiera. Pero no importaba, seguía creyendo que así era. Leisha se había metido en mi corazón poco a poco y se ganó un lugar que nadie jamás podría quitarle. Sentía que la amaba con todo mi ser, daría cualquier cosa por ella, incluso mi propia vida, ¿entonces por qué no había dejado con vida a Payton? Sabía que eso la lastimaría. Pero si no era amor lo que sentía por ella, qué era.

Ahora tenía más interrogantes que respuestas. No hallaba nombre para lo que sentía por ella, ¿o era solo que mi amor no fue tan puro como se suponía debía ser? ¿No la amaba con la suficiente fuerza como para dejar atrás mi venganza?

—Sabes lo mucho que sufrí estos meses, la culpa que sentí por no poder hacer nada al respecto —dice, alzando la voz cada vez un poco más. Por mi parte, siento como si con cada palabra suya me fuera haciendo más y más chiquito—. Payton era mi amiga, sabías que eso terminaría por destrozarme, y no te tentaste el corazón por ella. ¿Sabes lo que dijo en la carta que me dejó? Que también te extrañaría a ti. La escribió sabiendo que podrías matarla y aun así no te culpaba.

Un nudo se forma en mi garganta. A mí me había dolido acabar con ella, pero era una piedra en mi camino, y tenía que deshacerme de ella para poder acabar con mi plan. O tal vez no fue así, o no del todo, sabía que ella esperaba que siguiera con mi patrón de atacar por la noche, bien podía hacer la vista gorda y seguir con mi plan, pero dejarla con vida significaba arriesgarme a que Leisha se enterara de la verdad. Simple y sencillamente no tenía justificación.

—¿Y te digo qué es lo peor de todo? —Hace silencio, como si esperara que le respondiera, no lo hago, me quedo callado, a la espera de su próximo ataque. Me lo merezco—. Que eso no es lo que más me duele, lo que más me pesa es que aun sabiendo lo que hiciste no puedo borrar todos los momentos que pasamos juntos. Sigo enamorada de ti.

Deja caer los brazos a sus costados, por lo que ya no me apunta con la pistola. No sé si eso es una señal para que me acerque, pero aun así lo hago. Con cada paso que doy su llanto incrementa, pero no llego a acercarme lo suficiente a ella como para rodearla con mis brazos.

Una pelotita de metal cae entre nosotros, un puntito rojo parpadea repetidas veces antes de que el sonido de una explosión me aturda.

Mi primer impulso es acercarme a Leisha para protegerla, pero pronto la habitación se encuentra sumida en una densa capa de humo. No es humo provocado por el fuego, así que mi cuerpo pronto empieza a sufrir las consecuencias.



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En el texto hay: misterio, poderes, suspeno

Editado: 21.09.2024

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