Narra Edward Cullem.
Hace días que mi cuerpo ha estado luchando contra el veneno lobo. Aunque la herida ya apenas se nota y el dolor es soportable, estoy en la biblioteca junto a mi hermano Cristian, elaborando un plan detallado para atacar a la tribu del Lobo Alpha.
– Estamos diseñando un plan contra uno de los practicantes de magia negra más mortíferos de la historia – comenté, tratando de inyectar seriedad al asunto.
– Lo sé, hermano, pero toda magia tiene su punto débil – dijo Cristian, intentando tranquilizarme con sus palabras.
–Dime, ¿cuál sería la mejor estrategia contra su tipo de magia?– Pregunté.
Entiendo que en el mundo existen diversos tipos de magia, siendo la más poderosa la conocida como "Magia Pura". Esta forma de magia es la fuente de todas las demás, y se le denomina "Pura" porque no se deriva de ninguna otra magia mayor. Su distinción radica en ser la fuente primordial de todas las demás magias. Este tipo de magia es tan crucial porque proviene de la "Gema Madre", el núcleo esencial de la magia. Esta gema ha sido heredada por los Monarcas Nuncajamas-acenses, siendo nuestra actual portadora la Princesa Briatny.
– Tenemos un problema bastante grande, Edward – dijo con tono severo– El primer problema es que atacar a la tribu del Lobo Alpha durante la Luna Llena sería la peor decisión, ya que es cuando su magia negra es más fuerte. Lo más lógico sería atacarlo antes de que la Luna alcance su fase completa. El segundo problema es que no podremos enviar al Lobo Alpha de vuelta al reino espiritual si no lo derrotamos durante la Luna Llena. Bri es la única con el nivel de magia para hacerlo, pero aún no controla su magia como me gustaría que lo hiciera – dijo con desánimo.
De cualquier manera que lo tomemos, siempre hay algo que lo complica más. Tenemos que ser cuidadosos con nuestras decisiones, ya que no solo dependemos de nuestro bienestar, sino también del bienestar de Nunca Jamás.
Aunque la decisión sea difícil, no está en mis manos responder. Aunque sea el Líder Guardián, este ataque es entre tribus de Nunca Jamás, una tribu que no ha tenido problemas con los habitantes del lugar. Por esta razón, la respuesta debe ser sabia, y quien es responsable de esa decisión es Bri.
– Lo sé, Cristian... ya pensaré en algo – salí de la biblioteca, llevando una mano a mi cabeza.
Llegué a la sala, donde la mayoría de mis hermanos estaban recostados en los muebles.
– ¿¡¿De quién son esas nalgas?!? – me dio un fuerte golpe en el trasero.
*¡AUCHS!, ¿quién fue el hijo de...?*
Al darme vuelta, vi que quien me dio una nalgada, como si no hubiera un mañana, era Eduardo. No le podía dar un zape porque mis manos están en mi área de dolor, y la otra razón es porque así bromeamos.
– Avisa a la otra, pendejo, creo que ya me las achataste, pero si te descuidas, te las dejo igual a ti – le dije sobando mi trasero, el cual quedó adormecido por la fuerza del golpe.
Un dato curioso es que, de todos los hermanos, Eduardo es el más "nalgon", y todos le decimos que sus nalgas son de plástico. Será mejor que quede en incógnita cómo descubrimos que Eduardo era el "nalgon".
Quería devolverle la nalgada, pero mi sensación extracorporal me avisó de la llegada de Bri.
Narra Bri.
Finalmente, llegué a casa. Al abrir la puerta, me recibió Edward en la entrada con una expresión de felicidad al verme. Sin embargo, percibí una cierta preocupación que no lograba comprender. ¿Qué podría estar sucediendo?
– Hola Bri, un placer verte de nuevo – me abrazó con tanta fuerza que me dejó sin aire al soltarme.
– Igualmente, y... ¿Todo bien? – No sabía exactamente qué le sucedía; era bastante inusual que Edward tuviera un problema y no nos lo compartiera.
– Hay algo importante en lo que eres fundamental... pero hablamos después, cuando todos los guardianes estemos reunidos – se dirigió hacia la cocina, dejándome algo desconcertada. Si Edward estaba tan serio y, sea cual sea la razón, solicitaba la presencia de todos los guardianes, significaba que nos hablaría de algo de gran importancia.
Subí las escaleras y entré en mi habitación. Estaba algo oscura y apenas podía ver algo. Estiré mi mano en busca del interruptor y encendí las luces. Mi habitación estaba meticulosamente ordenada, como siempre, gracias al protocolo que mantenía todo en su lugar.
Saqué mi ropa de uno de los armarios y me dirigí a la ducha.
Vestida con ropa más cómoda, me senté en mi cama con mi laptop. A través de las redes, contacté a Rex y al Agente Seis, quienes se encontraban en Providencia cumpliendo con sus responsabilidades. Después de unos minutos, Rex contestó mi mensaje con un "Llegamos en 5 minutos", lo que indicaba que llegarían en menos tiempo.
*Ese Rex algún día se va a descalabrar de su moto por andar a esas velocidades* – reí imaginándome esa escena.
Protocolo trajo mi desayuno y lo dejó en la mesa cercana a mi cama.
Justo después de salir de mi habitación, un sonido de golpe captó mi atención. Me levanté y me acerqué a la ventana para identificar su origen. Oí el ruido nuevamente detrás de mí. Me aproximé y abrí la ventana. El viento era suave, pero al tocar mi piel, me estremeció. Algo flotaba en el aire, de color blanco y apenas visible, moviéndose delicadamente arriba y abajo. Aterrizó en la palma de mi mano. Sonreí con ternura y levanté la vista, encontrando esos ojos azules, cuya pupila es un copo de nieve, que me miraban con alegría.
– Tenías tiempo sin presentarte así, Jack – se sentó en el aire, colocando su bastón en sus piernas y deteniendo su mentón con sus manos.
– Lo sé, quería rememorar viejos tiempos – bajó la mirada, y su sonrisa desapareció en un gesto nostálgico.
– ¿Estás aquí por el llamado de Edward? – me crucé de brazos.
– Sí, creo que es algún entrenamiento que haremos, solo que no nos dio previo aviso, y eso es algo muy raro, sobre todo en Edward – sus ojos reflejaban la extrañeza de la situación, pero estaba claro que pronto descubriríamos qué se traía entre manos.