El silencio se instaló como una densa niebla en mi habitación, mientras él fijaba sus ojos en los míos, reflejando la tristeza que se dibujaba en mi rostro.
–¿Yo? ¿Por qué yo?– pregunté, buscando respuestas en su mirada.
–No lo entenderías– murmuró, apartando la vista hacia el suelo y cerrándose en sí mismo al cruzar los brazos.
–¿Cómo voy a entenderlo si no me lo explicas?– repliqué, cruzando también mis brazos y dándole la espalda. –No te obligaré a responder... ¿vale?– Al darme la vuelta, me encontré con la ventana abierta y él había desaparecido, como un suspiro en la brisa.
Después de conversar con Jack y sentirme abrumada por la culpabilidad que despertaron sus preocupaciones, abandoné Nunca Jamás con una impaciencia que vibraba en cada parte de mi ser, anhelando regresar a mi propia dimensión.
Tomé impulso para volar rápidamente, mientras la noche fría abrazaba mi piel y el océano, en su habitual serenidad, guardaba un silencio misterioso. La quietud nocturna parecía envolverme, como si el universo mismo contuviera el aliento, aguardando el desenlace de mi travesía.
Tiempo Después
La alarma de mi teléfono sonó con fuerza al lado de mi cama. Al extender mi brazo, logré apagar el ruido antes de que despertara a mi hermana pequeña.
Unas horas después, me dirigí a la casa de Diana para recogerla y juntas dirigirnos al instituto. Entre nosotras, había un silencio notorio, pero el sol de la mañana prometía un nuevo día lleno de oportunidades.
*Debería disculparme por hablarle mal, aunque ese mismo día nos habíamos arreglado. ¿Qué pasará entonces?*– Me preguntaba a mí misma mientras veía las calles iluminarse con la luz del día.
Recogimos a Arely y nos dirigimos al instituto, donde el bullicio matutino anticipaba un día lleno de actividades.
Las primeras clases transcurrieron con normalidad hasta llegar a la clase de química.
–¿Cómo van con las ventas? –preguntó la maestra.
Algunos grupos ya habían comenzado con sus ventas y, sorprendentemente, les estaba yendo bien. Mi grupo no tuvo tanta suerte con la primera venta, quizás gracias a los gritos exagerados de Walther.
Un sonido en la puerta llamó la atención de todos. Thaner estaba ahí con una sonrisa, aunque parecía forzada.
–Lamento la demora, maestra –dijo, alegrando el rostro–. ¿Puedo pasar? –La profesora asintió, y Thaner ocupó un pupitre vacío, sentándose a mi lado. ¿Me guiñó el ojo? Giré para ver si alguien más lo había notado, pero aparentemente solo yo lo percibí.
La maestra retomó la palabra.
–Hablé con el encargado del parque central y nos dará un pequeño local para sus puestos de venta. ¿Quiénes no han establecido puesto de venta? –Diana y Arely levantaron la mano. La profesora anotó sus nombres y nos asignaron una mesa–. ¿Y qué tipo de cosas vende su grupo? –Todos voltearon hacia mí esperando una respuesta. En ese momento, Thaner habló por mí–.
–Joyería –dijo Thaner, con una simpleza que resonó en todo el aula. La maestra lo miró intrigada.
–¿Joyería? ¿Qué tipo de joyería? –preguntó.
–De todo tipo, con metales preciosos –contestó Thaner, como si estuviera describiendo tesoros únicos.
Nuestros compañeros parecían intrigados por las cosas que ofreceríamos.
*Ni modo... ¡que nuestros clientes vendan sus corazones para poder comprarnos!*
La clase terminó, y salimos cuando el sonido de la campana resonó por todo el instituto, marcando el inicio de un día lleno de posibilidades y secretos por descubrir.
–¡Hey, espera! –Walther habló tras de mí–.
–¿Qué pasa?– Walther se detuvo, agachándose y jadeando por el esfuerzo.
–Recuerda que somos pareja... ¿se te olvidó?– Me preguntó levantando la cabeza para encontrarse con mi mirada.
–Sí, lo sé. ¿Y qué?– Respondí antes de dirigirme hacia mis amigas, quienes ya habían continuado sin mí.
–Estaba pensando en combinar nuestros trajes ese día. ¿Qué dices?– Walther se encogió de hombros tímidamente.
–Me parece bien. Pero cambiando de tema, necesitamos reunirnos en el parque central para reservar nuestro lugar. Thaner dijo que venderíamos joyería, pero no hemos trabajado en nada aún– Walther desvió la mirada y sentí un peso en mi cuello y hombros. Al mirar hacia un lado, me di cuenta de que Thaner había recargado su brazo sobre mi hombro y sonreía de manera maliciosa–.
–Tengo todos los materiales listos para vender– Dijo Thaner inclinando su rostro hacia el mío–. ¿A qué hora se reunirán para vender la joyería, presa?– Cambió su tono de voz a uno sensual.
*¿Presa? ¿Ahora vuelve a llamarme así? Creo que tiene amnesia*.
–En primer lugar, nos reuniremos todos, eso te incluye. Y segundo, será a las 2:00 pm– Quité su brazo de mis hombros y me coloqué detrás de Walther, quien miraba a Thaner con seriedad.
–No pienso estar rodeado de perdedores como ustedes, eso no favorece mi imagen– Dijo Thaner, cruzándose de brazos y lanzando una mirada desafiante a Walther.
–Lo siento, pero si quieres obtener los puntos, tendrás que ayudarnos, ¿Quedó claro?– Le di seriedad a mi voz para que notara que hablaba en serio y lo miré de la misma manera.
Thaner agachó la cabeza y luego la levantó con una sonrisa gratificante, acercándose a mí mientras llevaba una mano a mi mandíbula, haciendo que levantara el rostro.
–Como ordenes, preciosa. Solo estaré allí unos minutos, amo enojarte, presa– No me di cuenta en qué momento Thaner sostenía un mechón de mi cabello y lo acariciaba. Dado que Thaner estaba frente a mí, también estaba al lado de Walther, quien extrañamente se había quedado congelado, ni siquiera se movía.
*¿Tanto miedo le tiene a Thaner?.*
–Bien– Pasé mi mano por el aire, despidiendo a Thaner, quien se retiró con esa sonrisa maliciosa que siempre llevaba consigo.