A través de la Segunda Estrella

¿Qué es este sentimiento?..

Narra Jack Frost.

El sol comienza a salir, y me dirijo hacia NJ con el ánimo por los suelos en estos momentos.

*¿Por qué ella nunca comprende que no puede ponerse en peligro de esa manera?* – suspiro con enojo –.

Ese pensamiento no deja de pasearse en mi cabeza. No entiendo por qué me molesta tanto que se haya ido con él.

Finalmente llego a NJ. Al entrar a la casa, la única persona viva es Protocolo.

*¿Siguen durmiendo?.*

– Buenos días, joven Jack – habló Protocolo, sacándome de mis pensamientos.

– Buenos días – entré a la cocina.

– ¿Se encuentra bien, joven Jack? – preguntó mientras preparaba el desayuno.

– Supongo que sí.–

Protocolo tiene una inteligencia artificial (creado por Christopher) que poco a poco ha incorporado nuevas funciones a su sistema, como el sarcasmo, sentido del humor, consejero y ha desarrollado sentimientos. Por ahora, ha aprendido a interpretar las expresiones faciales.

– Si algo lo atormenta, joven Jack, la mejor vía para despejarse es dialogar con la persona que origina dicho tormento– sus palabras me dejan meditabundo. Al analizar mejor su sugerencia, quizás debería hablar con ¿Bri?–.

Salgo de la cocina y mi mirada se posa en las escaleras.

*¿Ya estará Bri aquí?.*

– ¿Bri ya llegó a la casa? – me dirigí a la cocina para consultarle a Protocolo.

– Aún no, joven Jack – contestó sin quitar la mirada de unos panes tostados que estaba preparando, y por su aroma, eran deliciosos.

Desconozco la rutina de llegada de Bri, así que me encamino hacia la sala con impaciencia por su arribo. Un sonido en la puerta revitaliza mi ánimo.

*¿¡Será Bri!?* – exclama una voz en mi cabeza, rebosante de alegría.

– ¡Necesito hablar conti...! – comienzo.

Una expresión confundida se refleja en su rostro, acompañada de una mirada seria. Su dragón se acerca, gruñéndome como un desafío.

*Qué vulnerable, no es nada sin su dragón*– pienso con una sonrisa de superioridad.

– Mis disculpas, me equivoqué de persona – respondo.

– Bueno, quítate de la puerta – ordena con tono autoritario.

Pasa rozándome con su hombro. La tentación de estrujar su cuello es fuerte, pero la cortesía de Protocolo, que saluda a Hipo al entrar, impide que mi impulso se convierta en acción. Me limito a clavarle una mirada furiosa. La imagen de Bri, demasiado cerca de él, se reproduce en mi cabeza una y otra vez.

La puerta resonó con fuerza al cerrarse, mi frustración palpable en el eco que dejé escapar. Sin pensarlo dos veces, me dirigí con determinación hacia la habitación de Bri. Aunque las reglas prohíben la entrada sin autorización, decidí hacer caso omiso y penetrar en su santuario.

La habitación de Bri yacía en silencio, la ventana cerrada tras gruesas cortinas que protegían su privacidad. La cama impecablemente ordenada, cada objeto meticulosamente colocado. Aparté las cortinas, dejando que la luz revelara un recuerdo que se deslizó como una sombra por mi mente, nublándola de confusión.

••• –¿Prometes que cuando crezcas y tus deberes de princesa aumenten, aún tendrás tiempo para mí?– Estaba sentado en su ventana mientras ella luchaba por subirse a la banca que adornaba el alféizar (Es una especie de repisa o borde que sobresale hacia el exterior desde la parte inferior de la ventana).

– Sí, Jack – respondió inocente.

– ¿Solo jugarás conmigo, Bri? – En las líneas de mi pregunta, se ocultaba la verdadera inquietud de si sería solo para mí.

– Siempre jugaré contigo – sus palabras desencadenaron una sonrisa espontánea en mis labios – •••.

Ahora, mientras me concentro en esas palabras infantiles, desearía que su significado hubiera sido más profundo, algo así como "Solo seremos tú y yo".

La ventana me sumerge en más recuerdos, memorias que reprimo para evitar que esta mezcla de emociones me embargue.

A lo lejos, la voz alegre de los hermanos de Edward rompió el silencio. Salí de la habitación para investigar y, finalmente, ella llegó a casa.

Narra Bri.

*Por fin, llego a casa* – Suspiro con cansancio.

Los hermanos de Edward me saludan con entusiasmo, y yo les respondo de igual manera. Abrazo a Edward, quien fue el primero en acercarse a mí, y luego noto la presencia de Hipo. Él se aproxima y, al abrazarme, me sujeta por la cintura y me eleva. La sensación de vértigo me envuelve, y me aferré instintivamente a sus hombros. Por un breve instante, cruzamos miradas; sus ojos verdes atrapan mi atención. Sin embargo, ese efímero momento se ve interrumpido por Protocolo, que se acerca para preguntarme si quiero desayunar.

Narra Jack Frost.

*¿Pero qué demonios está haciendo Hipo? ¿Acaso no entendió la parte de "no te le acerques"?*

Desde las escaleras, observé con incredulidad la escena de ese abrazo. Era yo quien antes buscaba ese tipo de abrazo, y aquí está, Hipo haciéndolo como si fuera lo más natural del mundo. Ni siquiera notó mi presencia en los escalones.

*¿Qué es este sentimiento? ¿Tristeza? Pero, ¿por qué diablos debería sentir tristeza?*

Incómodo con esta extraña mezcla de emociones, caminé por el pasillo hasta subir las escaleras y dirigirme a la segunda planta, donde se encuentra una amplia sala de estar.

Narra Bri.

Al girar para ver a Protocolo, noté que Jack daba la vuelta en las escaleras.

*¿Está triste?*

– Desayunaré sandwiches – contesté finalmente a Protocolo para poder unirme a Jack; su expresión me dejó intranquila.

Corrí hasta subir las escaleras, vi a Jack avanzando hacia la siguiente planta y aceleré el paso para alcanzarlo.




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