Narra Briatny
El timbre del instituto sonó, indicando el cambio de clases.
– "La la laaaaa, el amor está por llegar"... – Arely irradiaba alegría, tarareando ese fragmento de canción durante casi todo el día, lo cual empezaba a resultar un tanto agotador para Diana y para mí.
– ¡Si sigues cantando, haré que tu garganta deje de funcionar! – Diana, totalmente estresada, expresó su amenaza, mientras yo intentaba calmarla acariciando sus hombros.
– Creo que está bien que esté alegre, o sea, ella irá a la fiesta con su cruch. – Recordé que yo no había tenido tanta suerte como Arely.
Llegamos a nuestra clase y el maestro hablaba por teléfono. Estábamos conversando cuando noté que Diana se acercaba.
– ```¿Qué usarás para la fiesta?``` – Preguntó Diana.
–``` No lo sé, Thaner y yo no hemos hablado de eso aún.``` – Encogí los hombros.
– ```Walther me dijo que quería que fuéramos combinados```. – Miré a mi alrededor, buscando a Walther porque no lo veía.
– ```¿Buscas a Walther? ```– Diana sonrió ligeramente.
–``` Sí```.
– Está detrás de ti. – Diana dejó de susurrar, y al darme vuelta, vi a Walther allí.
– ¿Hablando de mí? – Dijo Walther sonriendo, acercándose a saludar a Diana dándole unos golpecitos en la espalda.
– Sería bonito que todos viviéramos combinados. – Arely, que estaba detrás de nosotras, se recostó sobre Diana para escuchar nuestra conversación.
– No creo. – Dudó Walther. – No me gustaría que los demás se vean tan elegantes como yo. – Acomodó su uniforme y cabello ligeramente.
Nos reímos de la ocurrencia de Walther y el profesor anunció que no tendríamos clase, debíamos reunirnos con nuestra maestra guía.
Caminamos por los pasillos, subimos escaleras y llegamos a nuestra aula.
– ¡Buenos días estudiantes! – Saludó la maestra.
Nos sentamos y la maestra cerró la puerta.
– ¡Tengo buenas noticias para ustedes! – Anunció. – Hemos recaudado tanto dinero que no necesitaremos decorar nosotros mismos. – Hizo una pausa. – ¿Entonces nos presentaremos hasta que comience la fiesta, maestra? – Preguntó una compañera.
– ¡Sí! – Confirmó la maestra. – Nos reuniremos en el aula solo para repartir las botanas y refrescos y luego nos vamos a la coronación de nuestra princesa del baile. – Hizo otra pausa. – ¿Quiénes son las que están participando? – En ese momento, Walther se levantó y se dirigió hacia mí.
– ¡Ella, maestra! – Dijo con entusiasmo. – Ella y otra chica de otra sección están participando.
– ¡Vaya! – Exclamó la maestra. – Nunca había visto tan poca cantidad de participantes, pero bueno, tenemos esto ganado. – Nuevamente hizo una pausa. – ¿Quién es la otra chica? – Preguntó, esperando respuesta.
– Es Valery Prescott, maestra, la que no hace mucho entró al instituto. – Respondió un compañero.
– Pues tenemos competencia. – Dijo la maestra, entrelazando sus dedos con desilusión. – Pero no se preocupen, hoy mismo en la tarde mandaré a imprimir la imagen de Briatny para hacer propaganda. ¡Somos un equipo, estudiantes! ¿Están de acuerdo? – Respondimos con un fuerte "Sí".
Después de aclarar algunas cosas, llegó el receso.
– ¡Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! – Arely soltó un chillido agudo.
– Sé que estás emocionada, Arely, pero no hace falta hacérselo saber a los perros con esos decibeles. – Diana soltó una gran carcajada y Arely la siguió.
– ¡CHICAS! ¡Es mañana, es mañana, es mañana! – Seguía gritando con su voz aguda.
– Tenemos que ir de compras. Puedo pedirle permiso a mi mamá para ir, ¿sí? – Diana estaba emocionada con la idea de una "Salida de chicas" después de tanto tiempo.
– Yo sí puedo ir. Hace días que mi mamá quiere que salga a comprar mi vestido. – Contó Arely.
– Yo no sé… – Dudé.
Llegamos a la cafetería, estaba llena, así que nos sentamos en unas mesas en los alrededores.
– ¿Por qué no puedes? – Preguntó Diana mientras se acomodaba en el banco que rodeaba la mesa.
– Pues me dejarían ir acompañada de alguien. – Suspiré. – Pero mi madre no se quedará tranquila con su "pobre protección". – Rieron al captar a qué me refería.
– ¿Pero las veces que has salido antes? – Replicó Diana dudosa.
– No lo sé. – Pensé unos minutos recordando. – Creo que fue porque estaba bajo el cuidado de Walther. – En eso, unos chillidos interrumpieron nuestra conversación. Eran unas chicas en la cafetería, saltando de emoción, pero por la multitud, no sabíamos qué ocasionaba tanta algarabía.
Luego abrieron paso a alguien que venía caminando despacio, y cuando finalmente vimos quién era, Arely, Diana y yo cambiamos nuestra expresión por una de decepción.
– Ahora Thaner es alabado como todo un príncipe. – Comentó Arely mientras revolvía su desayuno.
Diana y yo intercambiamos miradas burlonas y dejamos de prestarle atención.
Mi cabello, al agachar la cabeza, se soltó de mi oreja. Mi mano lo acomodó nuevamente, y al levantar la cabeza, me asusté al ver que Thaner estaba afianzado en la mesa, mirándome fijamente con una sonrisa algo extraña.
– ¡Hola, presa! – Dijo.
– ¿Se te extravió algo? – Murmuré, contemplándolo con desinterés, aunque internamente mi nerviosismo era evidente por su mirada intensa.
– Me he sumergido en la profundidad de tus ojos – Suspiró profundamente en respuesta.
Las chicas que suspiraban por él llevaban las manos a sus mejillas, suspirando en un extraño éxtasis, anhelando ser las afortunadas destinatarias de los elogios de Thaner.
– ¿Y si los cierro? ¿Te irás? – Arqueé una ceja, devolviéndole la sonrisa.
– Descúbrelo – Respondió con un atisbo de picardía, mordiéndose ligeramente el labio inferior.
Cerré los ojos por breves instantes y, al abrirlos para confirmar la presencia persistente de Thaner, presencié cómo su rostro se acercaba al mio, luego retrocedió repentinamente, yéndose de espaldas y precipitándose al suelo. Walther, oculto tras él, lo miraba con furia.