A través de la Segunda Estrella

¡No puedes hacer eso!

Narra Briatny

Despierto en la Dimensión Tierra y lo primero que hago es comprobar que mis venas negras estén siendo camufladas por el hechizo de Cristian. Al estirar el brazo para tomar mi teléfono, calculo que tengo una hora y media antes de ir al Instituto.

Me levanto de la cama y me dirijo hacia el baño. El agua fría cae por mi cuerpo, desvaneciendo el sueño. Me aseguro de llevar el uniforme impecable y paso el cepillo sobre mi cabello para desenredarlo.

Tiempo después, mi padre y yo nos dirigimos a casa de Diana para luego recoger a Arely. Me despido de mi padre dándole un beso en la mejilla y me uno a mis amigas rumbo a los grandes portones del instituto.

–¡Es hoy!–exclama Arely, tomando por los brazos a Diana y dándole una fuerte sacudida–¡Me va a dar algo!–termina de gritar.

–Estoy nerviosa–comenta Diana entrelazando sus brazos–Desearía poder cambiar de pareja.

–¡Estás loca verdad!–interviene Arely, tomándola por la cara–solo imagina que un chico millonario te va a traer hasta tu casa ¡en un Lamborghini!–Diana no cambia de actitud y me mira esperando a que diga algo.

–Yo pues… mi nerviosismo se lo lleva la competencia por la "Princesa del Baile"–digo mientras acomodo mi cabello y les comparto mis preocupaciones.

–¡No puede ser!–exclama Arely, mirando en una dirección con ojos y expresión de asombro.

Al mirar en esa dirección, Diana y yo quedamos estupefactas al ver una enorme cantidad de carteles pegados en las paredes, puertas, suelo e incluso en el techo. Los carteles tienen la imagen de Walther y yo. Me acerco para observarlos mejor y recuerdo el momento cuando estábamos de compras y Walther me agarró antes de que me cayera al suelo.

Escucho algunas risas a mis espaldas. No veo quiénes se burlan de mí, ya que me concentro en los demás carteles que contienen fotos de todos los vestidos que me probé acompañados de palabras hirientes; incluso hay algunos con mi rostro manchado.

Mis piernas tiemblan, mis manos temblorosas sostienen el primer cartel que veo. Intento no llorar, pero es inevitable. Mis amigas, molestas por la situación, arrancan ferozmente los papeles pegados por todas partes, pero ya es tarde, todos en el instituto los han visto. Salgo corriendo como puedo, sosteniendo un nudo en la garganta mientras escapo del centro de burlas.

Narra Walther Forget

El sonido del despertador resonaba como un eco inoportuno en mi habitación, recordándome que había pasado casi toda la noche recogiendo vidrios del suelo, cortesía de las travesuras de Thaner. Con la prisa y el cansancio a cuestas, corrí para llegar al instituto a tiempo.

La entrada estaba más tranquila de lo usual, solo unas pocas almas perdidas entre los preparativos para la fiesta de la noche. Traté de normalizar mi respiración mientras abría la puerta que conducía a los pasillos. Fue entonces cuando mis ojos se toparon con una escena surrealista: innumerables carteles decoraban las paredes y puertas.

Las risas de algunos espectadores sugerían que algo gracioso sucedía. Con curiosidad, me acerqué y mi corazón se encogió al descubrir que el objeto de la burla era Bri. No pude contener mi rabia y tomé uno de esos malditos carteles con ambas manos, estrujándolo con la intensidad de mi frustración.

Mis compañeros de clase estaban cerca, pero Bri y sus amigas no estaban a la vista. Me dirigí a Sury, buscando respuestas.

– ¿Dónde está Bri? – le pregunté.

– Llegué hace poco al instituto, pero creo que Bri ya está aquí – respondió.

*Maldición, seguro ya vio todo esto*.

– ¡Por dios, ¿qué te pasó en el rostro?! – exclamó Sury, llamando la atención de los demás.

– Larga historia – respondí, tratando de mantener la compostura mientras decidía si buscar a Bri o entrar a clase para no arruinar mi asistencia perfecta.

Narra Thaner Lennon.

*Malditos sean estos imbéciles del tráfico, ¿acaso no saben que tengo cosas importantes que hacer?*

Mis pensamientos homicidas se ven interrumpidos por una llamada que se muestra en la pantalla de mi teléfono. Reviso el nombre, cuestionándome si vale la pena contestar en medio de mi creciente furia.

– ¡¿Qué?! –grito con exasperación al responder.

– Mi caramelo amargo –Valery suelta esas palabras con su tono irritante–. Nuestro plan es un éxito.

Finalizo la llamada de inmediato; no me interesa conocer más detalles. Luego, unas 20 imágenes caen en mi WhatsApp: son carteles con las fotos que le envié a Valery. Noté que fueron tomadas antes de que el colegio abriera, aprovechando la poca luz disponible. Lo curioso es que Valery no fue quien colocó los carteles; por alguna razón, pagó a alguien para que lo hiciera.

Finalmente, llego al instituto y, por supuesto, no puedo evitar gritarle al portero para que acelere y abra paso a mi bebé Lamborghini.

La entrada está plagada de carteles, prácticamente por todas partes.

*¿Será que el mismísimo Spiderman se encargó de pegarlos?*

Llegué con un retraso de unos "45" minutos a mi clase, pero gracias a mi poder de convencimiento, que no implica amenazas de por medio, me dejaron entrar.

Busco con la mirada y noto que la insignificante, la matona, la despistada y el hazmerreír no se encuentran en la clase.

Narra Walther Forget:

Pensé que esa conexión especial que algunos llaman "sentir" era algo surrealista, pero me declaro un completo loco. Puedo jurarles que encontré a Bri de una manera que ni yo entiendo del todo. Llevo cerca de tres años en este instituto, y es la primera vez que descubro un escondite entre los árboles. Diana y Arely están al lado de Bri, quien llora mientras apoya la cabeza en el hombro de Diana.




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