A través de la Segunda Estrella

Bajo la lluvia...

Narra Walther Forget.

Me preocupa el trayecto que tenemos que cruzar con Bri para llegar a su casa. Extiendo mi brazo hacia afuera del coche para evaluar la intensidad de la lluvia, pero solo unas leves gotas frías caen sobre la palma de mi mano.

–Vamos, solo está lloviznando –le sonrío para tranquilizarla ante la idea de caminar en la oscuridad.

Un poco dudosa, Bri sale del coche con sus cosas y su cartera. Me aseguro de dejar el coche completamente cerrado.

La noche es fría, los sonidos nocturnos son relajantes. Camino a paso lento, con las manos en mis bolsillos, Bri se mantiene en silencio. Noté que de reojo miraba hacia sus espaldas.

–Oye... –mi voz suena serena– No tienes de qué preocuparte. –Me acerco a ella para brindarle seguridad, aunque yo también me siento inseguro.

–Sí... disculpa, soy muy paranoica. –Acomoda tras su oreja el cabello que caía en su rostro.

Llevamos unos minutos caminando y pasamos cerca de un supermercado.

–Podemos detenernos aquí –digo– compraré agua. –Noté que ella tenía el cabello húmedo al igual que sus prendas–. Así podremos resguardarnos de la lluvia por unos momentos.

Al entrar, nos atiende amablemente la cajera. Compro algunos chocolates para Bri y agua.

La campanilla de la puerta suena tras nosotros, entra un chico de estatura un poco más baja que la mía, cabello descuidado, chaqueta, pantalones abajo de la cintura y con un cigarrillo a medio uso en la mano.

Mientras la cajera me da el cambio, él se acerca para pagar un paquete de cigarrillos.

Siento cómo Bri se aferra a mi brazo. La veo de reojo y ella le da la espalda al chico que se coloca extrañamente justo a su lado.

No comprendo lo que trata de decirme, ya que no levanta la cabeza.

–¿Quieres una gaseosa? –la tomo de la mano para llamar su atención.

Bri responde asintiendo con la cabeza.

Me dirijo hacia la máquina expendedora, introduzco el dólar y al instante cae el refresco.

Mientras reviso la fecha de caducidad, alzo la cabeza y veo que ese chico la está observando de manera indebida, lo cual me molesta mucho.

Me acerco a Bri para darle lo que me pidió. Luego, la rodeo con mi brazo derecho para acercarla y le doy un beso en la frente. Creo que ahora entiendo por qué se acercó antes, ya que al tenerla cerca se aferró a mi saco que estaba algo húmedo, al igual que su cabello.

La cajera busca una bolsa para entregarle a Bri todos los chocolates que le he comprado, mientras yo sirvo como pared entre la mirada atrevida del chico hacia Bri.

Él se da cuenta de lo que estoy haciendo, ya que su gesto lo delata.

–Jum –dice con un gesto de burla.

Luego toma sus cigarrillos y pasa a mi lado, por detrás de Bri. Luego extiende su mano hacia ella, tocando la falda de su vestido.

–¡¡¡Oye!!! –Bri reacciona rápidamente dándole una fuerte bofetada, a lo que ese chico intenta agredirla, cosa que, ja ja, no permito, ya que me precipito hacia él azotándolo contra el suelo e inmovilizándolo en el acto.

La cajera llama a seguridad y echan al chico del supermercado.

–Hubiera deseado que mi novio me protegiera así cuando estábamos en la juventud –me dice la cajera mientras pellizca mi mejilla.

Después de escuchar algunos elogios, reviso la hora en mi teléfono y tenemos aproximadamente unos 57 minutos para llegar a la casa de Bri antes de que el Señor Darly me aniquile.

Nuevamente estamos caminando en silencio. La lluvia, para nuestra suerte, ha parado, pero la brisa helada constantemente eriza mi piel.

–Eres pésimo para captar las indirectas, ¿sabes? –suelta Bri tras unas carcajadas.

–Créeme, lo sé –digo avergonzado.

–Pero gracias... en serio, gracias –su voz se volvió más tranquila; parece que este frío y la quietud nos vuelven más reflexivos.

Aunque aún nos queda camino por recorrer, decido aprovechar el momento a solas para entablar una conversación con Bri.

–¿Qué es lo que te preocupa actualmente, Bri? –meto la mano en el bolsillo para asegurarme de que la llave del coche esté ahí.

–Mi rendimiento académico, claro... –comienza, pero su expresión se torna más triste–. Es... difícil ser hija de un padre que siempre tuvo el primer lugar en todo. Para mí es frustrante no sentir que estoy a la altura de los estándares que él espera. Luchar constantemente por disfrutar de mi adolescencia, pero al mismo tiempo preocuparme por no decepcionarlo...–

Me siento halagado; nunca antes había visto un lado tan vulnerable en ella. Jamás pensé que compartiría algo tan personal conmigo.

–No eres la única que se frustra con su vida... –murmuro–. También quiero cumplir con lo que mis padres desean, pero es complicado equilibrar el trabajo y los estudios.–

–Nunca te pregunté –interrumpe–, pero ¿por qué empezaste a trabajar?

–Fue por problemas económicos –digo sin rodeos; extrañamente, siento mucha confianza con ella–. Despidieron a mi padre por problemas de conducta, y ahora llega ebrio a casa. El dinero escasea, y él no logra conseguir trabajo. Trabajo por mi madre, para que no sienta culpa de nada. Puede sonar como la típica historia de un adolescente que inicia su vida laboral, pero en realidad no quiero que a mi madre le falte nada. Me rompería el corazón verla llorar.–

Bri se aferra a mi brazo y luego coloca algo en mi mano. Al mirar, veo que es un chocolate.

–No compraste nada para ti, excepto agua –aunque no sea el momento adecuado, ella logra sacarme una sonrisa.

–También quería salir un poco más de la casa. Está casi insoportable con mi padre confinado –digo sin poder evitar sentir molestia.

–¿No te llevas bien con tu padre? –pregunta Bri.

–Aunque soy un clon viviente de él, siempre hemos mantenido cierta distancia. Mi padre tiene una mejor relación con Willy que conmigo. Supongo que es porque planeaba comprarse un auto cuando yo nací –aunque suene a broma, en realidad está relacionado con la historia original.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.