Narra Thaner Lennon
El sonido de mi despertador a las 6:00 AM indicaba, una vez más, mi olvido al programarlo para dormir un poco más. Después de varios intentos de tocar el maldito botón del despertador, opté por empujarlo, provocando que se estrellara contra el suelo en pedazos.
–Buen día, joven Lennon–saludó Káiser al entrar en mi habitación, sosteniendo en sus manos mi desayuno.
–¿Molestas tan temprano?–salí de la cama e ignoré a Káiser, quien permaneció parado en la entrada de mi alcoba.
Tomé una ducha y me cambié de ropa, vestía una chaqueta de mezclilla, camiseta blanca y unos pantalones oscuros; mi atuendo descontentó a Kaiser, lo cual fue mi objetivo.
–Su padre, el Señor Lennon, no aprobará su vestimenta–frunció el ceño y habló indiferente.
–¿¡Y!?–exclamé sin grado alguno de preocupación–¿¡Acaso lo ves por alguna parte de esta mansión!?–extendí mis brazos, señalando el vacío a mi alrededor–.
Su silencio me respondió.
–¡Exacto!, él no está aquí. Como siempre–murmuré fríamente.
Llegué a la inmensa sala, las sirvientas se retiraron al verme, acostumbradas a mis desplantes.
–Tú–señalé a una sirvienta que no logró evadir mi atención.
–¿Sí, Señorito Thaner?–respondió sin mirarme a los ojos.
–Tráeme un Starbucks, bien cargado de chocolate, ahora–suspiró y corrió en busca de mi pedido.
Mientras esperaba, mis ojos encontraron el retrato familiar sobre la chimenea. La imagen de mi hermosa madre perdura en mi memoria como si la hubiera visto ayer.
–Joven Lennon–interrumpió Káiser–Tienes visita.
Señaló hacia la puerta principal, que se abría en ese momento.
–¡Ciao mio caro Thaner!, è arrivata la tua futura moglie ("Hola mi querido Thaner, tu futura esposa ha llegado")–fruncí el ceño ante sus palabras.
–Né in questa vita né in un'altra avrai questa possibilità, mia cara Valery ("Ni en esta vida ni en la próxima tendrás esa oportunidad, mi querida Valery")–le respondí cruzándome de brazos.
El italiano no se me complica en absoluto; fue uno de los primeros idiomas que aprendí en Roma.
–Algún día entonces–Valery intentó robarme un beso, pero me aparté.
–¿Eres tan virgen que buscas desesperadamente un beso?–quité sus manos de mis hombros–¿A qué se debe tu visita?–alcé una ceja.
–¡Quiero que me consueles!–llevó una mano a su frente, como damisela en apuros–Perdí la competencia; nunca he perdido en esos eventos.
–No es mi culpa que seas tan deplorable–le di la espalda–Búscate una vida y déjame en paz–sus palabras no parecieron afectarla.
–¿Por qué no me ayudas a arruinarle la vida?–balbuceó.
*¿Qué pecado estaré pagando?, ¿Qué parte no entendió Valery? No me interesa en absoluto su vida*
Mi cerebro comenzó a ignorar el parloteo de Valery; decidí fingir sordera y dirigirme a la cocina.
–¡¿ACASO ME IGNORAS?!–me gritó, y odio que me griten.
–En primer lugar, ¡CÁLLATE!, y segundo, ¡Bájale 1,000 rayitas a tu voz si no quieres que corte tus cuerdas vocales!–nuevamente se lo tomó a broma, sin darse cuenta de que mi paciencia tiene límites.
–Si me ayudas en esto, te ayudaré a hacerle la vida imposible a él, a ese tal Forget–levanté la cabeza y sonreí.
–Ahora tienes toda mi atención–
–Aquí está su Starbucks, Señorito Thaner–nos interrumpió la sirvienta, extendiéndome lo solicitado.
–¿¡Dónde estabas!?, ¡Pedí esto hace 1 hora!, ¡ya no lo quiero!–abrí el vaso y lo derramé sobre su vestido–¡A la próxima corre más rápido si no quieres que te eche a mi Rottweiler y mi Pitbull Stuffawler.
Tengo a estos bebés desde hace más de 4 años; ambos son machos. El Rottweiler se llama Drogón y el Pitbull se llama Kronos.
Mientras la sirvienta se retiraba y Valery no dejaba de hablar como un loro, una llamada llegó a mi teléfono. Al ver el nombre familiar en la pantalla, una sonrisa se dibujó en mis labios.
*Que empiece la diversión.*
Narra Briatny.
Me encuentro en la dimensión Tierra. Estoy preparando mi desayuno, el cual consiste en leche con cereal.
–¿Has visto mi taza?–me preguntaba mi hermana mayor, que al parecer se había desvelado mucho, puesto que sus ojeras me lo decían.
–Creo que está en la alacena.–Rodó los ojos y se dirigió a la alacena.
–Buenos días–saludó mi madre, quien se acomodaba su bata de dormir–Briny (apodo que suele decirme cuando anda de buenas), saca la basura–me ordenó.
–¿Puedo sacarla después de desayunar?–indagué.
–No, porque luego se te olvida–.
*Me conoce tan bien*.
Hice lo que me pidió y saqué la basura.
En la tarde me encontraba en mi habitación, planeando ir a la plaza con mis amigos, así que le marqué a Walther, ya que si él iba, era seguro que mi madre me dejaría ir.
Pero quien me respondió la llamada no fue Walther.
–¿Hola?–dijo una voz femenina.
–Ehhh. Hola, habla Briatny. ¿Está Walther?–Escuché algunas voces de fondo, incluso algunas risitas emocionadas.
–Soy su madre, Raquel. Walther se encuentra en cama en este momento–me notificó.
–¿Qué le pasa?–Aunque reconozco que mi amigo es gran dormilón, la hora me indica que algo andaba mal.
–Tiene fiebre y está algo resfriado–luego de fondo se escuchó un gran estornudo–mejor dicho, muy resfriado.
Luego se escuchó la voz de Walther de fondo.
–¡Mamáaaaaaa!, el gato me está mirando feo–luego sus hermanos comenzaron a burlarse.
–Puede que también esté delirando–siguió diciendo.
–¿Puedo visitarlo? Tal vez así se distrae un poco–nuevamente unas risas emocionadas se escucharon, acompañadas de unos sonidos de golpes.
–Sí, sí, ven así están a solas. ¡Digo!, así se distrae Walther–me dijo la hermana que al parecer le había quitado el teléfono a su madre.
Le hablé a mi madre de la situación y me dejó ir.