A través de la Segunda Estrella

–¿Color favorito?–Preguntó Thaner.

NARRADOR:

En la quietud de su alcoba, el más joven de los Lennon despertó, extendiendo su cuerpo entre bostezos matinales. Al silenciar el despertador, la habitación quedó envuelta en una calma tras detener el sonido repetitivo del despertador.

– Buenos días, joven Lennon –saludó Káiser al adentrarse en la estancia, como era su costumbre, sin solicitar permiso.

– Guten Morgen, Idiot –respondió Thaner, esbozando una sonrisa sarcástica.

– Le recuerdo que también domino el alemán –observó con seriedad, harto de las respuestas impertinentes de su protegido.

Thaner abandonó la cama, percibiendo el suelo frío como cada mañana, erizando su piel al contacto. Tomó una ducha y se vistió con ropajes confortables para pasar el día en casa, encerrado como de costumbre.

– ¿Algún suceso de importancia hoy? –inquirió a Káiser mientras saboreaba su desayuno con serenidad.

– Nada relevante por hoy –respondió–. No obstante, le recuerdo que tiene deberes pendientes y tiene que ir al Instituto–El recordatorio le pareció superfluo al joven Lennon, provocándole cierta risa e escaso interés.

– Puedo resolver esa tarea sin necesidad de escribirla siquiera –replicó sonriendo–No quiero ir a ese encierro tampoco. Así que lo omitiré –bromeó mientras llevaba el vaso de leche de almendra orgánica a sus labios.

Káiser permaneció junto a la puerta de la habitación, sin intenciones de retirarse, lo que incomodaba ligeramente a Thaner, quien disfrutaba de la soledad y de la escasa necesidad de entablar conversaciones.

– ¿Qué le parece la idea de acudir al bar? –propuso Thaner, ignorando que Káiser desaprobaría tal sugerencia. Con voz sosegada, el guardaespaldas mantuvo la compostura.

– Le recuerdo que no puede abandonar la mansión, salvo que sea para ir a su "encierro"–mencionó, ajustando su traje–. Puede encontrar entretenimiento en los recursos que la mansión ofrece –sugirió como reproche, hastiado de la obstinación de Thaner.

– Estoy hastiado de mis lecciones de violín, de mis clases de francés. Me aburre sacar a pasear a mi caballo, Sirius. Detesto usar mi teléfono, mi consola de videojuegos. Circular con mi automóvil deportivo por el patio trasero de la casa. ¿Qué más espera que haga en este lugar maldito? –Nuevamente, su gesto de disgusto se reflejó en su semblante.

– ¿Y qué tal si consigue una novia? –dijo, provocando la risa de Thaner una vez más.

– ¿Conseguir? ¿Acaso me resultará tan difícil? –comenzó a reír–. Todas las mujeres de esta maldita ciudad caen rendidas ante mí –afirmó con un grado de seguridad genuino.

– No todas –respondió Káiser, acercándose a la ventana que iluminaba la habitación, contemplando con atención el paisaje que se extendía ante sus ojos.

– ¿Disculpe? Estoy seguro de que eso es incorrecto. Nadie puede resistirse a este rostro y a este cuerpo esbelto. De lo contrario, la dama sería lesbiana –Káiser volvió a sonreír, mirando fijamente a Lennon con una expresión que denotaba humor ante su autoestima.

– Hay una joven que no parece rendirse ante usted. Y está comprobado que no es lesbiana –afirmó.

– Dígame su nombre. Demostraré que puedo conquistar a quien sea y como sea –Declaró Lennon, ajustando su cabello mientras admiraba su reflejo en un enorme espejo empotrado en la pared.

– Es la dama a la que espiamos una vez. Si no me equivoco, parece estar enamorada del joven a quien usted ha apodado vulgarmente "Espagueti andante" –entrelazó las manos detrás de su espalda.

– ¿Se refiere a Briatny Darly? Pfff, "qué difícil" –burló sarcásticamente, haciendo los gestos de comillas–. Te apuesto un Rolls-Royce Boat Tail a que la conquisto y la convierto en mi novia en un mes –afirmó seguro de sí mismo, extendiendo la mano hacia Káiser para cerrar la apuesta.

– Acepto –estrechó la mano ansiosamente, lleno de alegría y satisfacción–. Que el automóvil sea de color negro –pidió.

– Lo siento, ese es mi favorito. Puedo ofrecerte mi automóvil rojo, tal vez el azul –sugirió.

– ¿Por qué prolongar la apuesta a un mes? Si está tan seguro de que la conquistará fácilmente –preguntó el guardaespaldas sin comprender ese punto.

– Nunca he tratado con mujeres, menos para conquistarlas por mis propios medios. Normalmente, ellas se enamoran solas. Debo conocer todo sobre ella, sus gustos, sus disgustos, absolutamente todo –Narró Thaner mientras se aproximaba a la ventana, observando los hermosos rosales que eran podados cada mañana para mantener su forma–. Después de investigarla a fondo, podré jugar con ella a mi antojo. Quién sabe, tal vez ella se entregue a mí –Káiser, quien desaprobaba esa forma de pensar de su amo, lo fulminó con la mirada, sabiendo exactamente a qué se refería con "entregarse a mí"–. No te preocupes, amigo, prometo usar protección –bufó y recibió otra mirada desafiante que solo lo hizo reír.

–Bien, prepara mi uniforme–, añadió Thaner con determinación, girándose hacia el baño.–Puedo llegar a tiempo al Instituto si paso por alto los semáforos en rojo y si no me detengo a parar ante los peatones.– Con agilidad, logró adentrarse al baño justo antes de que el zapato de Kaiser impactara en su cabeza.

Narrador desde el punto de vista de Briatny.

Ella despertó con la llegada de la luz del día, sus párpados se alzaron con la lentitud de quien aún siente el peso del sueño recorriendo su cuerpo.

El cuerpo le dolía, cada parte, cada músculo, todo. La voz de su madre, mezclada con la música que ambientaba la cocina, resonaba como un suave murmullo reconfortante en el aire matutino.

–Arriba Briny, es hora de ir al Instituto–Le llamó.

El llamado de su madre era un bálsamo para el corazón. Salió de la cama con rapidez y corrió hacia ella en busca de su abrazo. Sus lágrimas se derramaron en el pecho de su madre, había estrañado tanto esta calidez perdida que solo el hogar puede ofrecer. Missendy, su madre, ajena al motivo de mi tristeza, deslizó su mano con delicadeza por su cabello y la envolvió con su ternura maternal.




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