Continuación de la cita con Thaner...
Al regresar a casa, afirmé que me sentía cansada para evitar tener que dar explicaciones. Al entrar en mi habitación, me encontré con todas las cajas de ropa y accesorios que Thaner me había comprado. Las aparté a un lado y me dejé caer exhausta en mi cama.
Me sentía traicionada. Había depositado tanta confianza en alguien que acabó contribuyendo para arruinarme. Varios pensamientos invadían mi mente, el sueño se escapaba y podía sentir ese peso en el pecho que me hacía anhelar llorar.
Mi teléfono comenzó a sonar, al revisarlo vi que era Arely, emocionada por saber qué había ocurrido esa noche. Mis otros dos amigos, Diana y Walther, también mostraban interés, pero me sentía tan desanimada que decidí no contestar ningún mensaje.
Dejé mi teléfono en la mesita de noche y abracé mi almohada, único consuelo que encontraba en ese momento. No sé en qué momento exacto caí profundamente dormida. Al despertar, apenas faltaban 4 minutos para las 3:00 am.
Me levanté de la cama, mis pies tocaron el frío suelo. Mi hermana se movió en la cama, habiendo sentido que me levantaba.
Abrí la puerta con cuidado, y al salir, la cerré de la misma manera. La casa estaba sumida en un silencio y una quietud profunda. Mis padres dormían plácidamente en su habitación. Al llegar a la puerta principal, lancé un hechizo de "Burbujas de silencio", que siempre me había ayudado a salir sin hacer ruido.
La noche estaba iluminada por una Luna casi completa. Con un gesto de mis manos, hice aparecer una bola dimensional, mi única forma de llegar a mi otro hogar, ya que no podía usar magia poderosa como abrir portales a mundos inexistentes.
El sol apenas se alzaba sobre el horizonte del mar, y el aire tenía un aire frío que parecía persistir todo el día. Sentí una conexión profunda con este mundo, como si mi magia estuviera encendida dentro de mí.
Al dirigirme hacia la entrada, me detuve bruscamente por un mareo repentino. Todo giraba a mi alrededor, y apenas logré sentarme en las escaleras. Me llevé las manos a la cabeza, mi respiración se volvió agitada de repente, mi corazón latía con fuerza en mi pecho.
– ¿Bri?– Escuché una voz pronunciar mi nombre. Al levantar la vista, vi el rostro preocupado de Jack. Solo pude sonreírle antes de desmayarme en sus brazos.
NARRADOR.
Cristian Cullem y su hermano, Edward, se encuentran en la biblioteca, ambos reflejan en sus rostros desilución, insertidumbre y con un desdén de enojo.
– Y esa es la situación, hermano. – informó Cristian a Edward, quien apenas había dormido por la ansiedad que lo abrumaba.
– ¡MIERDA! – exclamó, golpeando con fuerza la pared con el puño cerrado. – Tiene que haber una forma de que ella no se enfrente sola. – dijo, tratando desesperadamente de encontrar una solución. – Tiene que haber una manera, alguna puta forma. – agregó con creciente frustración. – Revisa tus libros, lee los registros, algo tiene que servir de ayuda.
– Esto se ha relatado durante años, no hay leyes que sugieran otras alternativas, hermano. Si el lobo Alpha declara la guerra por la corona a Bri, ella será la única capaz de enfrentarlo, siendo la heredera al trono – informé con pesar. – Lamentablemente, lo que está a punto de suceder son asuntos de la realeza, inamovibles, sobre los cuales no tenemos margen para intervenir – mencionó el Brujo con un desdén de desilución.
Edward se quedó en silencio por un momento, su mirada reflejaba la consternación y la desesperación.
– No tiene sentido.– Murmuró–¿Estás diciendo que este enfrentamiento solo puede ser dictado por miembros de la realeza? El lobo Alpha no es de la realeza. ¿Cómo puede tener la autorización para decretar la guerra por el trono de Nunca Jamás? – sus palabras denotaban una creciente angustia y Cristian comprendió que Edward, siendo tan inteligente, no había analizado algo.
– El Lobo Alpha no será quien inicie esa guerra, él solo ha concebido el plan. Enviará a su hijo, Jack Jey, a ejecutarlo. Aunque Jack Jey no ostente una corona sobre su cabeza, él es hijo de un Alpha, heredero de una manada, lo que lo eleva a una categoría diferente de realeza. – explicó, sintiendo cómo la preocupación y la tristeza envolvían a su hermano.– Escucha, para nuestra suerte, como ya dije, no será el lobo Alpha quien luche contra Bri. El lobo alpha técnicamente está muerto, por lo tanto quien tiene el mando es su hijo, pero eso no significa que Bri esté en aptas condiciones para enfrentarlo.–
– Pero, ¿qué tan probable es que este mandato sea legal?– Preguntó Edward.
~Ahora te explicaré, querido lector.~
Nunca Jamás es como una entidad que, aunque no posee oídos ni comprensión en el sentido humano, parece estar atenta a su propio destino. Cuando se trata del futuro de Nunca Jamás, los decretos tienen el poder de cambiar el curso de las cosas de manera drástica. En este caso, el decreto de guerra es un ejemplo claro de cómo una decisión puede alterar el destino del reino. El mundo parece detenerse y centrarse en esa situación, como si el destino mismo se quedara en suspenso, esperando que se resuelva el asunto antes de continuar su curso. Es como si todo en Nunca Jamás se enfocara en la resolución de ese decreto, y ninguna otra cosa importara hasta que se haya solucionado.
Bri, como heredera al trono, se encuentra en una posición delicada. No puede negarse a enfrentarse al desafío propuesto por Jack Jey, ya que su negativa implicaría automáticamente la ascensión de Jey al trono de Nunca Jamás. Entonces surge la pregunta: ¿por qué Jack Jey tendría la posibilidad de que su decreto sea escuchado?