Hoy es uno de esos días en los que hay bastante gente, muchos corren por el patio, otros meten sus pies en el lago, otros comen de la carne, todos se ven muy animados, camino entre la gente, solo espero que mi lugar preferido no este ocupado, una sonrisa surca por mis labios cuando noto que el lugar esta solitario, me siento en la roca, saco el libro que traía en mi bolsa y me pongo a leer.
Un carraspeo me sobresalta, levanto la mirada topándome con la chica nueva, no es muy alta, es pelinegra, morena, de ojos color miel, me mira con los brazos cruzados y una mirada molesta.
—Creí que todas teníamos que estar haya, atendiendo a esos enfermos.
Frunzo el ceño, miro a los hombres que señala, lucen bien, no se ven enfermos, pero porque esta chica piensa que están enfermos.
—Él me dijo que podría venir a leer aquí hace un rato.
—¿El? Es ese tipo raro que me trajo aquí ¿no?
Asiento despacio.
—¿Cómo te llamas?
Pregunto mientras cierro mi libro.
—Melanie…Melanie Gonzales y tú.
Mi mirada se pierde en el pasto, mi nombre… ¿Cuál era? La chica me mira con el ceño fruncido, cierro los ojos intentando recordar, pero es como si estuviera bloqueada, no recuerdo como me llamo, ni cuantos años tengo…levanto la vista cuando lo observo a él, mira a Melanie molesto, la miro y ella lo está retando con la mirada, llevo mis manos a mi nariz la cual sangra.
—¿Estas sangrando?
Melanie intenta ayudarme, pero es jalada con fuerza lejos de mí, levanto mi mirada viéndolo, mira molesto, muy molesto a Melanie.
—No la toques — su tono es amenazante — ve al evento, te quiero lejos de ella.
Melanie lo mira asustada, quiero ayudarla, pero mi cabeza me ha empezado a doler, la voz se me fue, tan pronto como se va Melanie, él se agacha quedando a mi altura.
—No me dejes, no te vayas…yo te curare…y-yo.
—Estoy bien — murmuro — solo…solo quiero descansar.
El intenta tocarme, mis parpados se cierran tan pronto como el termina de acercarse. La oscuridad me envuelve de nuevo, veo a todos lados, de nuevo puedo ver el rayo dividido que ilumina una esquina, llegó a esa esquina, me siento abrazando mis piernas, yo tampoco quiero estar sola, aquí hace mucho frio, miro arriba, puedo escuchar su voz rogándome que no me vaya, que vuelva a él.
Puedo sentir mis lágrimas correr por mis mejillas, solo es un sueño, debo recuperar energía para volver.
Los copos de nieve se estacionan sobre mi gorro de lana, mi nariz esta roja, mis manos congeladas, mis dientes castañean, siempre quise conocer la nieve y ahora me arrepiento, me quedo quieta cuando una bola fría y dura choca contra mi espalda, volteo rápidamente, una risa escandalosa llena el lugar.
—Oh desgraciado, lo pagaras.
A pesar de lo frio que esta la nieve o que mis manos estén demasiado heladas, tomo un puño de nieve, la hago bola y corro detrás del chico que ríe como un lunático, ambos corremos sin importar que resbalemos, me detengo cuando me doy cuenta que nos adentramos a un lago congelado.
—No te muevas…
—Tengo miedo — mi voz tiembla.
El chico intenta caminar a mí, doy un paso para facilitarle la tarea, sin embargo, el hielo es demasiado frágil, termino cayendo, el agua helada cala hasta en mis huesos, lucho por subir a la superficie, pero la chamarra se ha vuelto pesada, grito desesperada al sentir el aire faltando de mis pulmones (desde que nací tuve problemas de respiración) cuando mi vista se vuelve borrosa puedo sentir una mano jalar del cuello de mi suéter…
—Hicimos una promesa lo recuerdas.
Asiento, miro sus pies, esta vez se quitó los zapatos, examino su ropa la cual esta mojada, el me mira, sus ojos están inyectados de sangre, su nariz está ligeramente roja, tal parece que lloro.
—No recuerdo mi nombre — murmuro.
—No te fuerces en recordar, odio cuando te vas.
—Ni siquiera recuerdo el tuyo — continuo, de mi nariz vuelve a escurrir el líquido carmesí.
—Te llamas samanta, yo me llamo Ángel.
—Ángel — murmuro.
Ángel…tengo la terrible idea de que ninguna persona debería ser nombrada hasta que cumplan cierta edad, los nombres tienen significados bueno o malos, puedo asegurar que cada persona tiene un nombre equivocado, son lo contrario a lo que significa su nombre y eso puede confundir a cualquiera.