Miro el cielo, es de un color negro combinado con azul muy bajito, aunque ese azul se empieza a pintar de color naranja, mis pies se mueven bajo el agua, está ligeramente fría, mi cabeza se recarga sobre su hombro, puedo sentir como respira, está tranquilo, entrelazo mi mano con la suya.
Cuando “desapareció” Melanie creí que se enfadaría, creí que para estos momentos estaría vuelto loco, pero no…desde ante-ayer que desapareció Melanie lo único que hizo fue vestir a las chicas con un lindo vestido.
Después las encerró en su cuarto de cada una, desde entonces se vino a sentar a los escalones del lago, hablamos por horas, no quiero tocar el tema, pero el ligero temblor de sus manos puedo notar que tiene miedo, sin embargo, está esperando con paciencia su final, recarga su cabeza sobre la mía, un largo suspiro sale de sus labios, volteo a verlo, el me mira.
—¿Te das cuenta de todo lo que se avecina?
—Sé que fuiste tú.
Su mirada se vuelve más intensa, suspiro, me separo de él.
—Sabes que siempre odie todo esto.
El sol ya salió, empezó a iluminar todo a su paso.
—Lo se…pero era la única manera de destruirlos.
Esas palabras siempre tuvieron un poder sobre mí, desde que nos conocimos nunca pude dejarlo solo, lo amaba tanto que lo apoyaba en todo a pesar de sus decisiones, tarde me di cuenta que todo fue un error y me debí marchar, él era dependiente de mí y eso me trajo hasta aquí, hasta mi infierno, mi corazón no me permitía romperlo a él.
Al fin se quedó dormido, salgo de la habitación, el viento corre de manera lenta, las ramas de los sauces se mueven al mismo ritmo, miro el lago un escalofrió recorre mi columna, es entonces cuando tocan la puerta, veo como la chica de servicio corre abrir, su rostro se torna pálido al mismo tiempo que niega, meto un pie en el agua tibia.
Un agente de las fuerzas militares especiales abre la puerta con brusquedad, la chica del servicio corre a esconderse como la rata que es, meto mi otro pie, varios militares se adentran al lugar al mismo tiempo que yo bajo los escalones, miro abajo, nunca supe nadar, aunque el agua me tranquilizaba estar dentro de ella me aterraba.
Entran más militares, las chicas que habían estado en sus habitaciones salen del lugar, algunas lloran, algunas sonríen, una sonrisa se extiende por mi rostro cuando veo a Melanie escoltada de un policía, su mirada me busca, me encantaría ir con ellas, Melanie se acerca a mi aterrada, nerviosa, asustada, con lágrimas desbordándose por sus ojos.
—S-Sam, sal de ahí, es peligroso, vámonos he traído la ayuda.
Sonrió.
—Me tengo que ir, solo hazme un favor y se feliz, vive, no vivas como me contabas, vive como si fuera el ultimo día.
—¿Sam?
—Mel, yo estoy muerta.
La barbilla de Melanie tiembla, sus rodillas impactan contra el suelo, quiero abrazarla, pero el agua me está abrazando tan fuerte como la tierra abraza a los árboles.
—Morí el 24 de octubre de 2010, hace cinco años.
—Y-yo te veo.
—Porque yo aún sigo en la tierra, pero mi cuerpo está ahí.
Señalo el lago, el policía que la cuida va por ella, la toma de los hombros y se la lleva, aunque ella patalee no cede.
—Puedes llevar mi cuerpo a un lugar con muchas flores, ese es mi último favor.
Melanie llora, sonrió, miro el cielo por última vez, el sol esta hermoso, tal vez hoy más que otros días, una lagrima resbala por mi mejilla, escucho mucho alboroto, bajo la mirada, veo como se llevan a ángel, el me mira y asiente, le sonrió, levanto mi mano sacudiéndola a modo de despedida, este no es un adiós, es un hasta pronto, no puedo irme sin antes haber cumplido mi palabra.
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