A través del lago

Capitulo 7

—El próximo año cumplo doce y tu once.

—Aun somos muy jóvenes.

Samanta se ríe de ángel, por otro lado, ángel la mira molesto, no creía que fuera difícil convencer a una mujer de casarse, pero tenía que esperar, los meses pasaron, ángel era feliz, la casera era amable con él, podía ver a Sam todos los días, era como estar en un sueño, sueño que se convirtió en pesadilla cuando su padre volvió.

El chirrido de la puerta abriéndose alarmo a ángel quien se paró rápido, la imponente sombra alzándose ante ángel era intimidante, por otro lado, ángel se decía a si mismo que no debía tener miedo del demonio o seria devorado, con ese pensamiento cerro sus ojos; el líquido helado calo en los huesos de ángel, rápido se levantó.

—¡Que te pasa!

—Escuincle estúpido — una bofetada voltea el rostro del niño — crees que te mandas solo.

Ángel cerro los ojos, un olor peculiar entro por sus fosas nasales, era alcohol, desde que despertó tenía un mal presentimiento, ahora sabía cuál era, cerro sus ojos mientras una lagrima rebelde resbalo por su mejilla, una ola de golpes lo tiraron al suelo, cada que su padre tenía un mal día él era su costal de boxeo y ahora podía tener una razón para serlo.

Pasaron cuatro días en los que su padre volvió a irse, era el cumpleaños de aurora así que tenía que asistir, cuatro días en los que ángel no salió, le avergonzaba salir con todos los moretones adornando su rostro y cuerpo, un sollozo se escuchó en la solitaria habitación, ángel solía llorar cuando estaba solo, no le gustaba que vieran ese lado vulnerable de él.

Tres toques se escucharon en la puerta, ángel dejo de respirar como si la persona al otro lado pudiera escuchar su respiración, cuando creyó que ya se había ido la persona se levantó, otros tres toques se escucharon, ángel se quedó quieto, de verdad no tenía ganas de ver a nadie.

—¿Ángel?

La voz de samanta alarmo a ángel, no debía estar ahí, era peligroso, ella era un precioso ángel, a su padre le encantaba devorar, exprimir a los ángeles, odiaba la luz de las demás personas, no quería que samanta sufriera, rápidamente salió, tomo de la mano a Sam y corrió, tres cuadras lejos de su casa se detuvieron, estaban frente a un parque, ángel se agacho para poder respirar bien, una cálida mano se posó en su espalda.

—¿Todo bien? — pregunto Sam.

—No vayas de nuevo — murmuro ángel.

Sam frunció el ceño, miles de veces había ido a la casa de ángel y no había problema, ángel desapareció por días, tenía moretones y ahora decía que no fuera haya, cuando lo vio quería preguntarle, pero ángel reacciono tan rápido que no le dio tiempo ni de pensar.

—Eres raro.

Sam se fue a una banca, el sol ya estaba en su punto final, ángel fue y se sentó junto a ella, recargo su cabeza en su hombro.

—Tus lunares desaparecieron por esas manchas moradas — murmuro Sam.

—Nunca me gustaron estos lunares, me recuerdan a ella.

—A mí me gustan, te hacen ver tierno.

—No soy tierno.

—Eres mi chico tierno.

Ángel sonrió, “mi chico” aunque su corazón había dolido los últimos días, esa simple palabra, esa simple presencia hicieron que dejara de doler y latiera con intensidad.




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