A través del tiempo (2023)

CAPÍTULO 11

Paula miraba los ejercicios de matemáticas con mala cara. Por más que leía y releía, aquel tema lo tenía atascado. Intentó buscar en internet alguna página que pudiera ayudarla a aclararse, pero no hubo suerte. Sacó los auriculares de la mochila y se puso algo de música para despejarse un rato, cerró los ojos y sonrió, todo el esfuerzo iba a merecer la pena. Fue a la cocina a beber agua y cuando volvió…

—¡Dios, que susto me has dado!—la muchacha se llevó una mano al pecho.

—Podría decir lo mismo—se acercó a la pequeña mesa donde Paula tenía sus apuntes perfectamente ordenados y subrayados con colores claros—¿Y esto?

—Mis apuntes de matemáticas—le aclaró—Si vienes a ver a tu tía, no está, se llevó a María a dar un paseo mientras yo estudio…O eso intento.

—¿Estudiar? ¿Pero tú no habías dejado de estudiar?—preguntó extrañado.

—Me gustaría presentarme en Septiembre a ver si consigo aprobar el Bachillerato. ¿No te lo ha contado Sonia?

—Hace tiempo que no hablamos, venía justo a eso—se quedó mirando los apuntes—¿Puedo?

—Todos tuyos. A ver si tú entiendes algo, porque yo estoy atascadísima—resopló.

—¿Desde cuándo llevas con esto?—en su mente resonó «¿Y a ti que te importa?»

—Todo lo que llevo de día, soy incapaz de entenderlo—guardó silencio mientras él miraba los ejercicios muy concentrado—¿Dónde está?

—¿Dónde está, quién?

—Tu hostilidad—Saúl la observaba en silencio—No me mires así, desde el minuto uno que me conociste me has tratado con hostilidad. Y desde que has llegado ni una mala cara, ni una mala palabra…

—¿Es que te gusta que te traten mal?—ese tono de voz ya le resultaba más familiar—No soy un ogro.

—Eso ya lo sé Saúl, sé que no lo eres aunque te empeñas en parecerlo. Pero prefiero que me pongas mala cara o que me tires pullitas antes de que me tengas lástima, odio que me tengan lástima. Al menos tú siempre me has demostrado tu antipatía por mí, en cambio ahora…

—Ahora…¿Qué?—era la primera vez que la escuchaba hablar tanto, pero se notaba que aún se sentía vulnerable.

—Nada, olvídalo—se puso a recoger sus cosas rápidamente—Mejor me voy a mi casa.

—Habla, no pasa nada por hacerlo, aunque incomode—se puso de pie.

—Ahora me miras como me miran todos, con lástima—por fin lo soltó—«Pobrecita Paula. Ha pasado por mucho. No te lo mereces» Sé que realmente se preocupan por mí y que me aprecian, eso no lo dudo, yo también los aprecio mucho, pero quiero dejar de ser «Esa pobre chica» ¿Entiendes?—se colgó la mochila a la espalda—Claro que no me gusta que me traten mal, de hecho he tenido mucho de eso en mi vida, pero tú eras el único que no me hacía sentir así, aunque ya veo que eso se acabó.

—Si piensas que de la noche a la mañana me caes bien, estás muy equivocada niña. Quizá he cambiado de opinión, sólo eso—intentó sonar lo más creíble posible.

—¿Puedo preguntar por qué?—sentía demasiada curiosidad.

—Puedes. Otra cosa es que yo te responda—respondió lo más seco que pudo.

—Mira, si es por lo del otro día…Te estoy muy agradecida, mucho, en serio. Me porté como una niña indefensa cuando no lo soy—Saúl no esperaba escuchar eso—Tú tenías razón, no era trigo limpio, a mí siempre me ha gustado gustar, eso es así, no lo puedo negar, como dirían las abuelas de por aquí, era un poco fresca, pero no me iba tirando a todo el mundo que se me ponía  por delante como dicen por ahí—suspiró—Sé que no quiero volver a ser así, sólo quería atención. Esa misma atención que nunca tuve por parte de nadie. Después de eso, conocí a Rubén, fui tan estúpida que al único de todos los que me regalaban los oídos que creí, fue a él y el resto, ya se sabe. Yo ya no soy esa Paula, pero da igual lo que haga, la etiqueta la llevaré pegada en la frente de por vida—unas tímidas lágrimas aparecieron en sus ojos oscuros—No sé por qué te estoy contando esto precisamente a ti—sonrió con tristeza mientras limpiaba sus lágrimas.

—Quizá porque necesitabas desahogarte con alguien—lo dijo de corazón—Yo sólo quería disculparme por mi comportamiento, no te juzgué por ti, sino por las acciones de tus padres, y tú no tienes la culpa de eso—se sentía bastante mal después de haber escuchado su historia—Y lo que pasó aquel día, lo habría hecho por cualquiera. Nadie se merece que lo humillen y que lo traten como a un trozo de carne—Paula asintió y se giró para marcharse, lo último que quería es echarse llorar ahí mismo delante de Saúl, pero él la detuvo—Espera—le puso una mano en el hombro—Déjame ver tus ejercicios—ella volvió a la mesa y sacó los apuntes para enseñárselos—Inecuaciones y sistemas, es chungo al principio, pero en cuanto aprendes un par de truquillos, no es tan complicado como parece. ¿Aquí es dónde estás atascada?—Paula asintió—Si me dejas te puedo ayudar.

—¿De verdad? ¿No es coña?—estaba realmente sorprendida por el comportamiento de Saúl.

—Pues claro, ven—se sentó junto a él y empezó a explicárselo de tal manera que al cabo de un rato, sabía resolver todos los ejercicios.

—Muchas gracias, en serio. Estaba a punto de pasar a otro tema—y por primera vez, ambos sonrieron con sinceridad.

—Las matemáticas siempre se me dieron bastante bien, para lo que realmente era duro de mollera era para historia, filosofía y esas asignaturas coñazo.




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