Dos semanas después, Sonia seguía sin cogerle el teléfono a Gael, tampoco quería abrirle la puerta, no quería verlo. Sabía que algún día tendría que dar la cara y terminar de una vez por todas con esa locura que nunca debió empezar.
Saúl tampoco daba señales de vida, eso era lo que más le preocupaba a Sonia, sólo esperaba que estuviera bien y que cuando se tranquilizara fuera a buscarla como siempre había hecho.
Paula se limitó a apoyar a Sonia, y a pesar de no estar de acuerdo con la decisión que había tomado, la respetaría. Y sí, seguía muy dolida por las palabras que Saúl le había dedicado, pero jamás lo reconocería ante nadie. Era obvio que volverían a verse, al fin y al cabo, estaba viviendo en la casa de su tía, pero haría lo que estuviera en su mano para evitarle lo más que pudiera.
Una noche en la que Sonia salió tarde del estudio, se encontró con Gael en la esquina. Aún no estaba preparada para enfrentarlo pero era inevitable que los dos se encontraran.
—Hola—saludaron los dos a la vez—No quiero parecer un psicópata, pero es la única forma que se me ha ocurrido para poder verte—Sonia se dio cuenta de que algo en él había cambiado, sus ojos habían perdido el brillo y la alegría que los caracterizaba, y su rostro lo delataba, no lo estaba pasando nada bien al igual que ella.
—Ya…necesitaba tiempo—«Y valor» pensó para sí misma.
—Tenemos que hablar ¿Podemos ir a tu casa?—sugirió el muchacho.
—No, lo que haya que decir, será aquí—intentó sonar convincente y calmada.
—Está bien—se moría de ganas de abrazarla de nuevo, pero tenía dudas sobre lo que le deparaba en el futuro más próximo—¿Qué pasará de aquí en adelante?
—Gael, esto debe acabar aquí. Los dos sabíamos que este día llegaría antes o después—tragó saliva para evitar echarse a llorar allí mismo.
—¿Qué? ¿Por qué?—se esperaba cualquier cosa, pero no acabar así de golpe—¡Por Dios Sonia, eso es una estupidez! Yo nunca pensé que lo nuestro tendría fecha de caducidad.
—Debiste pensarlo, creo que era más que obvio—respiró pausadamente para preparar todo lo que le iba a decir a continuación—Yo para ti sólo he sido un capricho que tenías de pequeño, pero es un espejismo Gael, y yo aproveché la ocasión por todas las cosas que tú ya sabes. Eres una buena persona y te agradezco enormemente todos los fantasmas que me has espantado, has hecho mucho por mí, pero esta locura tiene que acabar.
Gael se quedó sin palabras. En ese preciso momento pudo sentir en primera persona lo que era que alguien te partiera el corazón. Esa sensación de irrealidad, el pulso acelerado y ese nudo en la garganta que le impedía respirar con normalidad, un dolor en el pecho inexplicable y un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo hasta ponerle la piel de gallina.
—¿Estás…segura de lo que acabas de decirme?—la voz apenas podía le salía del cuerpo.
—Muy segura—se sentía como un ser despreciable, le estaba haciendo daño a sabiendas que no lo merecía. Pero prefería que la despreciara a que siguiera torturándose así.
—¡Mientes!—levantó la voz y la gente que pasaba por allí se les quedó mirando—Tú me quieres, lo sé—la atrajo hacia él y la agarró de las manos—Hay cosas que no se pueden fingir Sonia—clavó sus ojos en los suyos buscando algún resquicio de esperanza.
—Gael—sin dejar de mirarlo a los ojos para que el mensaje le quedara claro—Yo no te quiero—trató de sonar lo más convincente que pudo a pesar de que todo era mentira—Al menos no de la forma que a ti te gustaría—él la soltó como si le estuviera quemando, se negaba a creer lo que acababa de escuchar.
—Si esa es tu decisión, no me queda más remedio que aceptarla—admitió derrotado—Pero la mía siempre será amarte hasta el día que deje este mundo—añadió.
—No lo hagas—se sentía asqueada de sí misma por todo lo que estaba haciendo con el pobre chico—Seguro que llegará otra persona que te querrá y te valorará como tú mereces, y yo seré la primera en alegrarme por ti.
—Una vez te dije que podría conformarme con ser sólo tu amigo—se frotó los ojos con fuerza—Aunque ahora mismo no creo que pueda.
—Eso lo decidirá el tiempo Gael.
—¿Puedo darte un último abrazo?—ella asintió y se aproximó hasta él. Sólo quería sentirlo por última vez, guardaría aquel recuerdo para siempre—Adiós Sonia.
—Adiós Gael—ella siguió su camino, mientras él veía como la única mujer que había amado desaparecía en la oscuridad de la noche.
Sonia se pasó todo el camino de vuelta liberando todo aquello que había tenido que tragarse ante Gael. Estaba destrozada, aún más que cuando descubrió la infidelidad de Simón con la madre de Paula, se sentía vacía y sin rumbo.
Cuando llegó a casa, Paula estaba estudiando y al verla en ese estado, la chica se asustó.
—¡Sonia!—se levantó con rapidez y acudió a su lado—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? Ven, siéntate—la condujo hasta el sofá mientras le quitaba el abrigo.
—Está hecho—fue todo lo que dijo antes de volver a romper en llanto.
—¿El qué Sonia?—miró a Paula y la chica rápidamente enlazó conceptos—¿Gael?—Sonia asintió—Lo siento muchísimo, aunque sigo sin entender por qué lo haces. Estáis hechos el uno para el otro y no me parece justo que por un capricho de una tercera persona tengáis que sacrificar tanto.