A través del tiempo (2023)

CAPÍTULO 24

Ese mismo viernes, todos juntos viajaron hasta Alcalá del Júcar para la dichosa boda. Ninguno de ellos estaba feliz por volver, salvo María, que sonreía de oreja a oreja porque tenía muchas ganas de ver a su abu y a sus amigos del pueblo. Tras horas de viaje, ella y Paula llegaron a casa de Simón, mientras que Saúl y Sonia llegaron al piso de éste.

Nada más aparcar el coche, a Sonia se le empezó agolpar los recuerdos. Había jurado no volver a pisar ese pueblo nunca más y allí estaba de nuevo, cinco años después, donde todo empezó, a escasas horas de la boda de Gael…con otra.

—No te preocupes, él hace tiempo que no vive aquí—le aclaró su sobrino—Estás a tiempo de volver a casa, no tienes por qué pasar por esto.

—De ninguna manera—se bajó del coche y cogió su maleta—Cumpliré con lo prometido—le arrebató las llaves de su casa y se adelantó a subir primero.

Cuando cayó la noche, Saúl y Gael quedaron para su improvisada despedida de soltero. Llevaban algunas horas en la taberna y no sabían muy bien cuántas jarras de cerveza habían deslizado por sus gargantas, ya se reían por cualquier cosa.

—Gael, último aviso—le chocó la jarra—Podemos irnos ahora mismo y marcarte un novio a la fuga—los dos se rieron escandalosamente.

—No, que va, ya no hay vuelta atrás tío, no dejaría a mi hijo por nada del mundo. ¿Tú crees que seré buen padre?—preguntó en serio.

—Por supuesto que lo serás, no me queda la menor duda—lo animó.

—¿Y es fácil? Es decir, sin contar los desvelos, las enfermedades y todo eso ¿Qué se siente?

—¡Y a mí qué me preguntas! No tengo hijos, estás peor de lo que pensaba, igual deberíamos irnos a casa—le quitó la jarra de la mano.

—¿Cómo que no? ¿Y María qué es? Casi has criado a esa niña ¿No es eso lo que hacen los padres?

—Pero ella no es  hija mía, entonces no te puedo responder Gael.

—Sé como la cuidas, como la tratas, adoras a esa niña, has hecho más por ella que muchos padres que sí están presentes en la vida de sus hijos. ¿No vives ahora con ellas? Te va a tocar verla a diario y seguir haciendo lo mismo que hasta ahora—hizo una pausa para pedir otra ronda—Vale, técnicamente no eres su padre, pero me consta que la quieres como si lo fueras.

—Cuidar de ella y verla todos los días, me alegra la vida, no te lo niego. Que ella me quiera sin tener por qué hacerlo, me hace feliz, es de lo mejor que me ha pasado en la vida…Pero no creo que dure, no por María, si no por su madre—se lamentó—Paula tiene sus propios planes, y es más que obvio que un día no muy lejano…se irán—suspiró y le dio un trago a su cerveza.

—¿Y por qué no la haces cambiar de opinión? Estás a tiempo de hacerlo—le sugirió Gael.

—¿A quién? ¿A Paula? Apenas me dirige la palabra, así que está jodida la cosa. Aún no me perdona por todas aquellas cosas que le dije sin pensar y empiezo a dudar que lo haga algún día.

—Es normal, supongo que le rompiste el corazón—se le escapó.

—¿Qué?—no sabía si lo había entendido bien.

—Ni caso, si ya no sé ni lo que digo—intentó zanjarlo pero sabía que Saúl no lo dejaría estar.

—¿Tú sabes algo que yo no sé?—se puso de pie y obligó a Gael hacer lo mismo.

—A ver, saber lo que se dice saber, no sé nada a ciencia cierta, sólo es lo que a mí me estaba pareciendo—su amigo lo miraba sin entender nada—¿Te acuerdas de esa época cuando empezaste ayudarla con el tema de las clases?—Saúl asintió—Pues a mí me daba la sensación de que, entre ella y tú había una conexión. Después de todo, pasasteis de trataros fatal a ser amigos.

—Nunca fuimos amigos—estaba cansado de repetir lo mismo a todo el mundo.

—Bueno, eso no importa. A Paula se la veía muy motivada y con el historial de vida que tuvo la pobre, es probable que se ilusionara un poco contigo—se volvió a sentar en el taburete—Pero te repito, son cosas que yo imaginé en aquel momento, puede que esté equivocado, pero esta teoría es la única que hace que todo cuadre.

—Desde luego como guionista de culebrones, no tienes precio ¡Menuda imaginación!—se burló.

—Aunque lo que acabo de decir no fuera cierto ¿Qué te impide intentarlo? Y no me vengas ahora a decirme que ella te es indiferente porque, querido Saúl, te conozco como si te hubiera parido. Me parece muy bien que te ocultes tras ese disfraz de tío frío y que no le importa nada. Y por la cara que estás poniendo, creo que ni tú mismo te habías dado cuenta de eso hasta ahora ¿No?—Gael sacó su móvil para ver la hora—Creo que es hora de volver a casa.

—¿Quieres que te acompañe?—no pensaba responderle a todas las tonterías que estaba soltando Gael, la cerveza lo había hecho delirar.

—Le he dicho a Lola que me quedaría a dormir en tu casa, así no la molesto para mañana, pasaré mi última noche de soltero contigo, guapo—le guiñó un ojo y pago la cuenta.

—Gael, no puedes venir a casa—no quería que Sonia y él se encontraran—Es que no estoy solo.

—¿Te has traído a una amiga? Te prometo que saludo y me voy a la habitación.

—No, no me traído a ninguna amiga, pero no puedes quedarte en mi casa, lo siento.




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