A través del tiempo (2023)

CAPÍTULO 27

Paula se levantó del sofá a recoger el bolígrafo que aún seguía en el suelo, lo observó y sonrió sin muchas ganas. Lo siguiente que recordó fue que se despertó con los primeros rayos de sol que se estaban colando por la ventana. Escuchó jaleo en la cocina, supuso que era Saúl preparándose el desayuno, pero a continuación también pudo oír a su hija reírse de algo gracioso que seguramente él le había contado. Unos pasos se aproximaban hacia el salón y nada más abrir la puerta, un torbellino de pelo castaño, se tiró en plancha sobre ella.

—¡Buenos días mami! ¿Has pasado la noche otra vez haciendo deberes?

—Sí, pero ¿Sabes qué? Esta ha sido la última vez ¡Se acabaron los deberes!

—¿De verdad?—María abrió mucho sus ojitos verdosos, era algo que hacía cuando se sorprendía—¡Bien mami, por fin!—abrazó fuerte a su madre.

—No sabes lo mucho que te quiero—cogió su carita entre sus manos—No lo olvides nunca—la besó repetidas veces—Eres lo mejor que tengo—la atrajo hacia su pecho mientras cerraba los ojos, no sabía porque se sentía tan emotiva esa mañana.

—Yo también te quiero mucho mami—a María le gustaban mucho los mimos de su madre, era la mejor cosa del mundo—La mejor mamá del mundo la tengo yo.

—¿De verdad?—la niña asintió sonriendo y se puso de pie—Gracias—besó con cariño una de sus manos—Pero ya es hora que te lleve al colegio.

—Mami, tienes que ayudarme a peinarme—se señaló el pelo enredado—El tío Saúl lo ha intentado, pero no le sale bien.

—¿Qué quieres decir con que el tío Saúl lo ha intentado?

—Me desperté temprano y me ha hecho el desayuno, yo me he lavado los dientes y la cara y él me ha ayudado con el uniforme. Ah, también me ha dicho que él me lleva al cole y que luego me recoge, que tú tienes que hacer algo súper importante, pero…no ha podido peinarme, por eso he venido.

—¿Ha hecho todo eso?—no daba crédito a las cosas que acababa de escuchar.

—Sí, y me hace mucha ilusión que me lleve al cole ¿No te importa, no?

—Por supuesto que no. Anda ve por tu cepillo para que te pueda peinar—detalles como ese, que él no tenía por qué hacer, eran precisamente los que hacían que su corazón se derritiera más por Saúl.

Una vez María volvió con todo lo necesario para que su madre pudiera peinarla. Ya estaba preparada para que Saúl la llevara al colegio.

—Bueno mami, ya nos vamos—se puso la mochila y le dio la mano a su tío.

—Pórtate bien ¡Y no hables tanto en clase!—era la única queja que tenía su profesora sobre ella, hablaba muchísimo y distraía a sus compañeros.

—Vale, lo intentaré, adiós mami—dio media vuelta para abrir la puerta.

Paula los vio salir con la esperanza de que Saúl le deseara al menos suerte, pero no lo hizo, no le dijo ni una sola palabra. Ese tipo de cosas eran las que la hacían dudar, siempre le daba una de cal y otra de arena. Pero debía dejar de pensar en eso, y empezar a prepararse para ir a la universidad, había llegado el gran día.

Había quedado con Adri que pasaría a recogerla en un rato, Paula se había negado pero el chico había insistido en llevarla y acompañarla, no le quedó más remedio que aceptar. El muchacho fue puntual, siempre lo era, y ya estaba allí en la puerta de la calle, cuando ella bajó y se saludaron con un abrazo, como era habitual entre los amigos. Lo que ellos no sabían, es que alguien a los lejos, los estaba observando, ya que tuvo que volver a casa porque se había olvidado algo, y para nada le gustaba lo que estaba viendo, pero no podía meterse, no era asunto suyo.

—Estás muy elegante—la piropeó Adri—Muy profesional.

—Esa es la idea—subieron al coche y se marcharon rumbo a la universidad—Estoy muy nerviosa Adri, creo que se me olvidará hablar.

—¿A ti? ¿Hablar? Lo dudo mucho, hablas hasta con las piedras—bromeó.

—Eso es cierto—luego se preguntaba a quién había salido su hija—Quiero que pase este día ya por Dios.

—Tranquila—soltó un momento una mano del volante para tocar la de ella y transmitirle su apoyo—Lo tienes hecho.

—Perdona si estoy un poco dramas hoy. Mírame, parezco tú—no tenía miedo de bromear sobre él, nunca se lo había tomado mal.

—Para nada, el día que me toque a mí, asegúrate de tener una ambulancia en la puerta, sólo por si acaso.

Adri era un chico encantador, Paula le tenía mucho cariño al igual que a Vero. La había ayudado en muchas ocasiones a lo largo de la carrera. También era muy tímido, pero cuando cogía confianza era divertido y bromista. Él se valoraba muy poco, cosa que a sus amigas le molestaba mucho, quizá no era el chico más atractivo del mundo, pero era una buena persona, leal y bastante especial.

—Bueno…llegamos—anunció Adri.

—Sí…aquí estamos—metió la mano en su bolso y agarró con fuerza el bolígrafo que le había dado Saúl la noche anterior. Era una tontería y ella lo sabía pero aquel inanimado objeto, le daba el valor que necesitaba. Caminaron por la facultad hasta llegar a la sala donde tendría lugar la exposición, aún no había nadie, pero no tardaron mucho en hacer acto de presencia—Es la hora—Paula se aclaró la garganta y tomó aire.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.