A través del tiempo (2023)

CAPÍTULO 29

Casi al mediodía pudo ir hasta la habitación donde se encontraba María. Cuando entró y la vio tan pequeñita en una cama tan grande con una vía en el brazo, se le cayó el alma a los pies. La niña aún no había despertado de la anestesia, parecía un angelito así dormida. Lo primero que hizo fue darle un beso en la frente y acariciarle el pelo con mimo, tenía mejor aspecto que la última vez que la vio, y eso la tranquilizó. Acercó uno de los sillones a la cama para estar cerca de ella cuando despertara, cogió su manita y le dio varios besos antes de sentarse.

—Te quiero mi vida, nunca más me hagas algo así ¿Vale?—dejó caer su cuerpo en la parte de la cama que quedaba libre mirando a su hija y sin darse cuenta, también se quedo dormida, había sido una noche muy larga.

Saúl estaba en casa desesperado, él no quería estar ahí, sino en el hospital, quería ver a María y comprobar con sus propios ojos que de verdad estaba bien y no tardaría mucho en hacerlo. Una llamada entrante interrumpió sus pensamientos, pero no era quién él esperaba.

—Hola—farfulló de mala gana.

—Uis, vaya humor ¿Qué te ocurre?

—Más bien, qué no me ocurre—si a alguien podía contarle todo lo que se le estaba pasando por la cabeza era a Gael.

—¿Estás bien?

—Mejor que hace unas horas, sí que estoy—le contó todo lo que había sucedido con María—Así que aquí estoy, con ganas de verla.

—En cuanto pueda iré para allá, porque ¿Puedo ir, no?—no quería incomodar a nadie.

—Puedes venir, no está aquí—aclaró sin dar más explicaciones y Gael no quiso preguntar.

—Y Paula ¿Cómo está? Me imagino que lo habrá pasado fatal la pobre.

—Sí, pero ya está bien, como siempre—murmuró entre dientes.

—¿Por qué me da la sensación que lo que te pasa tiene que ver con ella?—conocía a Saúl como la palma de su mano, aunque apenas hubiera dicho nada.

—¡Por tu culpa!—le gritó—Yo vivía muy tranquilo hasta que empezaste a comerme la cabeza con ella y ahora…

—No, Saúl. Por mucho que yo te comiera la cabeza como tú dices, si te hubiera sido indiferente desde siempre, ahora también lo seguiría siendo. Yo sólo te di el empujoncito para que abrieras los ojos, tío—le encantaría verle la cara en ese momento, sabía cuánto le molestaba que lo dejaran en evidencia.

—¡Cállate! Todo esto está siendo muy difícil para mí—confesó—Gael, hace unos días hice una tontería y sé que debería estar arrepentido, pero no lo estoy.

—¿Qué has hecho Saúl?—estaba intrigado.

—Estábamos discutiendo, porque al parecer es para lo único que nos ponemos de acuerdo, y en un momento dado…la besé y…no dejo de pensar en ello desde entonces. Yo no soy de esos, y tú lo sabes, ¿Qué me está pasando?—se pasó la mano por el pelo agobiado.

—Si quieres te lo digo, pero luego no me ladres—bromeó Gael mientras su amigo le gruñía—Y si no es mucho preguntar ¿Cuál fue el motivo de la discusión?

—Te lo resumo, básicamente siento celos por una mujer que me detesta y por más que he intentado ser una persona diferente a la que era antes, hay cosas que no puedo arrancar de mí—se lamentó—Pero también pasó algo que no termina de encajarme.

—¿El qué?—Gael había sido testigo de su cambio y le daba pena cuando hablaba mal de sí mismo.

—Cuando ella llegó a casa, estaba aquí una amiga suya, muy insistente por cierto, y Paula la invitó a marcharse de manera no muy amable.

—¿En serio? Interesante, cuéntame más, como por ejemplo por qué estás celoso ¿Acaso ella está con alguien?

—No. Pero sí hay un tío, un amigo suyo, que desde que lo conocí y vi su comportamiento con Paula supe que estaba interesado en ella. Además su amiga me lo confirmó, y ese mismo día pasaron toda la mañana y parte de la tarde juntos. Cuando Paula volvió a casa, fue cuando pasó lo que te he contado antes, y soy un gilipollas dando bandazos de un lado a otro sin saber qué hacer—se dejó caer todo lo largo que era en el sofá.

—A ver si me he enterado porque me cuentas las cosas sin ningún tipo de orden, recapitulemos—se aclaró la garganta—Un día Paula queda con su amigo, el cual está loco por ella, por cierto ¿Paula lo sabe?

—No, no lo sabe o eso me dijo su amiga.

—Vale, sigamos. Al mismo tiempo, tú estás en casa con la amiga y cuando Paula llega y os ve ¿Qué estabais haciendo para que echara a la chica?

—Nada. Bueno a ver, Vero y yo estábamos hablando y ella se me echó encima, pero te prometo que yo nunca quise nada con esa chica y la rechacé.

—Y justo os vio, y, a juzgar por su reacción, creo que no le gustó nada que estuvierais tan juntitos…¿De verdad que aún no te has dado cuenta, tío?—sabía lo mucho que le costaba abrirse tanto y por eso no lo vacilaba en exceso.

—Y según tú de que no me doy cuenta.

—Creo que no fuiste el único celoso aquel día Saúl—si su amigo no era capaz de sumar dos más dos, era más tonto de lo que pensaba.

—No, para nada, me dijo que no le molestaba en absoluto con quien estuviera—le aclaró—Lo único que me dijo fue que no le parecía bien por la niña que estaba dormida en su habitación.




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