La comida transcurrió con fluidez y sin ningún tipo de incomodidad por parte de nadie por primera vez. Aunque al principio Paula estaba algo distraída por todo lo que había pasado con Adri. Pero en el instante en el que empezaron a charlar y bromear, trató de disfrutar de ello y olvidar el tema por un rato.
—Bueno…—dijo Paula tratando de llamar la atención de todos—Aunque en este momento me esté muriendo de vergüenza, querías deciros algo—se aclaró la garganta y tomó aire—Estoy muy contenta de estar aquí hoy con vosotros, con la que ha sido mi familia los últimos seis años. Me habéis ayudado a lo largo de este tiempo y sin pedir nada a cambio, todos, sin excepción—miró inconscientemente a Saúl—Y aunque me faltaría vida para daros las gracias por todo, me conformo con que sigáis a mi lado como hasta ahora—sin querer se estaba emocionando más de lo que ella quisiera—Sonia, contigo empezó todo. Si ese día no me hubieras encontrado en aquella plaza, nada de esto hubiera sido posible. Gracias por quererme como me quieres y apoyarme en todo sin apenas conocerme.
—No me tienes que agradecer nada, cielo, lo volvería hacer mil veces más—Paula le sonrió feliz.
—Papá, nunca pensé que pudiéramos tener una relación tan buena como la que tenemos a día de hoy—Simón agachó la mirada, jamás se perdonaría haberle fallado—Eh papá—apoyó la cabeza sobre su hombro—Olvida los malos tiempos, yo ya lo he hecho, nos queda mucho tiempo por delante.
—A veces me pregunto como de una persona como yo, ha salido alguien tan maravillosa como tú Paula—alzó sus manos para besarlas—Nunca más volveré a cometer ese error.
—Lo sé—dejó de mirar a su padre para mirar directamente a la persona que tenía frente a ella—A ti…no sé ni que decirte, la verdad. Lo único que puedo hacer es agradecer toda la ayuda que me has prestado en momentos en los que yo estaba al límite—quería escoger las palabras correctas para no exponerse delante de todos—Sin ti no lo habría logrado, a pesar de no tener la mejor relación, nunca lo olvidaré Saúl.
Él la miraba atentamente, como siempre hacía, sólo que en esta ocasión, Paula estaba haciendo exactamente lo mismo con Saúl. Y por primera vez, él dejó de hacerlo porque estaba tratando de descifrar todo aquello que amenazaba con desbordarse en su interior.
—Y a ti mi vida—refiriéndose a su hija—Gracias por enseñarme lo que es el amor incondicional, por haberme hecho madre, por ser mi motivación diaria y mi razón de ser. De no ser por ti, hoy no estaría aquí.
—Yo también te quiero mucho mami, eres la mejor—le dedicó la más bonita sonrisa a su madre.
—Y dicho esto, ya me callo, que bastante he hablado ya por hoy—bromeó.
Cuando salieron del restaurante, Simón se marchó en taxi para coger el tren de vuelta a Albacete, el resto, acompañaron a Sonia al aeropuerto para poder estar un rato más con ella hasta que saliera su avión con destino a Barcelona.
Al llegar a casa, Paula y María fueron a cambiarse de ropa a la habitación, cuando salieron al salón, Saúl ya no estaba allí. Más tarde, las dos cenaron y después Paula acostó a su hija y volvió al salón. Se prometió a sí misma que hablaría con Saúl esa misma noche, si es que volvía.
Llevaba horas dando vueltas por Valencia porque no se atrevía a volver a casa, pero ya se le estaba haciendo tarde y no le quedaba más remedio que hacerlo. Abrió la puerta despacio para no hacer ruido, pero cuando pasaba por el salón, la vio dormida de nuevo en el sofá, con el brazo sujetándose la cabeza y la televisión encendida. Saúl la apagó y cuando iba a dejar el mando en la mesa, se le resbaló de la mano cayendo estrepitosamente al suelo, despertando así a Paula.
—No quería despertarte—se agachó a recoger el mando y las pilas que se habían salido—¿Qué haces ahí otra vez?
—Te estaba esperando—se restregó los ojos con las manos—¿Has cenado?
—Sí, no te preocupes—mintió—Es muy tarde, deberías ir a dormir—lo que menos le apetecía en el estado de desasosiego en el que se encontraba era estar cerca de ella.
—No todavía. Quiero hablar contigo, siéntate—le señaló el otro lado del sofá donde ella estaba sentada.
—¿Por qué no mañana?—insistió pero fue inútil, no tuvo más remedio que ceder ¿Desde cuándo era tan fácil de convencer?—Está bien—se sentó junto a ella.
—Quiero que sepas que sólo hablaremos de este tema hoy, porque para mí no es fácil, pero tengo que hacerlo para poder seguir con mi vida.
—Si es lo que quieres, hazlo—había algo distinto en Paula esa noche y dadas sus palabras, sentía curiosidad.
—Tú siempre has querido saber el motivo por el que durante todos estos años te he estado tratando mal ¿No?—Saúl asintió muy atento a sus palabras—Pues bien—agarró un cojín y lo puso sobre su regazo—El día que descubriste lo de Sonia y Gael, me dijiste algo que me dolió mucho—Paula apretó fuerte el cojín hasta que sus nudillos se pusieron blancos—Me llamaste traidora.
—Paula yo...no sabía lo que estaba diciendo—aquellas palabras lo perseguirían el resto de su vida.
—De todas las cosas que podías haberme llamado, elegiste la peor—apartó el cojín a un lado—Mírame Saúl, yo jamás te he mentido, y mucho menos te traicionaría—sus manos estaban casi rozándose en el asiento del sofá—Pero lo que quiero decirte, o más bien, pedirte es que me perdones por mi comportamiento tan inmaduro durante tanto tiempo—cerró los ojos un instante para coger fuerzas—Hice una montaña de un grano de arena sólo porque me convenía tenerte lo más lejos posible de mí.