Al día siguiente, Vero había quedado con Saúl en el parque con la excusa de la niña e insistió a Paula para que las acompañara, sin que ella supiera nada, por supuesto. Llegaron un poco antes de la hora acordada para fingir un encuentro casual. Mientras María jugaba, las dos amigas hablaban de cosas banales y de sus compañeros de la universidad.
En un momento dado, a Vero le entró sed, y Paula sabía que su amiga era demasiado remilgada como para beber de la única fuente que había en todo el parque, así que se acercó a una pequeña tienda a comprarla. Mientras Vero esperaba a que su amiga volviera o a que Saúl apareciera, una voz conocida le hizo mirar a la izquierda.
—Hola niñera—bromeó el chico.
—¡Ey, hola!—se levantó para saludarlo—Hoy no vengo en calidad de niñera o eso creo.
—¿Ah, no? Entonces ya me dirás qué haces en un parque infantil—ambos sonrieron mientras Rubén buscaba con la mirada a la niña.
—Tomando el aire—ella también buscó a María y la llamó mediante gestos—Bueno sí, la estoy cuidando momentáneamente.
—Hola—la pequeña llegó resoplando por la carrera hasta allí.
—Pero bueno, si está aquí la niña más bonita del parque—se metió la mano en el bolsillo y sacó una pelota de goma con purpurina—Ten, para ti.
—Muchas gracias—le sonrió enseñándole todos sus dientecitos—Es muy chula.
—De nada—le acarició la mejilla con cariño—Para ti no traigo nada—le dijo a Vero—Pero si quieres podemos quedar algún día que no tengas responsabilidades pendientes.
Estaba a punto de darle una respuesta, cuando Paula llegó a la carrera empujando al chico con todas sus fuerzas.
—¡Apártate de mi hija!—le gritó furiosa.
—Mami ¿Qué pasa?—estaba muy asustada, nunca había visto a su madre tan enfadada—No te enfades, es mi amigo y de Vero también.
—Llévate a María de aquí—le pidió a su amiga quien tampoco sabía que le estaba pasando—Por favor Vero, llévatela, luego hablamos.
Le hizo caso y se llevó a la pequeña de allí, y justo al volver la esquina se encontraron con Saúl.
—¿Adónde vais con tanta prisa?
—¡Tío Saúl!—María se lanzó a sus brazos al borde del llanto.
—¿Qué pasa bichillo? ¿Por qué estás triste?—la estrechó contra su cuerpo para consolarla, mientras aspiraba el olor de su colonia infantil, la había extrañado mucho—¿Qué está pasando Vero?—se estaba empezando a preocupar porque la chica también tenía mala cara.
—No lo sé, estábamos en el parque, Paula fue hacer un recado mientras yo hablaba con un amigo y cuando lo vio, se puso hecha una furia. Me dijo que me llevara a la niña de allí, ha sido todo muy raro—relató confusa.
Volvieron sobre sus pasos y desde allí pudieron ver a Paula y al otro chico, por sus aspavientos parecían estar discutiendo.
—¿Lo conoces Saúl? ¿Sabes quién es?—preguntó la chica.
Cuando avanzó unos pocos pasos más, pudo ver quién era y su semblante cambió repentinamente, no podía ser él, no ahora.
—¿Saúl?—Vero le pasó una mano frente a sus ojos—Me estoy acojonando Saúl ¿Qué pasa con Rubén?
—Es el ex novio de Paula—susurró mientras señalaba a la niña que aún seguía abrazada a él.
—¿Es el…?—se calló dándose cuenta de que aquel chico era el padre biológico de María.
—Sí, pero se va a ir por donde ha venido—besó la cabecita de la niña mientras se la entregaba a Vero.
—Saúl, no te metas, esto tiene que hacerlo ella sola. Si la quieres ayudar, deja que Paula lo resuelva.
—Tío Saúl no te vayas, quédate conmigo—le pidió ente lágrimas María, así que no le quedó más remedio que quedarse.
Unos metros más allá, estaban Paula y Rubén discutiendo delante de toda la gente que había en el parque que se estaba empezando arremolinar en torno a ellos, ya que la historia de esos dos era conocida por todos los habitantes del pueblo manchego.
—¿De verdad me crees tan tonta Rubén? No me creo que te la encontraras por casualidad—sonrió cínicamente mientras lo fulminaba con la mirada.
—Pues es así Paula, no tengo por qué mentirte. El día que la vi por primera vez no me lo podía creer, se parece muchísimo a mi hermana cuando tenía su edad y…no pude evitar buscar una excusa para conocerla.
—Pudiste haberla conocido, pudiste haber formado parte de su vida, y no te dio la gana Rubén.
—Lo sé, y no sabes lo arrepentido que estoy—Paula lo miró y pudo ver en esos ojos tan similares a los de su hija algo que no se esperaba, vergüenza y culpa.
—Que lo nuestro se acabara, era cuestión de tiempo con embarazo o sin él. Pero en cuanto te enteraste de que estaba embarazada, decidiste lavarte las manos y no cargar con la responsabilidad que te tocaba. Me costó mucho hacerme a la idea, pero fue tu decisión, así que no me vengas ahora con que estás arrepentido y quieres conocerla, porque no te lo pienso permitir ¿Me oyes?—lo fue arrinconando contra un árbol hasta que su espalda encontró el tronco.
—Es mi hija Paula, tan mía como tuya, y eso no lo puedes cambiar—le dijo muy serio y todos los temores de la muchacha empezaron a cobrar vida.