Un par de días más tarde, Saúl seguía dándole vueltas a la repentina aparición de sus familiares. No es que esperara nada de ellos, pero la curiosidad que sentía era mayor que su indiferencia y como le había dicho la propia Paula, no tenía nada que perder. Llamó al tal Andrés, el que decía que era hermano de su padre, no tardó mucho en atender la llamada y quedaron esa misma tarde.
Vero y Paula estaban hablando sobre una foto que había subido su amigo Adri a redes sociales. El chico seguía en Alicante y de momento no se había puesto en contacto con ninguna de sus amigas.
—¿Has visto esta foto?—preguntó Vero a su amiga—¿Pero qué está haciendo este chico?
—Pues por lo que se ve, vivir en el gimnasio. Está bien que tenga hobbies pero igual creo que se está pasando—en todas las semanas que habían pasado sin verlo, Adri había ganado peso y había entrenado duro para dar forma a su cuerpo.
—¡Míralo, si soy capaz de contarle los abdominales y todo! ¡Vaya, vaya con Adrián!
—Vero, por Dios, que es casi nuestro hermano—la reprendió Paula.
—Yo quiero mucho a Adri y por muy mazado que esté, jamás iría a por él—Paula iba a responderle cuando recibió un mensaje de Saúl.
SAÚL—¿Haces algo esta tarde?
PAULA—Nada fuera de lo habitual ¿Por?
SAÚL—He quedado con ese hombre…ya sabes…Y me gustaría que vinieras conmigo.
PAULA—Pero es un tema muy personal…No sé…
SAÚL—Piénsalo, y si te decides, hemos quedado a las siete en la plaza.
PAULA—Vale, lo pensaré.
Saúl leyó el mensaje pero no respondió. Paula resopló tirando el móvil encima de la mesa.
—¿Qué te pasa?—Vero la miraba expectante—¿Es Saúl?
—Sí, tengo que contarte una cosa, pero que no salga de aquí.
—Prometido—Paula le contó todo lo que había pasado el día anterior en casa de Saúl—Joder, menuda putada.
—Pues sí, es una situación difícil para él después de todo lo que ha tenido que pasar. Quiere que vaya con él a ver a ese hombre esta tarde.
—¿Y vas a ir?
—Por una parte sí me gustaría, pero por otra no—Vero puso cara de que no entendía nada—A ver, me gustaría ir porque quiero apoyarlo. Pero por otro lado es un asunto familiar en el que yo no pinto nada.
—Paula debes ir, por si no te habías dado cuenta, él ya os ha incluido en su familia. Así que me temo que no te queda otra que ir y no te preocupes por la enana, yo la recojo de la casa de su amiga.
—Creo que estoy abusando de ti demasiado, muchas gracias—las dos se echaron hacia atrás en el sillón balancín que tenía en el patio mientras reían como niñas.
Paula salió de casa a las seis de la tarde para hablar con Saúl antes de su cita con Andrés. Vero aún seguía en casa haciendo hora para ir a buscar a María que estaba en la piscina de una amiga. En ese momento envidió a la pequeña, porque aquel día estaba siendo especialmente caluroso. Llegó la hora para ir por ella. Lo bueno que tenía ese pueblo era que apenas había distancias, se podía ir andando a casi todos lados. Iba caminando distraída cuando a lo lejos, vio a un chico tambaleándose, tras descartar la hipótesis de que estuviera bebido o algo por el estilo, se acercó hasta él para ayudarlo.
—Ey ¿Te encuentras bien?—Vero lo miró atentamente porque esa cara le sonaba de algo.
—No mucho…—el chico apenas podía hablar—¿Podrías ayudarme?—cuando levantó la cabeza y la vio sabía que la había visto antes, pero no sabía dónde—Creo que te conozco de algo.
—Ven, vamos a la sombra—lo llevó como pudo hasta un banco que había por allí.
—No estoy acostumbrado a este calor tan agobiante, no soy de por aquí—le aclaró.
—Yo tampoco. Soy de Valencia, estoy aquí visitando a una buena amiga—recordó que tenía un abanico en su mochila y lo sacó para hacerle aire—¿Mejor?
—Sí, muchas gracias—la miró a la cara más detenidamente, tenía los ojos color ámbar grandes y hermosos ¿Dónde los había visto antes?
—Iré por agua, quédate aquí ¿Vale?—el chico asintió con la cabeza y no dejo de observarla hasta que desapareció dentro de una tienda. Tardó poco tiempo en volver con agua fresca y unas cuantas chucherías—Ten, bebe despacio—le pasó la botella y sus dedos se rozaron sin querer.
—Gracias… Emm, no sé cómo te llamas.
—Vero, me llamo Vero—le alargó la mano para saludarlo.
—Marc, encantado—le correspondió al saludo—De verdad muchas gracias por ayudarme, si no fuera por ti, me hubiera abierto la cabeza contra cualquier sitio.
—Es lo menos que podía hacer. Toma, para que te recuperes pronto—le dio la bolsa con las chucherías—Y si no eres de aquí ¿Qué haces en este pueblo?
—Soy de Barcelona, mi padre y yo estábamos buscando a un familiar…—de repente Marc se quedó callado, ya sabía de qué conocía a esa chica.
—¿Estás bien? ¿Te has vuelto a marear?—preguntó preocupada.