A través del tiempo (2023)

CAPÍTULO 45

Un par de días más tarde cuando Sonia volvió a casa, quiso darle la sorpresa a María y a Saúl, ya que ellos no sabían nada. Dejó su teléfono al alcance de la niña y ella fingió ir a dormitorio a buscar algo, cuando éste comenzó a sonar.

—¡Tía te están llamando!—gritó para que pudiera oírla—Es el abuelo.

—¡Cógelo tú galletita, ahora voy!—se quedó escondida detrás de la puerta para ver su reacción.

La pequeña obedeció y descolgó. Cuando lo hizo, la cara de María se iluminó al ver quien estaba al otro lado de la videollamada.

—¡Mami!—soltó un gritito por la emoción—¿Eres tú de verdad?

—Pues claro que soy yo de verdad—Saúl al escuchar su voz, se acercó hasta la niña pero no frente a la cámara. No podía creerlo, Paula ya había despertado—¿Me has echado de menos?

—Mucho mami—miró a su tío que estaba parado frente a ella—Te hemos echado mucho de menos ¿Cuándo vuelves a casa?

—Aún no lo sé cariño, pero todavía quedan unos cuantos días, pero te prometo que hablaremos a menudo ¿Vale?

—Estoy muy contenta de que ya no estés dormida, pero quiero ir a verte. Dile al médico que tú si me dejas ir, por fi mami.

—No se puede cielo, son las normas del hospital—María refunfuñó pero de nada le servía—Pero piensa algo, cada día que pase, es uno menos para volver a vernos.

—Te quiero mucho mami, aquí te voy a estar esperando con muchos dibujos para ti.

—Y yo a ti mi vida—le dio un golpe de tos y Simón le dio algo de agua—Te tengo que dejar, más tarde hablamos.

—Vale mami, adiós—colgó la llamada—¡Has visto tío, mamá está bien!—se echó a sus brazos y Saúl la recogió.

—Es una noticia excelente—y lo era. Pero había sido volver a escuchar su voz y volver a revivirlo todo, se sentía fatal. Había llegado el momento de pensar lo que haría a partir de entonces.

Esa misma noche, tras acostar a María, Sonia quiso hablar con su sobrino de la extraña actitud que tenía desde aquella tarde.

—¿Estás bien Saúl?—él no respondió, simplemente se encogió de hombros—Estás muy raro.

—Siempre he sido raro, no sé de qué te sorprendes—quiso levantarse para irse a dormir pero su tía no lo dejó.

—¿Qué es lo que está pensando esa cabeza dura que tienes?—clavó su mirada en la de él tan idéntica a la suya—No me digas que nada, conmigo no funciona—Saúl puso los ojos en blanco y volvió a sentarse—Es por Paula ¿No? ¿No estás contento por ella? El doctor dice que necesitará un tiempo pero terminará recuperándose por completo.

—¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Cuánto hace que despertó?—preguntó molesto.

—Hace dos días, ella quería daros una sorpresa, pero tú ni siquiera la has saludado ¿Por qué? Seguro que se ha quedado esperando a que aparecieras. Irás a verla al menos ¿No?

—No lo creo, está mejor así. Sería lo mejor que podía pasarle.

—¿Pero qué estás diciendo?

—La verdad Sonia. He tomado una decisión y esta vez, es la buena—su tía ya lo estaba viendo venir, pero lo dejó hablar—No puedo seguir empeñado en buscar algo que no es para mí. La vida lleva intentándomelo decir desde que tengo uso de razón y creo que es hora de que yo escuche—ahora sí, se levantó para irse—Antes de tener que lamentar otra víctima.

Sonia lo dejó marcharse a su habitación, sus palabras la habían dejado helada. Si no había entendido mal, pensaba dejarlo todo y seguir solo. No sabía por qué había llegado a esa conclusión, pero intentaría hacerlo cambiar de opinión, por él, por Paula. ¿Qué le iba a decir cuando le preguntara por él? ¿Y María? Durante toda su vida había tenido un vínculo muy fuerte con Saúl, y en los últimos días, se había hecho más fuerte que nunca. No sabía qué podía hacer, pero tenía que buscar una solución.

Tras días intentando evitar el tema de Saúl ante la insistencia de Paula, Sonia decidió que era hora de pedir refuerzos, ya que se veía sobrepasada por la situación.

Gael llegó hasta Valencia por petición de Sonia. Cuando vio quién lo llamaba, el chico se ilusionó, pero le duró bien poco, aunque se alegraba que hubiera recurrido a él.

Gael también trató de convencer a Saúl para que no hiciera lo que estaba pensando, pero no estuvo ni cerca de hacerle cambiar de opinión, ese hombre estaba empeñado en ser un infeliz toda su vida.

 

Una semana después, dieron de alta a Paula, después de un mes, volvería a casa con su hija. Y aunque estaba enfadada con Saúl por no haberla ido a ver ni tan siquiera llamarla por teléfono, tenía ganas de verlo y saber que era lo que le pasaba ahora. Empezaba a saber cómo funcionaba su cabeza y estaba segura que se culpaba por todo lo que les había pasado, pero esta vez no lo iba a dejar en paz. Si de algo le había servido ese accidente donde casi muere, era que no iba a perder más el tiempo con idas y venidas ni en rencores tontos. La vida te podía cambiar de un minuto a otro y Paula estaba decidida a ir a por todas costase lo que costase, y Saúl no sería la excepción.

Cuando llegó a casa, efectivamente él ya se había ido y por más que trató de ponerse en contacto con Saúl, no lo consiguió. Si no fuera porque apenas podía moverse por sí misma, ya habría salido en su busca para ponerlo en su sitio. Tenía claro que en cuanto pudiera moverse un poco más, iría hacerle entrar en razón.




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