A través del tiempo (2023)

CAPÍTULO 48

Cuando Sonia la dejó sola, Paula recibió un mensaje en su móvil de Vero.

VERO—¿Estás en casa ya?

PAULA—Sí, desde hace un par de horas.

VERO—¿Cómo te ha ido?

PAULA—Mal, pero no quiero hablar de eso. No tardes mucho en traer a María.

VERO—No te preocupes, no tardaremos. Por cierto, te tengo una sorpresa.

PAULA—Vero, no me apetece mucho, mejor otro día.

VERO—Hazme caso, te gustará.

No sabía de qué se trataba la sorpresa, pero ahora mismo le importaba cero. Lo único que quería era abrazar a su hija y tratar de recuperarse del todo, después ya vería qué decisión tomaría sobre su futuro.

Aprovechó que Sonia salió para darse una ducha sola por primera vez en mucho tiempo, aunque tuvo que sentarse un par de veces en el taburete que utilizaba para ello, lo consiguió y se sintió bien consigo misma, estaba harta de depender de los demás para hacer cualquier cosa. Se arregló un poco porque tenía una cara horrible por la falta de sueño y otros asuntos en los que no quería pensar. Justo estaba terminando, cuando llamaron al timbre.

—¡Mami!—María se abrazó a su cintura con cuidado—¡Te tenemos una sorpresa que no te imaginas!

—¿Ah, sí?—puso buena cara por la niña—Vamos a sentarnos mejor—le dijo a las dos.

—¿Cómo estás? Digo, por el viaje y eso—no hacía falta que le preguntara por él, podía verlo en sus ojos.

—Un poco cansada, pero bien—sonrió—¿Y vosotras?

—Pues muy bien ¿A que sí enana?—María asintió y justo cuando iba a decir algo, llamaron a la puerta—Yo voy, debe ser la sorpresa.

Paula estaba intrigada. ¿Qué se traían aquellas dos? Estaban muy seguras que la sorpresa le gustaría. Pronto lo descubriría.

—¿Adri?—se levantó despacio para saludarlo—No te esperaba ¿Cómo estás?

—Estoy muy bien—se acercó a ella y la abrazó como hacía antes—Llegué hace unos días y Vero me contó todo lo que te había pasado, me alegro que estés bien.

—Bueno, voy poco a poco, pero voy—todos se sentaron—¿Queréis tomar algo?

—Creo que María y yo deberíamos ir a comprar algo para que merendemos.

—Sí Vero, pero esta vez elijo yo—la pequeña se relamió.

—Me parece bien—Vero cogió su bolso y la mano de la niña—Volvemos enseguida.

Paula y Adri se quedaron solos en casa. Ella no le quitaba ojo, había cambiado mucho. Ya no era el chico desgarbado y larguirucho que conoció, había cogido peso y lo había moldeado bastante bien. Pero aparte de eso, algo en su amigo había cambiado, pero no sabía qué.

—Te preguntarás que hago aquí en tu casa después de tanto tiempo y de todo lo que pasó—el chico se aclaró la garganta.

—Sí, la verdad es que no te esperaba. Pensaba que no te volvería a ver desde el día de la graduación y te pido perdón. Sé que te hice daño, pero no podía darte falsas esperanzas en algo que no iba a pasar—miró la cara del chico y pudo ver que aún le dolía—No quería perderte como amigo, pero entendí la decisión que tomaste.

—Necesitaba un cambio de aires—se levantó para dejar de mirarla como un bobo—Y creo que me ha servido mucho—sonrió y ella le devolvió la sonrisa—He venido para decirte que todo eso se queda en el pasado y ya está, y que, si tu quieres, podemos ser igual de amigos que siempre ¿Te gustaría?

—Me encantaría—lo volvió abrazar con cariño—Te he echado de menos.

—Yo también—no podía engañarse a sí mismo, nada había cambiado para él, seguía enamorado de Paula, pero esta vez, actuaría diferente. Sabía que con un poco de paciencia, podría conseguir que ella se interesara por él.

A partir de ese día, Adri visitaba a Paula con asiduidad y en cuanto ella se notó más fuerte, empezaron a ir al cine, a salir a comer, al parque con la niña. El chico no las dejaba ni a sol ni a sombra, eso sí, sólo como buenos amigos.

Unos de esos días los chicos llegaron a casa y ahí estaba Sonia con Gael que había venido a pasar el fin de semana. Estuvieron un rato charlando y poco después, Adri se fue y Paula y su hija se fueron a su habitación.

—Adri le hace mucho bien a Paula—comentó Sonia—Me alegro que vuelvan a ser amigos y que salga de estas cuatro paredes de vez en cuando.

—¿Ese chico no es el mismo que decía estar enamorado de ella?

—El mismo—suspiró—Igual no es tan mala idea que se sigan viendo. Paula parece contenta, y él se lleva muy bien con María y me consta que es un buen chico.

—Pero ella al que quiere es a Saúl, no lo olvides—aunque era un cabezota sin remedio, siempre lo defendería.

—No lo olvido, pero hace semanas que no le ha dirigido la palabra. Es normal que Paula trate de buscar en alguien más, lo que mi sobrino no quiere darle.

—Creo que necesita un empujoncito—sacó el móvil del bolsillo y se levantó del sofá donde estaba viendo la televisión con Sonia.

—¿Vas a chivarte?—lo miró divertida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.