Capítulo 1

Hola a todas las personitas que pasan por aquí. Muchas bendiciones a todos. Les traigo un nuevo capítulo de esta historia. 

Si les está gustando, no se olviden de dar like y comentar. Disfruten. :)

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Perdí a mi madre cuando tenía 5 años de edad, la lucha contra el cáncer de mama la había consumido durante los dos últimos años de su vida. Guardaba los mejores recuerdos de ella. Papá estuvo devastado el primer año de la muerte de mamá, yo permanecía con mi abuela; mi padre se había metido de lleno al trabajo y cuando estaba en casa a penas me saludaba. Escuché a mi abuela comentar que papá estaba reacio a acercarse a mí porque mi parecido con mamá le hacía difícil mirarme. Como toda niña curiosa decidí comprobarlo. Una tarde mientras mi abuela tomaba el té con sus amigas, me dirigí al despacho de mi padre. Toqué la puerta.

—Pasen—dijo. Ingresé con mi osito de peluche, regalo de mi padre el día en que nací.

—Hola papi—saludé tímidamente.

—Hola Gia, ¿Qué haces aquí? —preguntó mirándome desde su escritorio.

—Tengo una pregunta.

—¿La abuela no puede responderla?

—Creo que no, esta pregunta es para ti.

—De acuerdo, ven aquí—corrí hacia él y me trepé en su regazo.

Antes de que mamá muriera, solía sentarme en el regazo de mi padre cada noche para que me leyera un cuento antes de que me arropara para dormir. Ahora era la abuela quien me arropaba por las noches.

—Y bien, ¿Cuál es tu pregunta?

—¿Ya no me quieres porque te recuerdo a mami? —solté rápidamente.

—¿Quién te ha dicho eso? —su tono de voz se elevó. Tuve un poco de miedo.

—Yo…lo escuché por ahí y quería saber si era verdad. Lo siento si te he molestado papi, no lo volveré a preguntar. Mejor te dejare trabajar—dije intentando bajarme de su regazo. Él me alzó, acomodándome mejor.

—No estoy enojado pequeña, al menos no contigo.

—Por favor, tampoco regañes a mi nani. Ella no sabía que yo estaba escuchando y…

—Así que fue tu nani, ¿eh?

—Oh Oh. Por favor papi—rogué poniendo ojos de cachorrito. Él rió y rozó su nariz con la mía.

—No voy a regañar a tu abuela, ¿de acuerdo? —asentí.

 —Ahora voy a responder a tu pregunta—tomó una respiración profunda—. Lo primero que quiero que sepas es que te amo, eres una de los regalos más maravillosas que me ha otorgado la vida. Y sí, te pareces mucho a mami, y a pesar de que ella no está aquí, sé que estaría muy feliz de saber que su conejita está bien.

>>Han sido meses muy difíciles para todos y debo reconocer que me alejé de ti, pero en ningún momento he dejado de quererte. Nunca podría hacerlo, vienes de ella cariño, eres el resultado del amor que tu madre y yo nos profesábamos. Les he fallado, le prometí a tu madre que cuidaría de ti, que no dejaría que su ausencia te afectara. Lo siento mucho amor, he soltado tu pequeña mano, no voy a volver a hacerlo. De ahora en adelante seremos tú y yo contra el mundo, lo prometo.

—¿Vas a arroparme por las noches de nuevo?

—Sí, voy a hacerlo.

—Y me llevarás al parque cada domingo y también me leerás cada noche y mirarás películas conmigo, ¿lo harás papi?

—Sí hermosa, lo haré. La vida es corta y debemos aprovechar cada segundo de las nuestras. Hoy estás en los brazos de tu padre, buscando protección. Algún día volaras del nido buscando tu independencia, ya no querrás que papi te proteja y quizás sean otros brazos los que te envuelvan.

—Yo siempre seré tu niña papi, no necesito otros brazos ni volar de ningún lugar. Solo las aves pueden volar papi.

—Si pequeña, por el momento solo verás a las aves volar.

Mi padre cumplió su promesa. Cuido de mí cada día, volvió a ser el de antes. Me llevaba a la escuela, me ayudaba con mis tareas, iba a las reuniones y se involucraba bastante en mi educación; incluso me matriculó en cursos de idiomas, de baile, de natación.