Capítulo 6

Al culminar la lección, recogí mis cosas y me coloqué mis audífonos. Tomaría un taxi para ir a la casa de la abuela de Kate. Antes iría por su regalo a una tienda a dos cuadras de la universidad.

—¿Puedo acompañarte? –preguntó August apareciendo de pronto a mi lado.

—¿A dónde?

—No sé, a donde vayas—se encogió de hombros.

—A la China, ¿te animas? –pregunté riendo.

—Claro. Nunca he estado ahí, dicen que es algo alucinante. Sin embargo, debes esperar que les avise a mis padres que estaré fuera una temporada.

—Ya, que gracioso.

—Tú empezaste. Entonces…

—Voy a una tienda a recoger el regalo de la abuela de Kate. No es lejos.

—Normal, te acompaño—insistió.

—Si quieres—me encogí de hombros y empecé a caminar.

—Entonces, ¿Qué te parece el idioma? ¿Lo llevas bien hasta el momento?

—Sí, tiene sus complicaciones y en realidad parece un reto, y a mí que agradan los retos—sonreí.

—Qué casualidad, a mí igual. Al parecer tenemos algo en común.

—Seguro—fue lo único que pude agregar.

Para ser sincera no tenía ni idea de que decir o preguntar. Lamentaba haber rechazado las clases de Kate que hablaban sobre obtener la atención del chico que te gusta. Fracasaba totalmente en esta materia. Justo cuando parecía que él diría algo, un llamado algo lejano se escuchó. Volviendo sobre nuestros pies encontramos a Kendra parada al costado de una banca sonriendo en la dirección de August. Llevaba un vestido corto, un pequeño saquito y tacos, ni que decir de maquillaje y accesorios, toda una modelo; mientras yo usaba unos joggers, una camiseta y unas convers.

No usaba maquillaje y mi cabello iba libre. No es que fuera descuidada tampoco, no me maquillaba; sin embargo, cuidaba de mi piel y de mi vestuario, era una chica casual. No sentía envidia de ella, cada quien tenía su manera de ser y vestir; no obstante, entendía completamente que unos arreglitos más llamarían la atención de los chicos, sobre todo del que te gustaba. Ella se acercó, moviendo sus caderas de una manera un tanto exagerada. August permanecía clavado en su sitio, contemplando el despliegue ante sus ojos.

—Hola Gust—saludó Kendra con un beso en la comisura de sus labios. Aparté la mirada, sintiendo cierta incomodidad.

—Hola Kendra, que gusto verte—correspondió él—. Pensé que aun estabas en Lima.

—No cariño, regresé ayer y pues me puse al día de inmediato—reparó en mí—. Pero que mal educados somos, disculpa no te vi. Soy Kendra mucho gusto—me saludo con una sonrisa que sentía un poco forzada. Me tendió la mano, le devolví el saludo.

—No te preocupes no pasa nada, igual ya me iba. Soy Gia, un gusto. Adiós August—me despedí agitando mi mano en su dirección, no quería ser violín de nadie así que prefería irme. Él me frunció el ceño.

—Espera, pensé que me dejarías acompañarte.

—Está bien, no te preocupes. De todos modos, ya voy tarde, creo que tomaré un taxi.

—Gia, espera. Yo…quiero hablar contigo.

—Gust cariño la chica tiene prisa—comentó Kendra mirándome muy fijamente. Chasqueó los dedos.

— Ahora te recuerdo, ¿eres la chica que se quedó impactada con Gust en aquella fiesta, verdad? No sabía que ahora eran amigos.

—No lo somos—dije yo.

—Estamos camino a serlo—respondió él.

—Interesante. ¿lo son o no lo son?

—No importa—mostré indiferencia—. En fin, realmente debo irme. Cuídense—volví a despedirme. August retuvo mi muñeca.

—Gia, es enserio. Necesito…—me solté delicadamente de su agarre.

— Podemos hablar otro día o ¿es bastante importante lo que me tienes que decir?

—No…supongo que puede esperar.

—Bien entonces, espero que tengan una buena tarde.

Después de pasar por el regalo me dirigí al lugar del cumpleaños; mi familia ya estaba allí junto a Sofi y su familia. Fue un momento ameno y divertido, especialmente cuando las personas de tercera edad participaban en los juegos que habían sido creados para involucrarlos en la fiesta. Me gustó ver la sonrisa de aquellos ancianos, imaginé una fiesta similar para nani cuando cumpliera 80, aunque de eso aún faltaba tiempo.