A tu lado aprendí a amar

Capítulo 1: Asegurar un heredero

La vida del exitoso empresario italiano Leonardo Sinenci estaba llena de lujos y comodidades, el joven soltero, era el único heredero del grupo Sinenci, poseía una habilidad para los negocios envidiable como lo describían las revistas de sociales, pero, para él carecía de algo especial, la libertad de sentir y expresar amor, pues creció sin aprender eso.

Leonardo:

Perdí a mi madre y hermano menor cuando tenía 7 años. Varios hombres armados entraron a la casa con la intención de matarnos, mientras mi padre estaba fuera, en una reunión del consejo. No recuerdo mucho del incidente, mis memorias se van desvaneciendo conforme pasa el tiempo, pero algunas veces en mis sueños, revivo algunas escenas tratando de recordar alguna pista de los culpables, pero solo escucho los gritos de mi madre y el llanto de mi hermano. Luego de eso me despierto con gotas de sudor en mi rostro. Para mi aún no está del todo claro la razón de ese atentado y sigo investigando para hacer pagar a esos miserables.


Esa experiencia cambio la vida de mi familia, principalmente la personalidad de mi padre, se volvió frio y desconfiado de todos, crecí sometido a duros entrenamientos físicos y pruebas que intentaban romper la voluntad de cualquiera, pero jamás la mía, yo era el único sucesor de mi clan y debía proteger nuestra posición frente al consejo. Tengo claro lo que representa llevar el peso del apellido Sinenci sobre mis hombros y mi padre también se empeña en recordármelo. 


Mis relaciones amorosas nunca han pasado más allá de las conquistas de una noche, siempre me encargo de dejárselo claro a las hermosas mujeres con las que satisfago mis deseos. Me gusta tener todo bajo control, no tolero las injusticias ni los errores y eso lo saben muy bien mis subordinados, me he encargado de mostrarles esa personalidad.

Últimamente ha surgido el tema de mi matrimonio y eso es algo que he estado aplazando desde hace años, la verdad era que, de no ser por la búsqueda del dichoso heredero, no había otro interés para aceptar el matrimonio, más ahora que mi tiempo se acaba debido a esa estúpida ley que debía seguir.


A los veintisiete años un heredero debe estar en camino o ya existir, de lo contrario, el liderazgo podía ser retirado”


En tres meses cumplire veintisiete años y no estoy dispuesto a dejar el cargo para el que me he preparado por años y que muchos perros hambrientos de poder esperan la oportunidad de ocupar. Tengo claro que, en el momento que menos lo esperen me encargare de eliminar a ese montón de viejos hipócritas que integran el consejo.


Los viejos han propuesto a Isabella Bianchi, la hija de uno de los miembros del consejo, sospecho que mi padre ya ha preparado todo, pero eso es lo de menos, siempre que asegure mi cargo y el poder de ejercer mi derecho como líder, tener una esposa era solo firmar un papel y ya. 
Isabella es una rubia hermosa y ambiciosa, ella sabía que esta era su oportunidad de “tener poder” y por ello acepto la propuesta del consejo. Aún sabiendo que para mí solo será mi esposa de nombre, su única tarea es darme un heredero. No tolero su voz melosa de niña buena, fingida para llamar mi atención y menos su actitud frívola por guardar las apariencias.

 




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