Capítulo 2

Llevo mirando este nuevo cuadro lo que parece ser horas, aunque es muy probable que no hayan sido más que unos minutos. Ya no soy consciente de lo que me rodea, solo veo el cuadro, para mí, ya solo existe esa escena. Ese recuerdo. Todo lo que me rodea desaparece, y solo estamos el cuadro y yo. Y estoy de vuelta en esa época. Vuelvo a tener 7 años, a pintar caballos con mi padre. Vuelvo a sentir su protección, su amor. Yo no sabía lo que pasaría poco después de esa escena, no podía saber que toda mi vida se derrumbaría por mi culpa. Porque sé que es culpa mía. Yo le pedí que me llevara al rancho. Y no me lo perdonaré nunca. Desearía poder cambiar el pasado. Poder evitar lo que sucedió, pero no puedo.

Sigo así hasta que oigo mi teléfono sonar, lo que me saca de mi ensoñación. Es Ryan.

-Hola amor. ¿ Cómo estas?- pregunta él, tan agradable como siempre. Es una de las razones por las que me gusta. Es el quarterback, pero no es como se describen en las películas, él es amable con todos, sin importar so están en un equipo de deportes o en el club de matemáticas.

-Hola, Ryan. ¿Cómo va todo por ahí? ¿Alguna novedad?

-Bueno, tengo una sorpresa para ti. La próxima semana iré a verte al rancho.

-¿En serio? Eso es genial, no sabes como os echo de menos a todos. Esto es horrible. Mi madre se ha ido dejándome sola con una pareja que trabaja en la casa y con su hijo. No hay nadie en kilómetros a la redonda y aparte de mirar por la ventana, no hay nada que hacer.

-Bueno, cuando vaya podemos ir a dar una vuelta y me enseñas todo, no te preocupes. ¿ No hay nada que te guste? ¿En serio?- dice con un tono que me deja claro que no se crea que odie cada milímetro de este sitio.

-Bueno, mi cuarto/suite no esta mal-reconozco. Le describo mi cuarto con todo lujo de detalles.

Llevamos ya un buen rato charlando. Me ha contado como va el equipo y las animadoras, que no han encontrado a nadie para mi puesto aún porque las chicas se niegan a sustituirme mientras puedan. Y que no ha visto a mi madre por allí, aunque Eloisa dijo que se había ido a casa.

-Vaya, que bonito.-oigo una voz a mi espalda. Me doy la vuelta para descubrir a Mark recostado contra un árbol a un par de metros de la camioneta.

-Vaya, que cotilla. No cambias de costumbres, ¿no?- le respondo, olvidando por completo a Ryan- ¿Se puede saber que haces espiándome de nuevo? ¿no tuviste bastante con lo que te pasó anoche?

-¿Que pasa? ¿Te molesto?- Dice en tono socarrón, intentando ponerme de los nervios.

-¡Charlotte! ¿Estas ahí?-Oigo a Ryan gritar por el auricular.

-Si, perdona amor. ¿Decías algo?

-Solo preguntaba que ocurre. ¿Con quien estás?

-Es el hijo de Eloisa, tiene la mala costumbre de espiarme. - le digo intentando molestar a Mark.- Perdona amor, te llamo luego. Tengo que darle una lección a alguien.- Digo y le cuelgo. Cuando me doy la vuelta para gritarle a Mark, le veo burlándose de mí.

Ni si quiera merece la pena discutir. Me bajo de la parte trasera de la camioneta y me subo al asiento del piloto. Arranco y me voy, dejando a Mark atrás con la mandíbula por el suelo, sorprendido al verme llevarme su camioneta.

Llego a la casa y compruebo que el camino este libre. No quiero que nadie vea mis cuadros antes de que acabe la serie entera. Bueno, nadie aparte de Mark que ya ha visto uno. Subo todo de vuelta a mi cuarto y me siento en uno de los sillones a leer. Mi libro favorito siempre ha sido “La historia interminable”, tengo una primera edición firmada por el autor que mi padre adoraba. Me la leía todas las noches cuando era una niña. Cuando apenas llevo un par de capítulos, mi puerta se abre de golpe y entra Mark.

-¿Qué haces tú aquí? Deje bien claro que nadie entra en mi cuarto sin mi permiso-Digo sin girarme a verle. No me hace falta para saber que es él quien entra. En el segundo que lo ha hecho, su olor a sudor masculino y menta inundan la estancia.

-¡Has robado mi camioneta!