A un Callejón de Distancia.

Capitulo 3.

     Theo estaba sentado en la alfombra junto al sofá crema admirando una de sus tantas bolas de nieve, reconocí que era la de Nueva York en una gran nevada. Al oír que entrabamos él simplemente dejo su juguete sobre la alfombra y corrió hacia nosotros, pero al verme en los brazos de Carter el pequeño se detuvo repentinamente. 

-¿Ques lo ques paso? 

   Carter sonrió al tiempo que me depositaba en el suelo para agacharse a la altura de Theo y le tocó la nariz con el dedo tiernamente. 

-¿Y tú quién eres peque? 

    Theo se rio dulcemente y a su vez con un tanto de timidez ya que no hablaba con personas ajenas a la familia frecuentemente. 

-Theo. 

-Theo, lindo nombre. ¿Y cuántos años tienes? 

-Tengo 4… ¿Y tú? 

-Pues yo soy Carter Collins, soy el nuevo amigo de Peyton y tengo 19 años. 

     En ese momento el timbre de la puerta sonó estrepitosamente y supuse que sería el delivery con nuestra comida. 

-Yo voy. 

    Me encamine hacia la puerta ya que de todas maneras estaba a tan solo tres pasos de ella mientras que mi madre estaba revisando la caja de las películas escogiendo cuál poner para la cena improvisada. Cuando abrí la puerta blanca de madera fui recibida por una gran sonrisa de un chico moreno con la cabeza tapada y en sus manos habían tres cajas de pizza. 

-Buenas noches señorita, aquí le traigo su pedido. 

-Buenas noches. 

    Alguien se acercó detrás de mi y el moreno borró la sonrisa de su rostro automáticamente. 

-Oye Peyton. 

    Me volteé para ver a Carter justo detrás de mi, separado tan solamente por un pie de distancia. 

-¿Qué? 

-Creo que fui chantajeado. 

-¿De qué estás hablando? 

    Mi madre se nos acercó para ver cuál era el problema ahora. 

-Claro que sí; fui chantajeado para traerte en mis brazos hasta aquí arriba. Dijiste que estabas con el pie mal y ahora estás caminando perfectamente bien con él. 

    Le eché un vistazo a mi pie y efectivamente él tenía razón ya que estaba perfectamente apoyado en el suelo. 

- ¡Yo no te chantajee! No mentía si me dolía. ¿Sabes lo que duele cuando golpeas el dedo gordo contra algo? ¡Pues imagínate ese dolor, pero en todos los dedos! 
-Eso suena a que es realmente doloroso. 

- ¡Tu calla Trevor! 

     Carter le ordenó al chico de las pizzas que se callara, pero al parecer no estaba dispuesto a obedecer. 

-Si como digas hermano. Ya que estás aquí te dejaré tu pedido y entonces me ahorro el viaje a tu apartamento. 

- ¿Ya lo trajiste? 

-Por supuesto hermano. ¿Pensabas que vendría hasta aquí con una orden para el edificio de al lado y no traería la tuya también? Por supuesto que no, traje las dos órdenes a la vez. Sabes cómo está la cosa hoy día, debo ahorrar combustible. 

-Si te entiendo, bien déjamelo ahora; hoy cenaré con los Parcker. ¿Cuánto te debo? 

-Lo tuyo sería lo de siempre… 

-No, me refiero a todo. 

    Mi madre abrió los ojos como platos y le puso una mano en el hombro a Carter para detenerlo. 

-No, está bien, no tienes que hacer esto yo lo pagaré. 

-Por supuesto que no, sería muy poco caballero de mi parte. 

     Yo rodé los ojos y tomé las cajas de pizzas y me fui a la sala junto con Theo quién ya estaba cómodamente sentado a un lado de la mesa ratona y mirando atentamente a la televisión esperando el inicio de la película. 

-Theo. 

    Él me miró con sus pequeños ojillos verdes pino, enmarcados por pestañas rubias arena y me sonrió. Su sonrisa era la típica de un niño de 4 años con un postigo faltante. 

- ¿Te lavaste las manos? 

    Él sacudió la cabeza en negación mientras sus mejillas se sonrojaban por la vergüenza o quizá de travesura, con él era muy difícil saberlo. 

- ¿Entonces? Ve, a qué estás esperando peque. 

    Se levantó y corrió hacia el baño entre risas entrecortadas y supe que era de travieso que se había sonrojado; mientras se alejaba sentí orgullo de ver cuan lindo y fuerte estaba creciendo. 

- ¿A dónde se fue el peque? 

    Carter miraba en todas direcciones buscándolo con la vista mientras sostenía una caja repleta de papas fritas en su interior y a estás las acompañaban dos hamburguesas completas. 

- ¿Ibas a alimentar a un regimiento entero Carter? 

-No. ¿Porqué? 

-Pues cuesta creer que logres comer todo eso y aun así no engordes ni un gramo, debes tener un excelente metabolismo. 

    Él colocó una sonrisa sugerente y elevó su ceja izquierda mientras sus ojos adoptaban un brillo perverso. 

- ¿Entonces si te has fijado en mi físico? 

-La verdad es un poco obvio deducir que estás en buena forma. 

-No es eso lo que pregunte pequeña; ahí fuera casi me arrancas la cabeza por decir que me estabas comiendo con los ojos y ahora tu solita acabas de admitirlo. ¿En qué quedamos? ¿Estabas o no viéndome? 

    Ahora era yo quién se había sonrojado mientras mi madre se cubría los labios con la mano para ocultar su sonrisa. 

-De todas formas no era eso lo que intentaba decir. Solo me sorprendió la cantidad de comida que ordenaste para ti solo. ¿A caso tienes a alguien escondido en tu casa? ¿Estás alimentando a algún fantasma? 

     Creí que se lo tomaría a broma y se reiría, al menos esa era mi intención, pero contrario a eso Carter se puso serio y su mandíbula se apretó en un claro gesto de no querer responder a eso. 

-¡Ya estoy listo! 

      Theo entro nuevamente a la sala con su cabello húmedo y gritando alegremente, eso logró sacarle una sonrisa a Collins. 

-¿Pero qué has hecho peque? ¿A caso le ordenaste darse un baño de gato, Peyton? 

-¿Qué? ¡No! Solo le dije que debía lavar sus manos. 

-Pues al parecer el peque decidió lavar su cabello también. Ven, vamos a buscar una toalla para secarte. 

     Theo lo guío por el pasillo hacia el baño mientras yo los miraba alejarse y en mi interior sentía que Carter Collins estaba ocultando algo y yo quería saber que era, no, necesitaba saber su secreto. 

 




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