A un Callejón de Distancia.

Capitulo 11

   Marcus se arregló la bata y plasmó una gran sonrisa en su rostro mientras aclaraba su garganta antes de entrar en una habitación luego de saludar a la enfermera que salió de ella. Salí del rincón desde el cuál lo espiaba descaradamente y me asomé a la puerta de la habitación para poder ver en su interior. Marcus reía melódicamente al tiempo que abría una cortina llenando el espacio con la luz matutina. 

-Deberías dejar que las enfermeras te abran las ventanas Ruth; sabes que la luz del día te hace bien. 

    Miré en la misma dirección que Marcus y divisé a una señora de edad avanzada postrada en la cama con un sinfín de tubos saliendo de sus brazos y manos al tiempo que una máquina pitaba al compás de sus latidos. Sus brazos eran tan frágiles como pequeños palillos de masa y su piel tan pálida que lograba entrever sus venas, pero cuando hablo su voz no sonó como yo esperaba. Contrario a su apariencia, ella tenía una voz de sirena y era como un bálsamo para el alma; supuse que en sus años de juventud había sido una cantante. 

-Y tú sabes que solo dejo que mi doctor me mime. 

- ¿Con qué esas tenemos? 

-Es tu culpa doc, me has mimado mucho durante mis años de estadía aquí. 

- ¿Y cómo es eso? Te trato como a cualquier otro paciente. 

-A mí no me engañas pequeño sinvergüenza, he estado hablando con Roger Darling y a él no le llevas ramos de flores como a mí. 

-Eso es porque él no es mi adorable Ruth Belle la estrella del teatro italiano. 

-Eso fue hace mucho tiempo, tanto que ya no lo recuerdo, esos tiempos se vuelven difusos y lejanos en una mente de años avanzados como la mía. 

-No digas eso, no estás tan mayor. Además, estoy seguro de que muchos te recuerdan. Ahora, voy a revisar tus signos para compararlos con los registros anteriores. 

    Sentí que necesitaban un poco de intimidad así que decidí apartarme y deambular por el pasillo a la espera de que él saliera. Estaba paseando la vista por las baldosas blancas pulidas cuando escuché un golpe seco a mis espaldas. Al voltearme vi a un hombre tirado en el suelo e instintivamente me agaché para ayudarlo a pararse. Sus manos me recordaban a un papel que es descartado y se tira en el tacho de la basura y sus ojos color cielo tenían escrito años de experiencia en ellos, su cabeza no mostraba rastro de cabello alguno. 

-Gracias niña. ¿Por casualidad no has visto al doctor Torrent? 

    Dude un momento si debía o no decirle que en realidad él se encontraba en el cuarto número 23 revisando a Ruth Belle ya que definitivamente me hacía parecer una acosadora. En su lugar simplemente le dije que lo había cruzado. 

-Oh eso es bueno, es muy bueno que haya llegado al fin. 

- ¿Por qué tanta prisa porque él llegue? 

-Es que él me prometió una partida de ajedrez y a mi edad con mi cáncer terminal, los días son cortos y preciados. Cada segunda cuenta y cada respiración podría ser la última. 

-No diga eso… 

-Pero si no es más que la verdad niña, no me asusta la muerte; ya viví lo suficiente y pude ver crecer a mis hijos, asistí a sus bodas e incluso a los nacimientos de mis nietos. No puedo pedir más tiempo en esta tierra, soy afortunado de haber llegado a esta edad. Hay ustedes los jóvenes, son tan afortunados de tener una vida por delante y deciden malgastarla, no todos, pero si la mayoría. En fin, si ves a Marcus dile que Roger lo está esperando en la sala principal para nuestra partida diaria. 

- ¿Él es bueno? 

- ¿Bueno? ¡Niña! ¡Ese hombre es un ángel! Es quién nos da esperanzas a los que ya no tenemos nada y nos acompaña hasta el último momento intentando todo para que sigamos entre los vivos y no sabes lo que sufre cuando uno de nosotros se va. Una vez en emergencias perdió a un niño que llegó mal herido a causa de un accidente, recuerdo que se sumió en un pozo durante una semana, ese pobre hombre se culpaba a si mismo pensando en que podría haber hecho más, pero ya había hecho todo lo humanamente posible. 

    En ese momento una mujer de pelo rojizo se acercó a nosotros y tomo al señor del brazo para ayudarlo a caminar alejándolo en la dirección opuesta a la mía. Estaba viéndolos marchar cuando una mano se posó sobre mi hombro dándome un susto de muerte. 

-Tranquilízate pequeña, soy yo, Carter. 

    Me volteé para ver a Collins con las mangas de su camisa negra arremangadas dejando ver en parte su tatuaje mientras metía su mano en el bolsillo de su Jean. Las enfermeras pasaban junto a él sin poder evitar verlo de arriba abajo y no podía culparlas por hacerlo. 

- ¿No que no vendrías? 

-Si, pero demorabas mucho y no tengo tu número telefónico para llamarte y saber de ti. Así que decidí venir personalmente a ver si estabas bien. 

-Ay pero que mono… estabas preocupado por mí. 

-No te acostumbres pequeña, solo estaba velando por mi seguridad. No quería llegar a tu casa y tener que decirle a tu madre que te perdí en un hospital. 

-No puedes… 

- ¿Peyton? ¿Peyton Parcker, eres tú? 

    Creí que estaba alucinando, pero por la sonrisa de Carter y su molesto murmullo con un “Atrapada” supe que en realidad Marcus Torrent si me había descubierto. Me volteé en su dirección y con la poca dignidad que aún conservaba lo saludé. 

-Hola Marcus. 

-No estaba seguro del todo si eras tú, pero entonces te escuché hablar y supe que si eras. ¿Qué te trae por aquí? ¿A caso tú madre te mando? 

-No… yo… vine… es decir, nosotros vinimos porque… 

    Mi cerebro estaba trabajando al límite de fundición tratando de hallar una excusa del porque estaba ahí parada y Collins no me era de ayuda y mucho menos cuando hablo. 

-Si Pey, dinos ¿A qué vinimos? 

    Estaba claro que él estaba disfrutando de ese momento de tortura para mí y yo realmente creí estar perdida hasta que mis ojos viajaron hacia un cartel de indicaciones en la esquina superior izquierda y en él ponía Ginecología. 

-Si Carter, cariño ¿Ya lo olvidaste? 

- ¿Cariño? ¿Olvidarme? 

-Si, nosotros nos dirigíamos al consultorio ginecológico. 

- ¿Ustedes qué? 

- ¿Qué nosotros qué? 

    Era gracioso como ambos preguntaron al mismo tiempo y yo ya tenía las respuestas adecuadas y a su vez era mi venganza para Carter. Lo tome del brazo mientras sonreía felizmente a pesar de que Collins intentaba zafarse disimuladamente. 

-Marcus, entiendo que quieres salir con mi mamá y todo eso, pero agradecería si tuvieras un poco de discreción con este tema. La verdad es que mi novio y yo vamos a consultar a un especialista porque él tiene… Cierto problemita ahí abajo. 

- ¿Qué yo que? 

-Si cariño, ya sé que prometimos no hablar del asunto, pero acabo de ser puesta contra la pared por el doctor. Además, él es un doctor. ¿Verdad Marcus? 

   Él me miró un tanto perdido y confundido, pero al parecer había comprendido de lo que estaba hablando. 

-Si, por supuesto soy doctor y existe algo llamado confidencialidad doctor paciente así que si tu… 

    Dejó colgando en el aire la frase esperando a que Carter le diera su nombre. 

-Carter. 

-Carter, si tú necesitas ayuda o algún consejo yo podría asesorarte con respecto a tu… problema. 

-Doc, puede creerme que mi amigo no tiene ningún problema, él funciona perfectamente. 

-No dudo de eso, pero a veces con mucho estrés o por otros motivos puede… 

-Le digo que no tengo problemas. 

-No es lo que me demostraste el otro día cariño, por eso estamos aquí. Ahora doctor si no le molesta debo llevar a mi novio a su consulta antes de perder el lugar. 

-Ah, sí por supuesto. 

    Collins estaba echando humo por sus orejas mientras yo lo tiraba tras de mí felizmente por haber logrado vengarme de él y su estúpido ego. 

 




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