A un Callejón de Distancia.

Capitulo 22.

Cuando cayó la noche mi madre estaba más que lista para su cita, pero estaba igual de nerviosa que emocionada. No podía apartar de su cabeza la ridícula idea de que ella ya no estaba para esos trotes. 

-Mamá, primero que nada, no existe un límite de edad para tener o no citas, segundo eres una mujer maravillosamente hermosa y buena y no lo digo porque seas mi madre sino porque es la verdad.  

-Peyton. 

-Mamá. 

     La verdad es que mi madre estaba realmente asombrosa para su cita. El vestido de noche color ciruela abrazaba su figura delicadamente haciendo que luciera atractiva y sexy, pero no provocativa o fuera de lugar, su cabellos recogido en un rodete en forma de rosa con algunos mechones de pelo sueltos en lugares estratégicos enmarcaban su rostro. El maquillaje no era excesivo sino más bien escaso y natural. 

-Eres una madre sexy. 

-Ay dios Peyton tu heredaste esa sensualidad.  

    El timbre sonó y vi los hombros de mi madre tensarse incluso antes de abrir la puerta para descubrir a Marcus esperándola. 

-Debes calmarte mamá. 

-Pero, hace muchos años que no tenía una cita. 

-Y es por eso que hoy irás a una, te lo mereces. Has estado muchos años de luto mamá y estoy segura de que papá no querría esto para ti.  

-¿Y qué pasa si lo hago mal? 

-¿Qué podrías hacer mal en una cita? 

-No losé. Hace mucho no salgo con un hombre… 

-Es fácil, es como andar en bicicleta nunca se olvida el cuerpo tiene memoria muscular. Además, Marcus parece un buen hombre y si aceptaste salir con él es porque es el correcto.  

-Es que tengo miedo de arruinarlo todo. 

-Solo se tú misma – el timbre sonó de nuevo – y recuerda, no regreses tarde, mantenme al tanto y por sobretodo, no hagas nada que yo no haría. O algo así. 

-¿Quién es la mujer adulta aquí? 

-¿Esta noche? Yo. Ve y diviértete mamá. Te lo mereces. 

    Cuando abrimos la puerta, Marcus estaba parado con una gran sonrisa que se borró en cuanto vio a mi madre. Su cara era un poema, parecía que estaba viendo lo más preciado de su mundo. 

-Lara, estás hermosa está noche.  
  
-Gracias – mi madre no pudo evitar sonrojarse – tu también te ves muy bien. 

    Y era verdad; Marcus vestía un traje de gala negro y en sus manos llevaba un ramo de rosas rojas. 

-¿Nos vamos? 

-Por supuesto. Peyton, recuerda que estaremos en el restaurante… 

-Si mamá, tranquila. Tengo el número del restaurante el de tu móvil y el de la policía. 

-Ahora también tienes el mío. 

    Marcus me pasó una tarjeta con su nombre, número de cely si correo electrónico. 

-Por si acaso. 

-Gracias. Diviértanse y no hagan travesuras.  

   Mi madre paso su brazo por el de Marcus y ambos se fueron riendo nerviosamente. Cuando cerré la puerta camine hacia la cocina y tome un vaso de jugo de naranja. Me asome por la ventana y vi el auto de Marcus alejarse y sonreí porque al fin mi madre se estaba dando una nueva oportunidad. Mire el reloj y me fijé en que Theo llevaba horas durmiendo y por muy cansado que estuviera, no era normal. Fui a su habitación, pero él continuaba acostado; aunque su rostro estaba demasiado rojo. Cuando le toque la frente sentí el miedo agolparse en mi pecho. 

-¡Por dios! ¡Estás volando de fiebre! 



 




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