A un Callejón de Distancia.

Capitulo 26.

     La enfermera nos acompañó hasta donde estaba Theo, pero no sin antes darnos tiempo para que llamara a mi madre. Carter insistió en que ella debía saberlo; fue lo único que dijo desde que salimos del consultorio de la doctora.  

- ¡Hola, pequeño campeón! ¿Cómo te sientes? 

    Theo abrazo fuertemente a Carter cuando este se le acerco a la cama. Mi niño estaba feliz de verlo y sonreía igual que los días previos a la navidad.  

-Me siento bien. Quiero ir a casa. ¿Mamá? 

-Aquí estoy cariño. - Carter me dejo el espacio suficiente para que pudiera acercarme y abrazarlo también - Pronto iremos a casa, pero antes la doctora debe revisarte para avisar que todo está bien. 

- ¿Y nos vamos entonces? 

-Por supuesto.  

- ¿Dónde está la abuela?  

-Viene en camino.  

    En ese momento Helena apareció para revisar a Theo. Nosotros nos hicimos a un lado para darle espacio. Mire a Collins, su cara era sería y su ceño estaba fruncido, sus ojos emanaban rabia. Me preguntaba qué estaba pasando por su cabeza en ese momento. 

-Carter. 

- ¿Qué? 

    La frialdad en su voz hizo que me hiciera para atrás: sentí como si me hubieran apuñalado con una escarcha de hielo. Dolía, más de lo que quería admitir.  

- ¿Estás enojado?  

-Por supuesto. 

- ¿Conmigo? 

-En parte. 

-Pero.... 

-Peyton – me miro – luego lo hablamos, este no es el lugar ni momento para discutirlo.  

   No tuve tiempo de decir nada más ya que la doctora se arrimo a nosotros para entregarnos el alta de Theo. En sus ojos pude ver que ella deseaba hablar, pero un enfermero le indicó con urgencia que tenía otro paciente que debía ser atendido por lo que se marcho.  

    Carter llevo a Theo en brazos hasta la salida del hospital y justo cuando íbamos a subir en su auto, mi madre apareció corriendo junto a Marcus.  

-¡Peyton! ¿Cómo está Theo?  

-Mamá, él esta bien. Carter lo tiene.  

-Gracias a dios.  

-¡Abuela! 

      Mi madre agrando sus ojos al escuchar el grito de Theo y miró en mi dirección y luego a Carter, por último a Marcus quién no comprendía nada.  

-Peyton…. 

-Si mamá, ya lo sabe, pero hablaremos luego, ya es tarde y Theo necesita descansar. 

-Muy bien. ¿Quieres que te llevemos? 

-No. Marcus ¿Theo puede ir con ustedes? Es decir, si vas a llevar a mi madre a casa. 

-Por supuesto que si Peyton, no hay problema.  

-Gracias. Theo cariño, nos vemos en casa. ¿Si? 

-Bien. ¿Pero llegarás rápido? 

-Claro bebé.  

    Mi madre se despidió con un beso en mi mejilla y aprovecho para susurrarme en el oído. 

-Luego me cuentas que tal todo. 

    Esperamos a que se marcharan y entonces Carter abrió la puerta del acompañante para que subiera. En cuanto el auto se puso en marcha supe que no había manera de zafar de la conversación. 

-Carter. 

-Aquí no.  

    Sus ojos estaban fijos en la carretera y yo decidí mirar por mi ventanilla tratando de prepararme para lo que seguía. Seguramente, él querría romper conmigo, pero ¿Cómo era posible terminar algo que nunca comenzó? Nosotros nunca establecimos que solo éramos amigos o algo más que eso. Veinte minutos más tarde estábamos estacionados frente a su edificio e inmersos en un silencio incómodo que ninguno de los dos deseaba romper. Pero alguien debía hacerlo y terminar con esta tortura de una buena vez.  

-Tenia miedo Carter.  

-¿De qué? ¿De mi? 

-No. De lo que pudieras pensar.  

    Él se rio secamente y paso sus dedos por su cabello de forma exasperada.  

-Creo que te equivocaste Peyton; deberías tener miedo de lo que podría hacerle a ese imbécil si lo encuentro.  

-¿Qué? 

-Peyton – se volteó a verme y en sus extraños, pero bellos ojos pude ver el enojo que había, pero no era hacia mi – tu no eres culpable. Si hay uno aquí es ese idiota mal nacido. Pero tú, tu eres maravillosa.  

-¿De verdad? 

-¡Si! No me puedo imaginar lo duro que debe ser encontrarte con un embarazo a los 14 años y por sobretodo, que haya sido bajo esas circunstancias. No todas habrían tomado la decisión de tener al niño. 

-Es que a pesar de todo, él no tiene la culpa, además, Theo es lo mejor que me a pasado sin importar que.  

-Lo se. Lo que me molesta es que me lo hayas ocultado.  

-Nos conocemos hace poco y ya te dije el porque no lo hice, además, tu también tienes secretos. ¿Por qué Karen te conoce y que quiso decir con lo de tu padre? Y ¿Quién es ese tal Adam? 

     Sus hombros se tensaron y su respiración se atascó, pero entonces sus cosas nasales comenzaron a palpitar y el aire entraba y salía con rapidez de él.  

-Lo siento si te puse incómodo Carter, pero tú sabes mis secretos y ahora, yo siento curiosidad por los tuyos. 

-No, está bien. Es lo más justo. Ven, acompáñame.  

-¿A dónde vamos? 

   Pregunte mientras bajaba del coche y nos encaminamos a la entrada de su edificio. 

-Quiero mostrarte algo.  

     Cuando estábamos esperando al ascensor la misma mujer que me había hablado la vez que vine a buscar a Carter nos vio. En su mirada vi la curiosidad antes de que dirigiera sus palabras a Collins. 

-Muchacho. Creo que es la primera chica que veo por segunda vez en tu compañía. ¿Eso quiere decir que ya sentaste cabeza? 

-Señora Maccolins siempre tan puntual. Ella es Peyton Parcker. Peyton, la señora Maccolins. 

-Hola, un gusto señora. 

-El placer es mío pequeña, cualquier chica que conquiste sinceramente el corazón de este galán se merece mi respeto.  

    No alcance a agradecerle ya que cuando él ascensor se abrió ella desapareció rumbo a la salida del edificio. 

-Que mujer tan extraña. 

-Un poco, pero creo que es lo que sucede cuando pierdes a tu marido e hijo en el mismo accidente. 

-¡Oh por dios! 

-Lose. Solía charlar con ella, pero luego note que era más el daño que le hacía de lo que la ayudaba.  

-¿Cómo podrías dañarla? 

-Me confundía con su hijo.  

-Oh. 

    El viaje en el ascensor me resultó incómodo ya que las manos me sudaban en exceso y por mi cabeza pasaban cientos de escenarios de lo que Carter iba a enseñarme. Al entrar a su apartamento sentí el sentimiento de familiaridad, a pesar de que solo había estado allí una vez. Y sin invitación, pero ahora era diferente.  

-Sígueme. 

    No hizo falta que me lo repitiera. Mis nervios crecieron aún más cuando vi que se dirigía hacia la puerta en la que me había encontrado curioseando y por lo cual se había enfadado tanto. Note que la mesilla con la que me había herido ya no estaba allí.  

-Por si acaso.  

     Me dijo cuando noto hacia donde estaba mirando yo. Pero mi atención estaba centrada en la puerta que estaba a punto de ser abierta y revelaría el secreto más profundo de Carter. Aquello que tanto lo atormentaba.  
 




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