A un Callejón de Distancia.

Capitulo 33.

  Al percatarse de que lo había visto, Carter intentó ocultar sus heridas ladeando el rostro, pero era inútil ya que mostraba magulladuras en ambos lados de su rostro. Su ojo derecho estaba morado, su labio inferior partido y en la mandíbula tenía moretones en ambos lados. Pero aún estando en esas condiciones él continuaba sonriendo alegremente y bromeando al respecto. 

-Deberías ver cómo quedó el otro. 

-Ahora me siento más tranquila sabiendo para que eran todos esos cubos de hielo, pero aún deseo saber ¿Qué carajos paso? 

    Carter se rio por la expresión que utilice mientras él sacaba un frasco con alcohol y un poco de algodón junto a unas pequeñas pinzas.  

-¿Para que son las pinzas? 

-Para quitar los fragmentos de cristal de tus plantas. Debes tener más cuidado por dónde pisas pequeña Pey.  

-No me llames así. Y dime con quién te peleaste.  

    Él suspiro resignando y se sentó en el sofá junto a mis pies. Torció la lámpara de mesa a modo que está le alumbrara mis pies. Cómo sumo cuidado comenzó a quitar los cristales uno a uno sin enunciar palabra alguna. Cuando transcurrieron unos cinco minutos de silencio incómodo, Carter verificó que ya no hubieran fragmentos y luego empezó a limpiar la zona con un pedazo de algodón empapado en alcohol. Mis dientes se apretaron en reacción al escozor del desinfectante y Carter se detuvo un instante para darme un respiro. 

-Iremos por partes. Primero dime: ¿Qué hacías entrando a hurtadillas en mi apartamento y con un bat?  

-Es que supuse que no estabas en casa.  

-¿Y decidiste que era el momento correcto para robarme? 

-¿Qué? ¡No! 

-¿Entonces? 

-Es que…. Estaba en mi cuarto buscando algo cuando escuché ruidos que provenían de tu apartamento y se me ocurrió que quizá se había metido un intruso. Y pensé que si tú no estabas entonces, Adam no tenía quién lo defendiera. Él estaba totalmente indefenso a merced de quien estuviera aquí. 

-A ver si entendí bien. ¿Me estás diciendo que te metiste a mi casa descalza y armada con un simple bat para defender a mi hermano de algún posible intruso? 

-Ahora que tú lo dices en voz alta suena un poco descabellado. 

-¿¡Un poco!? ¿A caso no pensaste en la posibilidad de que fuera más de uno!? Y ni hablemos de que podrían haber estado armados, pero con armas de verdad. Y tampoco mencionamos el hecho de que eres una…. 

-¡Ya! Ya entendí, fue estúpido e irresponsable de mi parte haber querido acudir en ayuda de tu pobre e indefenso hermano. Estoy segura de que él si me lo habría agradecido. 

-Peyton, lamento si actúe de manera brusca, pero comprende mi situación. Llegó a mi casa luego de tener unos pésimos días y tú entras a hurtadillas queriendo golpearme; luego me entero que en realidad, creíste que era un extraño, que bien podría haber sido ladrón o matón que se infiltró en mi hogar y podría estar firmemente armado…. Mientras que tú solo contabas con tu maravilloso ingenio y un pedazo de madera como medio de defensa.  

-Sigues haciendo que suene descabellado y poco práctico. 

-Lo siento, pero es que no hay forma en la que no suene así.  

-Bien, lo entendí, pero por suerte solo eras tú. 

-¡Ja! Sabes Peyton, creo que deberías escuchar en tu cabeza lo que vas a decir antes de hablar y así te darías cuenta de lo frustrante que puedes ser a veces.  

-¡Oye! 

    Lo empuje, pero de manera juguetona y luego tome el algodón y el alcohol de sus manos.  

-Tu ya me curaste, ahora déjame curarte a ti.  

-Estoy bien. 

-Eso dices porque no ves lo que yo veo. 

-¿Tan mal me veo?  

-Como si un camión hubiera decidido chocar contra tu cara.  

-Entonces si. 

-Así que déjame curarte y mientras; ¿Qué te parece si me cuentas que paso?  

-¿Por dónde empiezo? 

-¿Qué te parece desde el principio? Suele ser una buena opción. 

-Muy bien. 
 




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