A un Callejón de Distancia.

Capitulo 36

    Sus palabras provocaron un efecto en mi que no había sentido en años. La rabia e impotencia se hicieron cargo de todo nublando así mis pensamientos, pero entonces recordé que ya no era una niña pequeña y que Theo contaba conmigo para protegerlo. Me puse de pie rápidamente con los músculos tensos prontos para asestarle un golpe si era necesario, pero fue Carter quién le propinó un puñetazo en medio de la nariz sin previo aviso. En el silencio de la habitación logré escuchar el crujir del hueso nasal de Jeison; Collins le había roto la nariz. El alarido que dio mientras sostenía su nariz y la sangre se filtraba por entre sus dedos me recordó a un animal herido, pero entonces recordé que este era un monstruo, no un animal.  

-¡TU! ¡ERES UN HIJO DE PUTA! 

    Carter le gritó al tiempo que se abalanzaba sobre él sin darle tiempo a reponerse del primer golpe. Entonces sus puños empezaron a embestirlo en todas direcciones, sin sentido ni coordinación; estaba cegado por la rabia y el odio propinando golpe tras golpe. Sus ojos estaban nublados con el instinto asesino de un lobo al encontrar su presa indefensa; Jeison parecía un conejo arrinconado que solo podía intentar cubrirse lo mejor posible de los veloces puños de Carter.  

   Debía detenerlo. No por Jeison, ni siquiera por mí, sino por el mismo. Si perdía el control y le hacía un daño mayor a Hertz, entonces lo metería tras las rejas y yo no iba a dejar que eso sucediera.  

-¡Carter! ¡Ya! ¡Detente por favor! 

     Era imposible, él no me escuchaba. Pero ahora Jeison también estaba respondiendo a los golpes, un poco atolondrado y los lanzaba más al asar y por instinto que con certeza, pero uno logro conectar con el abdomen de Carter dejándolo sin oxígeno por un instante. Un instante fue lo que Jeison necesito para ponerse de pie y propinarle una patada a Collins.  

-¡Ya basta! ¡Deténganse los dos! 

    Corrí hacia ellos y empuje a Jeison mientras tomaba a Carter del brazo y lo llevaba conmigo más adentro del apartamento.  

-¿¡PIRQUE DEBERÍA DETENERME PEYTON!? ¡ÉL ES EL MALDITO DESGRACIADO QUE SE APROVECHO DE TI! 

-¡Losé! Pero qué lo mates a golpes no solucionara nada. 

-Claro que si: habrá un desgraciado menos en la ciudad. 

-Pero tu irás preso. 

-Y es un precio que estoy dispuesto a pagar. 

-¡Tal vez tu si! Pero yo no.  

    Sus hombros estaban agitados y su respiración era irregular al igual que mis latidos, sus ojos destilaban rabia e instinto protector. 

-No estoy dispuesta a perderte por un patán, él no lo vale.  

-Diría que está escena me enternece, pero la verdad es que me provoca náuseas. – Jeison se burlaba mientras intentaba limpiar su rostro – Aunque, debo admitir que tienes un buen gancho Collins y gracias a tu escenita de machote defensor de esta cualquiera…. 

    Sus palabras se cortaron y se puso en posición de defensa cuando Carter quiso ir hacia él, pero se lo impedí, así que volvió a relajarse y continúo hablando.  

-Como les decía, todo este espectáculo y la paliza que me acabas de dar, ay, como decirlo. Bien, simplemente lo diré: ¿Qué juez en su sano juicio dejaría a un pobre e indefenso niño, a cargo de una mocosa sin estudios ni trabajo y que además, sale con un hombre de iguales condiciones y que es violento? La respuesta es fácil: Ninguno.  

-¿De qué estás hablando? 

     No reconocí mi voz. Sabía que era yo la que estaba hablando, pero me sentía tan lejos y distante; era como estar en el fondo de un gran barril y gritar desde allí dentro para que los de fuera me oyeran. A su vez, sabía que esa que gritaba desde el fondo del barril era la Peyton amable, bondadosa, frágil e indefensa, pero que en esta situación no tenía cabida alguna. Ahora había salido a la luz la Peyton que defendería con diente y uña a su hijo, sobretodo del imbécil que se hacía llamar su padre. No, no había lugar para los sentimientos ni las emociones.  
“Este idiota no va a quitarme a mi hijo.”  

-¡Tú! ¿De verdad creíste que podías aparecerte aquí de la nada a intimidarme y reclamar tu paternidad? ¡Tu solo eres un gusano repugnante que no tuvo las pelotas suficientes cuando hizo falta para hacerse cargo de sus actos! No me vengas ahora con tu cuento de que quieres ser un buen padre porque tú no tienes un hijo. Entiéndelo: Tu no eres nada para él, y jamás lo serás. Ese niño es mío y nada más. 

-Waw. Debo admitir que haz cambiado con los años querida, pero estás en un error. Se necesitan dos para crear un niño: tu eres una parte y yo soy la otra. Además, siempre existen las pruebas de ADN.  

-¡Al carajo con esas maldita prueba! ¡Tu negaste la existencia de ese niño desde un principio! Nos dejaste a mi madre y a mi como mentirosas y trepadoras diciendo que solo queríamos tu sucio y asqueroso dinero ¿Y ahora te apareces aquí a reclamar a mi hijo? ¡No! Eso es algo que no toleraré.  

-Ya veremos qué dicta el juez, pero por lo que veo tienes todas las de perder. Podrías aceptar un trato y entonces arreglaremos un régimen de visitas, pero solo tú y nadie más. Acéptalo Peyton Parcker, sabes que es un trato justo y más sabiendo que perderás la tenencia del niño cuando le demuestre al juez y al jurado que no eres apta para criar a un pequeño. Solo mírate, no haz entrado a ninguna universidad, tu madre trabaja del estado para mantenerte a ti y al niño mientras tú ¿Qué haces tú? Ah, sí, revolcarte con un hombre que está a un paso de convertirse en un convicto; créeme así empiezan. Primero son las carreras ilegales, luego las peleas, también los accidentes automovilísticos, luego se emborrachan como esta noche lo hizo y entonces, de la nada, comienza a golpear a pobres transeúntes, como yo.  

    Sonreí amargamente mientras apretaba como una mordaza el brazo de Carter para evitar que fuera y lo golpeara, su brazo vibraba de rabia bajo mi tacto, pero se contenía.  

-Parece que me estás describiendo tu propia biografía Jeison Hertz, porque hasta dónde sé, esa es tu lista de pasos hacia una correccional de por vida. Aunque, se te olvidó un paso: el de aprovecharte de una chica y luego utilizar el poder de tu familia y sus contactos para salir airoso de la situación. Y, ahora que lo pienso, podría aceptar realizar esa prueba de ADN y así al fin lograría demostrar a todos que yo si dije la verdad aquella noche. Todo el mundo sabría de lo que es capaz la familia Hertz con tal de tapar sus vergüenzas y así, todos los tuyos lo perderían todo.  

-No hablas en serio. 

-¡Oh, claro que lo hago! Y ya que estamos porque no le agregamos asesinato e intento de homicidio a la lista. Yo no soy abogada, claro, ese es el trabajo de tu hermano; por ahora, pero es fácil adivinar que te darían una condena de cadena perpetua y al tratarse del homicidio de dos policías digamos que no te instalarían en un pabellón de cinco estrellas e incluso puede ser que faciliten un “botín” en el cual misteriosamente tú pierdes la vida. 

-¡No sé de qué demonios me hablas Parcker! 

-¡Estoy hablando del accidente de hace cinco años! ¡Ese que tú mismo provocaste al sabotear el auto de Carter y Adam! El oficial que falleció en el acto era mi padre y su compañero se llamaba Charly.  

    La comprensión se vio reflejada en sus magullados ojos y por un fugaz, pero preciado segundo, pude ver el miedo instalarse en ellos. Aunque, rápidamente recupero su compostura y comenzó a reír como un maníaco.  

-¿Entonces de eso se trata todo esto? Carter Collins aún no admite su derrota en aquella carrera.  

-No seas imbécil Fast. 

-Muy bien. Hagamos un trato Peyton. O mejor dicho una apuesta. 

-¿Una apuesta? 

-Sí. Si ustedes ganan, entonces juro que desapareceré de sus vidas y ya no volverán a saber de mí, pero, si yo gano entonces me llevaré a nuestro hijo y aceptarás mis condiciones para verlo. 

-No me parece un trato justo. Si nosotros ganamos entonces tú te entregaras a la justicia por todos y cada uno de tus actos cometidos en la vida.  

    Él me sonrió amablemente, aunque ya no era una chiquilla y sabía que esa sonrisa era tan falsa como los pendientes de diamante que solía usar nuestra vecina para guardar las apariencias.  

-Muy bien, aceptaré esa condición, solo, si puedo decidir el reto. 

-No, ni hablar. Pey, recuerda con quién estás hablando, es un maníaco. No deberías hacer tratos con él. 

-Lo sé Carter, pero también lo veo como una oportunidad de que desaparezca de mi vida y de que pague por todo lo que hizo. 

    Carter suspiro y cerró los ojos sabiendo que no había manera de que cambiara de opinión. Cuando los abrió vi la determinación en ellos y supe que él entendía mi motivación. 

-Esta bien Fast, aceptamos. 

-Muy bien, nos vemos pronto. Luego te enviaré un mensaje con el lugar y la hora Collins – se detuvo un instante más en la puerta y me miró de reojo – también te veré a ti, Peyton Parcker. 

    Sentí un escalofrío fuerte al caer en la cuenta de que acabábamos de hacer un trato con él mismo diablo. 


 




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