A un Callejón de Distancia.

Capitulo 39

    Aproveché la distracción de Jeison para acomodarme mejor en el asiento, más cerca suyo, pero no quería que lo notara para no despertar sospechas. Tantee mi bolsillo izquierdo que quedaba de su lado y verifique por décima vez que la grabadora estuviera allí. La había comprado el día siguiente a nuestro encuentro previendo una situación así; aunque la verdad es que él me la había facilitado bastante. Me sujete fuertemente de la manivela de la puerta mientras maldecía cuando Jeison viro velozmente y sin prudencia alguna en una curva cerrada. 

-¿Qué pasa cariño? ¿Acaso tienes miedo?  

-¡Por supuesto maldito maníaco! 

-Apuesto a qué no estarías de ese humor si viajaras con tu amorcito.  

-Pues apuestas bien. - Está era mi oportunidad para que comenzará a hablar – Ah, es cierto. Creo que eres malo en ese campo. 

-¿De qué rayos estás hablando?  

     Preguntó molesto al tiempo que pisaba a fondo el acelerador tratando de perder a Carter que iba junto a nosotros.  

-Hablo de la carrera que tuviste con Adam y Carter.  

-Oh. ¿Así que te hablo de eso? 

-Si. Me platico de tu cobardía.  

-No entiendo a qué te refieres. 

    “Si, cómo no.” Rodé los ojos y me arme de paciencia para no abofetearlo allí mismo. 

-Claro, es entendible si tenemos en cuenta que cometiste más de una esa noche. – Él desvío la mirada unos segundos en mi dirección y se rio. Ya lo tenía. – Digo, no solo te confirmaste con alterar su coche, sino que te regocijaste cuando se accidentaron.  

-¿Sabes qué? Ya me cansé de tus rodeos. ¿Quieres que te cuente mi versión de las cosas esa noche? ¡Bien, lo haré!  Sí, yo fui quién cortó sus frenos y por supuesto que también les di un pequeño empujón a su auto cuando quisieron detenerse en la luz roja, pero no fue mi culpa que un patrullero se haya atravesado. Digamos que para ellos fue el lugar y momento equivocado.  

    Apreté mis puños y me aguante las ganas de llorar que me surgieron en ese momento; aún no debía saber que el policía era mi padre. 

-Entonces ¿Me estás diciendo que si viste el choque?  

-¡Por supuesto! Y no solo lo vi, también lo disfrute. Ver a los famosos hermanos Collins atrapados entre los fierros, a tu noviecito pidiendo ayuda incluso me pidió que ayudará a los policías. ¿Puedes creerlo? 

-¿De él? Por supuesto, no me sorprende.  

-¿Dices que soy un monstruo? 

    Estaba por responder, pero el suspiro e hizo un juego de cambios y aceleró dejando a Carter atrás. 

-Mira, si es por lo que pasó hace 4 años debes ver el lado bueno de eso; ahora tenemos un hijo. 

    No esperaba que sacara a luz ese tema, pero debía aprovechar la situación: cuántos más delitos admitiera, mejor. 

-¿Quieres decir que debo pasar por alto el hecho de que hayas abusado de mi cuando solo tenía 14 años, porque hay un fruto de ese incidente? Tienes una extraña manera de demostrar tu arrepentimiento por los diferentes tipos de delitos que haz cometido.  

-Hablas como si fuera todo un mafioso. 

-Podrías serlo. Es decir, si hacemos una lista, podríamos enumerar los delitos que te faltan cometer y terminaríamos más rápido. Ya admitiste aprovecharte de una menor, alteraste un auto, viste un accidente y huiste a pesar de ver que habían heridos. Por tu negligencia fallecieron dos policías y sus familias quedaron destrozadas por tu culpa y el hermano de Carter aún está en coma.  

-Olvidaste agregar que suelo fumar crack y beber hasta desmayarme.  Ahora ¿Cómo sabes lo de los policías y si familia? 

    Ahora, que ya tenía grabada su confesión por todos sus delitos cometidos, podía decirle lo muy hijo de puta que era.  

-Lose, porque el policía que iba al volante era mi padre maldito desgraciado.  

-¿¡De qué demonios estás hablando!? 

-Del hecho de que acabas de confesar cada delito que cometiste y creo que ni tu hermano abogado podría salvarte de esto. Y, sí, ese policía era mi padre.  

-¿De verdad crees que voy a pudrirme en la cárcel? No tienes pruebas de lo que estás diciendo. – Mire hacia otro lado evitando sus ojos, pero él sospecho de mi actitud. – Aguarda un momento ¿Por eso me haz hecho todas esas preguntas? Tú querías escucharme decir que había hecho todo eso ¿Verdad?  

    Sus ojos iban de la carretera a mí sin decidir cuál de los dos era merecedor de su atención completa.  

-¡Diablos! ¡Lo grabaste! 

-¿Qué? Por supuesto que no.  

    Él comenzó a tantear a ciegas en busca de algo en los recovecos del auto, pero al no encontrar nada se molestó y piso a fondo el acelerador. 

-¿¡Qué haces!? ¡Baja la velocidad! 

-¿Por qué ¿ Después de todo esto es una carrera, pero podría ser bueno y considerar bajarla si me das la grabación. 

-No sé de qué estás hablando. 

-¡Con un cuerno! ¡Claro que sí! 

    Jeison estiró su manos y me sujeto fuertemente así que comencé a forcejear con él. De repente un vehículo apareció frente a nosotros tocando el claxon desesperadamente y Jeison volvió sus dos manos al volante, pero ya era demasiado tarde. Intentó esquivar el vehículo, pero a tal velocidad perdió el control del auto y este derrapó y luego comenzó a dar vueltas como un carrusel. Pude sentir mi cabeza y el resto de mi cuerpo flotar, pero yo sabía que no era posible ya que me había colocado el cinturón de seguridad y él aún estaba allí, sujetándome contra mi asiento, pero ahora también me dificultaba el curso del oxígeno. Cuando el auto al fin dejó de rodar el techo quedó apoyado contra el pavimento y mis brazos colgaban inertes hacia abajo. Quería, no, necesitaba quitarme el cinturón. Sentía un gran dolor en el pecho, una sustancia caliente, pegajosa y con olor a metal estaba por todos lados, incluso en mi rostro. Mis ojos comenzaron a cerrarse, pero los abrí no queriendo dormir entonces. Mis oídos tenían un zumbido molesto y ensordecedor, con dificultad eleve mi mano y tantee uno y cuando mire mis dedos vi sangre en ellos. Incluso mis oídos sangraban. A lo lejos vi una sombra moviéndose rápidamente hacia nosotros y creo que estaba gritando mi nombre. Se agachó de mi lado y sus brazos me rodearon mientras desabrochaba mi cinturón; la verdad es que no alcanzaba a comprender mucho de lo que sucedía, pero si logré distinguir a Carter. Ahora yo estaba recostada sobre el pavimento y él se elevaba sobre mi, sus ojos estaban encendidos con miedo y pánico, se veía perdido sin saber que hacer. Poso sus manos sobre mi pecho, justo dónde dolía y empezó a presionar con fuerza mientras gritaba con desesperación, pero yo no lograba entender lo que decía; solo alcance a ver sus lágrimas saliendo apresuradamente de sus bellos y enigmáticos ojos.  

   “Esa mirada; yo conozco esos ojos.” Fue lo último que alcance a pensar con claridad antes de sucumbir al sueño. 



 




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