A una llamada a la distancia

Capítulo 18

Please stay where you are

Don’t come any closer

Don’t try to change my mind

I’m being cruel to be kind

I can’t love you in the dark.

Love in the Dark.

Leroy Sanchez.

Melinda

Cuando mamá y yo nos sentíamos perdidas papá por lo regular siempre nos dejaba solas en casa sin las llaves del coche o sin las llaves para poder salir de casa porque según el éramos un peligro para las personas que caminaban a nuestro alrededor mucho antes de que mis hermanas nacieran y todo fuera mucho más complicada. A las dos nos gustaba sentarnos frente a las puertas de la sala y observar el mar desde lejos, al menos eso era una solución cuando era pequeña después ambas comenzamos a gritarnos por todo y perder el control observar el mar a la distancia dejo de funcionarnos y comenzamos a tener citas, citas de madre e hija a cualquier cafetería y después a una librería a comprar libros o simplemente a distraer a nuestras menes. Funcionada. Funciona a ahora mismo y me gusta la paz y el olor a café, aunque no sea por la mañana.

Cuando mis amigos me preguntas constantemente que es lo que quiero hacer por mi cabeza solo pasa una cosa: dejar de existir, nada le gana a ese pensamiento mío constante pero cuando Jared me pregunta “¿Qué es lo que quieres hacer?” dentro de mi cabeza llego el recuerdo de mi madre y yo caminando en silencio por los pasillos de las librerías en busca de uno o dos libros y los demás únicamente los veíamos y nos preguntábamos si sería bueno o no comprarlos pero al final siempre nos dejábamos llevar por la corazonada y comprábamos únicamente los que nos intrigaran después pasábamos a tomar una taza de café o té, no siempre tomábamos lo mismo, a veces nos regalábamos tulipanes lilas sin tener que ser una fecha especial únicamente para pasar el mal rato.

Ahora mismo me siento como esa niña pequeña que solía pensar que su madre había sido un monstruo por heredarle una enfermedad que constantemente le recuerda que no piensa y no siente como las personas normales que la rodean. Pero después pienso en esa adolescente que tuvo que convertirse en un abulto para poder ayudar a su madre y a sus hermanas a salir adelante, solo tres de cuatro estamos enfermas y eso ya es demasiado complicado cuando uno tiene que soportar fingir algo que no es para sobrevivir en el mundo real. Mi madre no pidió nacer con bipolaridad y yo menos, pero no somos quienes, para pedir favores al cielo, con las gemelas los doctores dijeron que podían estar limpias, pero no descartar el hecho de que antes de los treinta alguna de los dos lo padeciera, tres años y medio cuando Angie comenzó a ser maniaca, cuando comenzaron los episodios de depresión infantil y las terapias, no tuvimos que especializarnos ya éramos lo suficientemente conscientes de lo difícil que sería siendo solo mamá y yo. Me lamente demasiadas veces no poder ser una buena hermana para ellas, pero constantemente ellas eran las que me hacían recordar que a veces los hermanos mayores sumen papeles de padres por el bien de ellos, pero también pueden llegar a ser dolores de cabeza con los que difícilmente se pueden llegar a lidiar.

Observe a Jared sacar un libro de una de las estanterías y lo analice, no parece estar asustado y tampoco ser de esos hombres como mi padre que a la primera señal de monaquismo o de pensamientos suicidas coge todas sus cosas y se larga para formar otra familia con personas sanas que posiblemente jamás le ayuden a saber lo que es vivir o conocer los avances en la medicina.

—¿Te gusta? —le pregunte.

—¿Qué?

—El libro —le hice una seña con mi mano libre— ¿te gusta el libro? —volví a hacerle la misma pregunta.

Él a penas y me hizo caso. Ha estado demasiado distraído toda esta semana. A veces quiero pensar que por el trabajo y no por quererme tener dentro de una caja de cristal las veinticuatro horas del día.

—¿Has leído alguna novela de él? —me pregunto con él libro en la mano.

—¿De quién? —solo veo los colores de la portada. Cuando se acercó más pude observar mejor la portada y el nombre del autor—. Brandon Sanderson.

—¿Qué dices? ¿Lo has leído alguna vez?

Negué con la cabeza encogiendo de hombros.

—Leo las reseñas de sus libros y dicen que es muy bueno, pero jamás he tenido la oportunidad de leer nada de él, ¿te gusto?

—¿Crees en el amor a primera vista? —le lance una mirada de pocos amigos antes de que él me quitara mis dos libros de mi mano y los colocara con el de él—. Vale, no necesito que me respondas esa pregunta ahora, me ha gustado la sinopsis, aunque Noah dice que tú nunca las lees y cuando lo haces te emocionas demasiado si contiene vampiros y esas cosas, ¿es cierto?

Asentí ligeramente mientras nos acercábamos a la cafetería. Jared me hizo una seña para que tomara asiento en lo que él iría a pagar, me sentí mal por no pagarme mis libros yo misma, pero él es tan insistente que me vi en la obligación de dejarlo hacer, sé que está mal y no debería de aceptar esto, ni siquiera debía de haber levantado el teléfono después de llegar de la universidad. Ya que ahora mismo me encuentro en una de las caferías más bonitas de la cuidad, con dos libros nuevos que posiblemente no lea hasta dentro de mil años y en algo que parece una cita pero que en realidad no tengo idea de lo que sea.

Observe como la cajera le comenzaba a coquetear a Jared y él me buscada con la mirada hasta que por arte de magia nuestras miradas se cruzaron y le regale una sonrisa cálida, a penas y he tenido tiempo de sentarme a pensar en que pasara en lo que pasara cuando abril llegue y con él mi cumpleaños. La chica que le está coqueteando siguió su mirada y me quiso intimidar haciéndome saber que es mucho más bonita que yo por tener senos más grandes y una espectacular figura. Me ahorre sentirme mal por ser demasiado delgada y no tener senos como melones y más como limones.




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