A veces una historia

Solo rechaza la llamada

Nimed suspiró por tanto tiempo que se sorprendió de la cantidad de aire que albergaban sus pulmones. Estaba recostada sobre su mullida cama con los brazos extendidos y el celular entre los dedos. La pantalla estaba encendida reflejando la conversación textual que mantenía con Declan. Esperaba ansiosamente que le escribiera. Los minutos se le hacían tan eternos que no dejaba de entrar y salir del chat.

¿Qué demonios le pasaba? ¿Desde cuándo esperaba el mensaje de un chico? ¿Desde cuándo le daba miedo que le contestaran? Nimed se reincorporó en la cama y nerviosamente comenzó a mordisquearse la uña del pulgar. Ella no era así. No, desde que había sido una niña de catorce años.

Arrojó con desdén el teléfono a la cama y le dio la espalda. Intentó concentrarse en el movimiento de la ciudad a través de su gran ventana. Por las calles había un sinnúmero de coches que viajaban a velocidades de vértigo. De vez en cuando, un prudente conductor les gritaba que tuvieran cuidado. Otros menos pacíficos lanzaban bocinazos como si fueran balas en una guerra. Nimed no pudo evitar apartar la mirada disgustada y elevarla hacia el cielo.

La magnífica cúpula celeste que ella asociaba con la libertad. ¿Cuántas veces no había sido llevada por los fuertes brazos de Declan? Le bastaba solo entrecerrar sus ojos para sentir el viento acariciando su cabello y el sonido del aleteo de sus alas. Ella daría cualquier cosa por volver a él. Cualquier cosa.

"Cuidado" le alertó la voz de su cabeza. Su consciencia era demasiado rigurosa y jamás le dejaba equivocarse. Así había sobrevivido siete largos años. No tenía tiempo para dejarse llevar por su fragilidad humana. Caso contrario su maestro y amo, haría daño a Declan.

"Tienes que mantenerte alejada" Eso era lo que tenía que hacer. No había nada más sencillo. Lo único que tenía que hacer era tomar su teléfono. Escribir un mensaje y bloquearlo para siempre. Le diría:

— Declan, me equivoqué. No podemos ser amigos. Adiós.

Simple. Claro. Conciso. Envalentonada por esta nueva fuerza interna. Se arrojó a la cama y atrapó el celular. Solo tenía que poner su huella para desbloquearlo. Colocó su dedo pulgar con delicadeza sobre el sensor y el teléfono no le reconoció.

Maldijo en voz alta porque sabía que mientras más minutos pasaran sus dudas incrementarían y al final no lograría mandar el bendito mensaje. Le tomó tres intentos. ¡Tres! para que finalmente se desbloqueara.

Ingresó al chat y tecleó lo más rápido posible. Tan solo le faltaba pulsar enviar cuando el aparato comenzó a vibrar.

En toda la pantalla asomaba la foto de Declan. Ahí estaba con su cabello negro y sus deslumbrantes ojos azules. Tenía esa estúpida sonrisa y la abrazaba con cariño por los hombros.

"Solo rechaza la llamada y manda el mensaje" se repitió a sí misma. Nada muy complicado. Era capaz de hacerlo, ¿verdad?

Su dedo presionó la pantalla y lo arrastró lentamente. "Solo rechaza la llamada" resonaba su consciencia una y otra vez. La vibración terminó y la pantalla se puso en negro. Nimed retuvo el aliento.

—Hola preciosa — decía la voz de Declan. —¿Estás lista para otra aventura?

Al final, Nimed no era tan fuerte como creía. No quería soltar lo que sea que tuviera con el ángel. Era algo único que le hacía sentir viva.

—Siempre —respondió con firmeza y sonrió.

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