«Parte I: Intenso»

Sentimientos, sentimientos y más sentimientos es lo que percibía Arthur en un lugar donde los adolescentes estaban con las hormonas alborotadas así que se había acostumbrado con los años de experiencia. Amor, alegría, tristeza, y otros lo recorrían de pies a cabeza. 

Entró a la clase de Arte, ya había pasado por allí antes de que esos jóvenes nacieran ¡Qué pesado volver a repetir! Pero todo sería por mantener a su hermano a salvo, no le gustó el olor que traía esa vez. Una humana estaba llenando su alma. 

La artista entró con un folio en la manos. Y comenzó a hablar cosas de arte como era de esperarse. Un teléfono sonó interrumpiendo a todos los presentes de allí.

– Señorita Melisaa, haga el favor de apagar esa cosa. 

– Lo siento maestra, pero es urgente. 

– Tenga la amabilidad de contestar fuera del salón. 

“Tristeza” sintió la joven, él agudizó su oído y escuchó.

– Señorita Williams, hablamos de Sloan Hospital, su madre a sufrido un colapso nervioso, está en relación al tumor de su cerebro y parece que tendrán que realizarle una cirugía esta misma tarde. La llamábamos para saber sobre los papeles del seguro ¿Están en orden? 

– Amm, sí

– Sería tan amable de poder llevarlos a la oficina del jefe, es que se necesitan con urgencia.

– Claro. Ahí estaré.

Arthur que estaba escuchando todo el tiempo pudo notar como respiraba con dificultad y como ese sentimiento de impotencia la embargaba toda. 

Melissa entró, agarró su mochila y salió luego de pedirle permiso a la artista. 

Arthur necesitaba saber qué pasaría con aquella chica, salió tras ella siguiéndola.

– ¿Dónde vas?– le interrumpió el paso Aarón– Oh, te cansaste de estar aquí. 

– Sí, sí, Adiós.– Aarón arrugó la frente viendo a su hermano salir de prisa de allí y luego su mirada cayó en Estefanía, iba enojada y se notaba en el frunzo del entrecejo.

Caminó hacia ella y internamente se preguntaba ¿Por qué? Y cuando se arrepintió ya estaba a su costado caminando junto con ella. Una fuerza o su atrevimiento lo había llevado hacia la barbie.

– ¿Qué quieres?

– Molestar tu vida. 

– No hace falta que lo hagas, con tan solo saber que estás en Thompsman conmigo me molestas la vida. 

– Eso ni tu misma te lo crees, preciosa. 

– Ya– detuvo el paso a encararlo– ¿Qué quieres? 

– Sólo...

– No, no saldré contigo ni ahora ni mañana ni nunca ¿Entendido? 

“Ni quería invitarla a salir”

– Te has olvidado del trabajo de Gómez ¿Eh? 

– ¿Qué trabajo? 

– El que nos asignó juntos.

– No lo recuerdo. 

– Deberías estar atenta. 

– Eh, eh, eh, capullito. Estoy atenta y por eso te aseguro que no hay ningún trabajo.

– Sí, Barbie. Te lo aseguro. Así que en tu casa o en la mía. 

Ella lo pensó, no, no habían dejado ningún trabajo. 

– En ninguna, ya te lo dije. 

– Bien, lo haré yo solo y te dejaré afuera ¿Eso quieres? 

– Eh, eh, eh, capullito. Está bien, en la mía a las 5, ya conoces el camino y envíame la información en un texto– y se alejó. 

Aarón sonrió y luego al darse cuenta dejó de hacerlo. Uno, porque lo del trabajo era mentira y dos: sólo sabía el número de su casa.

Entró al aula 506 de historia, tenía que solucionar el problema número uno. 

Estefanía piso la empresa de su padre, había faltado a la última clase para poder traerle el almuerzo que su madre no había podido hacerlo. Las personas allí ya la conocían, sus rasgos eran idénticos pero más esculpidos que los de Marco, tenía la melena de su madre, y lo demás del otro lado. 

– Señorita, su padre está ocupado. 

– No para mí, Roxi. ¿Está en una conferencia? 

– No, pero...

– Entonces puede recibirme. 

– Él está con una empresaria viendo contratos, nos dejó la orden de no molestar. 

– Con más razón debo entrar, más adelante estaré a cargo Roxi y tengo que ver cómo funciona la empresa ¿No crees?

– Está bien, le avisaré. 

Estefanía asintió sonriendo, le agradará ver a su padre, desde que tenía seis años no había vuelto a entrar a su oficina y ahora lo iba a hacer. 

– ¿Qué ocurre? 

– No me contesta, se lo dije Estefanía él está muy ocupado

– Bien, deme las llaves de la puerta.

– Pero...