Abaddona

Capítulo 5: En búsqueda de la paz

Era como si hubiera estado a la mitad durante todo ese tiempo, como si su alma dividida en dos, por fin hubiera encontrado su par. Con él ahí se sentía completa, había encontrado a su alma gemela, su otra mitad. ¿Sería verdad lo que comentaban las antiguas leyendas?

— ¿Qué pretendías hacer? —pregunto él, mirándole directamente a los ojos.

—Morirme — susurro ella, sin desviar su mirada del borde del abismo y ansiando encontrarse al fondo en ese mismo momento.

— ¿Por qué? —Pregunto el de nuevo.

— ¿La verdad? —susurro ella

— Solo cuéntame por qué.

—No lo sé, lo ignoro —respondió mientras levantaba los hombros, aparentando indiferencia, como si le hubieran preguntado una trivialidad —Solo sé que no soy feliz, me siento como si estuviera encerrada en este cuerpo, como si este cuerpo no me perteneciera, es como si quisiera volar y algo me atara a él, siento que me asfixio nada más de respirar, quisiera desaparecer, no pensar, me siento vacía, como si tuviera un agujero en el lugar donde debería estar mi corazón, nada me atrae, nada me interesa, todo me da igual —Pronuncio mientras unos gruesos lagrimones surcaban su bello rostro.

El silencio los inundo nuevamente, el viento parecía cantar al rozar las hojas de los árboles, se escuchaba un ligero murmullo proveniente de las olas al romper contra las rocas.

—Sabes, yo siento lo mismo, pero por más que quisiera realizar lo que tú intentas hacer, no podría, sé que no es correcto —respondió él mirándola directamente a los ojos.

—No se trata de que sea correcto o incorrecto, se trata de dolor y de sufrimiento — Pronuncio ella muy quedo, mientras su mirada se perdía en el horizonte y se quedaba en silencio por un buen rato — Se trata de conseguir paz, y eso es lo único que anhelo, acabar con el dolor.

—Sé que el dolor te excede en este momento y que no puedes lidiar con él, pero también sé que se puede sobrevivir a él, soy un ejemplo de sobrevivir al dolor, de haberlo tenido todo y luego no tener nada. Piénsalo, debes encontrar la forma de reducir el dolor, será difícil, pero si te lo propones lo conseguirás ya lo verás.

—Pero la única verdad es que ya no quiero vivir, ¿es que nadie puede entender eso?, ¿es tan difícil de aceptar? Hay personas que simplemente no deseamos seguir en este mundo.

— ¿No sabes niña, que tu cuerpo, no te pertenece? —Replico el muchacho mirándola fijamente con esos ojos que ahora parecían azules, unos ojos que la derretían por completo.

Calló, mientras lo observaba, nunca nadie se lo había dicho de ese modo, y es que nunca antes había hablado con alguien sobre sus intentos de suicidio, guardo silencio mientras él continuaba.

—El dador de vida, te dio el cuerpo que hoy tienes, este cuerpo no te pertenece, por eso no puedes dañarlo, es como si recibieras el regalo más hermoso que alguien pudiera darte, no podrías romperlo a propósito ¿Verdad?, sin lastimar a la persona que te lo regalo ¿no es así?

—Es cierto —respondió ella— pero…

— ¡No! —Dijo el exaltado— no importa lo que sientas en este momento, eso pasara, llegara el momento en el que todo lo que sientas habrá quedado atrás, solo debes tener el valor que hoy tuviste para intentar lanzarte y en vez de destruir ese regalo, trata de que te sirva para algo útil.

—No se puede huir de la vida —continuo él— ella siempre regresa por ti, no puedes huir de lo que sientes, enfréntalo, hazte cargo, arregla lo que tengas que arreglar, pero no puedes destruir lo que es importante y tu vida es importante; por algo te la dieron, todos tenemos una finalidad en esta vida, y no podemos equivocar el camino; y bueno, si lo hacemos pues no queda otra que reconocer que nos equivocamos y empezar a modificarlo.

Ella lo miro nuevamente al tiempo de ver como su mirada adquiría un tono especial y la melancolía que emanaba de él se adhería a su alma tan profundamente que causaba desesperación en su interior.

Se enterneció y quiso consolarlo, levanto su mano y toco su rostro tratando de calmarlo, pero una descarga de energía la sacudió momentáneamente, presurosa, retiro su mano y lo miro a los ojos, los ojos de él ahora oscilaban entre el azul y el negro.

El joven asustado se echó para atrás, solo había una persona en el universo entero que podía provocar esa reacción en él, sacudió su cabeza sorprendida, había sentido la energía blanca emerger de su interior, un chispazo eléctrico pasando de él hacia ella y viceversa, intuitivamente supo que sus ojos estaban cambiando de color.

La sorpresa hizo presa de su interior en ese momento, no podía reaccionar, era como si todo en su interior se hubiera revuelto y ya no encontraba ni pies ni cabeza a la situación, trato de controlarse cuando vio que ella se estaba inquietando al verlo así, tomo su mano suavemente y sintió que llegaba la calma hasta el fondo de su corazón, era una sensación tan gratificante que lo inundaba por completo.

Pero toda esta situación lo sobrepasaba.

Su corazón aún latía con fuerza y un tic nervioso empezó en su barbilla, cerró los ojos momentáneamente para relajarse y evitar que sus ojos cambiaran de color al definitivo, pero en su mente un rostro casi olvidado apareció, una ansiedad repentina rompió con todo su autocontrol obtenido a través de mucho esfuerzo.




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