Abaddona

Capítulo 6: ¿Quién eres?

— ¿Podrías decirme que sucedió hace un momento? ¿Justo antes de que tomara tu mano? —pregunto el luego de un profundo silencio.

Ella se sorprendió, en realidad había pasado, esa energía saliendo de ellos y rodeándolos como un halo luminoso, ambos lo habían sentido, en un momento al verlo tan mal la tristeza había invadido su corazón nuevamente al grado que solo quería levantarse y correr hacia el acantilado sin detenerse, pero cuando había tomado su rostro todo se transformó nuevamente en paz.

Él sonrió al darse cuenta de lo sucedido, con una sonrisa tan grande y luminosa, que dejo ver una hilera de dientes blancos tan perfectos como perlas, todo se llenó de luz en ese momento, ella se asustó un poco y entonces el frunció los labios, y todo volvió a la calma.

Había algo extraño en él, algo que aún no lograba comprender, esa sensación extraña de conocerlo de antes sin haberlo visto jamás, era como una especie de dèjávu, unas extrañas imágenes inundaron su mente, pero no lograba entenderlas, sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos incoherentes.

Había algo más, podría jurarlo, el joven que estaba frente a ella era una persona sabia y extraña, igual que ella, al observarlo detenidamente fue como ver un alma vieja en un cuerpo joven, sonrió internamente, por fin había encontrado alguien como ella, ya no se sentiría sola, nunca más.

Era demasiado madura e inteligente para su edad, muchas veces su madre repetía que parecía una anciana en el cuerpo de una niña, a ella le faltaba la alegría y las ganas de vivir que tenían sus hermanas. ¿Pero cómo vivir si se sentía prisionera de un cuerpo que no era el suyo? ¿Cómo vivir, si lo único que deseaba era morir?

Cada día su madre le repetía la misma cantaleta de siempre, sal de la casa, habla con jóvenes de tu edad, deja esa computadora, ¿Qué estás buscando que no encuentras en los demás o que no pueda dártelo tu familia?, eres rara muy diferente a todos nosotros.

Pero como podía relacionarse con jóvenes de su edad, si ellos únicamente pensaban en fiestas y diversión, algo normal para cualquier muchacho, pero no para ella, ella quería más, era curiosa por naturaleza.

Sabía que había algo más afuera, algo que le intrigaba y la llamaba a buscar, pero nunca encontraba lo que su espíritu necesitaba y si a eso se sumaba su tristeza crónica, entonces sentía que era ciega, que el mundo era muy distinto a lo que veían normalmente sus ojos, pero también sabía que en algún momento de su existencia ella lo había visto, esos sueños recurrentes que tenía sobre guerras y muertes tenía que significar algo y sobre todo soñar con ese hombre que venía a buscarla al filo de la medianoche.

Debido a su falta de sueño y a su profundo mutismo sus padres siguiendo el consejo de una maestra, la llevaron ante un especialista en conducta infantil, pero este solo dijo que ella era muy madura para su edad, que era muy inteligente, que quizá un trauma había provocado ese desequilibrio, que eso era la causa de que no pudiera dormir, la causa de sus constantes pesadillas; pero que por lo demás estaba en perfectas condiciones, claro que ella jamás mencionó lo que sentía realmente, ya que de hacerlo, la habrían considerado una loca y en estos momentos no estaría allí tratando de suicidarse, estaría recluida en una casa de reposo o como comúnmente se dice en un manicomio, atada de pies y manos para que evitaran que se lastimara.

Cerró los ojos y respiro profundamente, tratando de calmar sus ideas, al hacerlo una gran sonrisa ilumino su rostro, tanta paz no la había sentido jamás y todo gracias a él, sonrió mientras volvía a contemplarlo.

— ¿Cómo te llamas? —le pregunto curiosa.

Él la miro con una expresión sombría y respondió —Abaddona.

Que nombre tan raro pensó ella, — ¿Tiene algún significado?, —él se mantuvo en silencio y no respondió.

— Ok, no te preocupes, lo googlearé más tarde.

— ¡No!, no lo hagas —dijo él sonriendo tímidamente —significa, Arrepentido.

— ¿Y por qué tus padres te pondrían ese nombre?

La verdad nunca tuve padres… no sé cómo es tenerlos— murmuro entre dientes, — El nombre lo escogí yo, tenía que llamarme de algún modo ¿No crees?

—Entonces, ¿cuál es tu nombre real?

Quedo callada, por unos momentos esperando su respuesta, mientras él miraba un ave volar.

— ¿Tú sabías lo perfecta que son las aves? —Le pregunto sin mirarla directamente y tratando de cambiar el giro de la conversación.

—Tengo una idea —dijo ella, sonriendo al darse cuenta cuál era su intención real.

Abaddona empezó a explicárselo de una manera muy amena y entretenida, mientras ella se quedaba extasiada, mirándolo mientras escuchaba la explicación del por qué volaban, de la aerodinámica de sus alas, del porqué se investigaba su vuelo para hacer aviones más veloces, sonrió dentro de sí nuevamente, quien diría que eran dos jóvenes hablando de temas que otros considerarían aburridos.

Se sentía tan cómoda hablando con él, preguntándole sobre cualquier tema, él siempre tenía la respuesta a todo, era simplemente maravilloso.

—Ya es tarde — dijo el apenado viendo el cielo oscurecerse y dándose cuenta de que tenía que marcharse antes de que enviaran a alguien a buscarlo.




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