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La calle se encontraba oscura a mitad de la noche. La luna estaba siendo cubierta por las nubes y un carro color negro recorría la autopista vacía de una manera veloz. Lo suficiente como para que los carros que lo rozaban hicieran sonar sus alarmas por el azote del viento.
—¡Acelera! —Gritaba uno de los chicos que se encontraban sentados en el asiento trasero mientras cargaba su arma.
—¡Es lo máximo que puede llegar esta cosa! —Gritó el conductor con su rostro empapado por el sudor.
Una chispa como un trueno apareció por los cielos, pero de una manera peculiar. La energía iba en horizontal y cruzaba por encima de los edificios. Se movía muy rápido.
—¡Allí está! —Gritó uno de los pasajeros y comenzó a disparar quebrando la ventana del auto.
La oscuridad hacía que el flash de las armas se percibiera con intensidad. Algunas luces de la calle estaban encendidas, pero al rayo pasar los bombillos explotaban. Los hombres seguían disparando. Tres hombres armados y un conductor.
El rayo aparecía y desaparecía en un parpadeo, a veces se ocultaba entre algunos edificios, en otras los atravesaba viendo como pasaba a través de las paredes como un fantasma.
—¿Le dieron? —preguntó el conductor inclinando su cabeza para ver el cielo.
—¡Tú maneja! —Respondió uno de los hombres en el asiento trasero mientras cargaba su arma de balas. Volvió su mirada al parabrisas—, ¡Cuidado!
Un auto rojo anticuado se había colocado en medio de la autopista. El conductor sabía que si intentaba frenar el golpe sería peor para todos, había perdido los frenos. Con el auto a toda velocidad impactaron contra el auto rojo y con la adrenalina en sus cuerpos hacía parecer que todo iba en cámara lenta.
El auto negro voló por los aires haciendo que el copiloto saliera por la ventana rodando contra el asfalto. Giraron en el auto por un tiempo prolongado. Su tercera vuelta había hecho que la puerta se desprendiera del coche y los dos pasajeros cayeran en el suelo, el conductor, por su cinturón de seguridad, continuaba en el coche hasta que el automóvil se detuvo bocarriba y unas llamas surgían en los tubos de combustible y el capot.
Unos tacones bajaron del cielo al asfalto. Al caminar se escuchaba su golpeteo lleno de gracia.
El conductor trataba de abrir sus ojos, los párpados le pesaban y las gotas de sangre se adentraba en su retina. Escuchó el tronar de unos huesos, similar al quebrar de un cuello y luego un cuerpo cayendo.
La mujer de piernas largas continuaba caminando con botas negras que se ajustaban a su piel hasta la altura de las rodillas. Tomó una pistola que había caído del auto, se encaminaba al coche y al pasar por uno de los hombres le disparó sin ver cómo su cuerpo se encontraba inerte.
—«I got myself a 40 —Cantaba la chica en voz baja—, I got myself a shorty, and I'm about to go get lifted»
Dio un segundo disparo al otro hombre que había caído del coche y se acercó al auto volcado. Sus tacones no paraban de sonar mientras tarareaba una canción, no estaba llena de malicia, más bien de placer. Su voz era suave y femenina, casi como el de una niña pequeña.
Se detuvo en seco frente al asiento del conductor.
La respiración del hombre se volvió pesada y sus ojos se abrieron como platos en un segundo al sentir una enorme cantidad de vileza. La sangre continuaba embarrando su rostro pálido por el miedo. Lo único que podía captar eran sus botas negras sin una mancha a su alrededor. Incluso al pisar los vidrios rotos parecía una majestuosidad.
La puerta se había desprendido y la chica no había movido ni un solo dedo. El hombre cubrió su rostro liberando un pequeño grito por la rudeza del sonido.
La chica se coloca de cuclillas pausadamente y finalmente él pudo ver cómo su cabello era diferente. Era azul y recogido en una coleta, dos pequeños mechones de cabello cubrían su rostro blanco y angelical. Sus ojos eran azules y enormes. Al verla, su expresión cambió. No parecía la asesina que todos habían descrito que era.
Además de las botas, llevaba una camisa de manga larga, parecía haberla cortado con una tijera una parte de la manga uniéndose a su dedo del medio. No traía pantalones, simulaba ser un traje baño de cuerpo completo color celeste, exceptuando por las mangas largas.
La chica lo veía con firmeza y al hablar su voz cambió totalmente. Era dura y despectiva.
—¿Dónde está Parker?