Aberrantes

Capítulo 5 - Tengo que ir a esa fiesta

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Jeff continuaba con su mirada fija en dirección a Cooper. Por cómo su pulso comenzaba a agitarse, Cooper reconoció que Jeff estaba enojado o preocupado, aunque lo último era muy difícil. Nunca había estado preocupado.

Jay alzó ambas cejas por el desconcierto. Una chica, de quizás la misma edad que Cooper e incluso más astuta, más que los tres juntos. No dejaba ningún rastro, ni siquiera una grabación o una huella dactilar, una saliva, nada. Nada en las escenas del crimen, sin embargo, Darrin, él era un poco más descuidado, solo un poco.

—¿Cómo que sabe nuestros nombres? —Preguntó Jeff y comenzó a caminar alrededor de la planta tratando de calmar su ansiedad.

—Yo… no lo sé —Cooper volvió a colocarse la bolsa de hielo en su cabeza—, simplemente sabía mi nombre, sabía que había sido entrenado por alguien… bueno. Lo insinuó como si realmente lo supiera y cada movimiento, parecía que sabía dónde yo iba a atacar. Era extraño.

Jeff, Jay y Cooper usaban nombres claves, en específico, nombre de países. Sí iban a cazar Aberrantes o cualquiera de las personas que violaran la ley ellos irían a cazarlos sin matarlos. Esa era la condición. Nunca matar.

—Es astuta —habló Jay aún sorprendido—, nunca nadie sabía lo de los nombres. Nadie.

—Y es por eso por lo que no debemos darle más información —dijo Jeff, parecía ser hacia sí mismo—. Ahora, dijiste que era de tecnología…

—Manipula todo lo referente a computación, luz eléctrica, rayos…

—Es decir que puede entrar a cualquier computador. Esté oculta o no —Jeff frenó en seco y vio las computadoras de plasma alrededor de la habitación. No había casi nada que no tuviera relación a la tecnología—. Manipula casi todo en estos días. Información confidencial, armas del gobierno, incluyendo satélites… esta chica es… es un arma.

Cooper veía a su alrededor de igual manera, tal vez esperando a que de los monitores emergiera esa figura de niña con la mirada de una asesina con las sangres en sus manos.

—¿Entonces qué haremos? —Preguntó Jay levantándose de su asiento, acercándose a su hermano.

—Iremos por esa chica.

—¿Y qué hay de Darrin? —Intervino Cooper—, recordemos que él también ha estado…

—Iremos por él luego. Estamos hablando de una chica enojada en busca de uno de los hombres más grandes por su cabeza.

—Yo trabajaré toda la noche, no hay problema —Jay se sentó en un cómodo asiento de cuero sintético negro con un teclado a unos lados y otras especies de botones a sus costados, rodeándolo en forma de c.

—¿Y yo? —preguntó Cooper apartándose la bolsa y colocándola a su lado.

—No tienes tu cinturón, es decir, nada de juguetes —Jeff caminaba acercándose a los peldaños de piedra—, estás herido y eso te hará lento. Solo come, descansa y duerme. En ese mismo orden.

—¿Y tú adónde vas? —Gritó Cooper con el motivo de ser escuchado por Jeff.

Jeff continuaba caminando sin detenerse subiendo cada peldaño.

—A vestirme. Tengo una fiesta esta noche.

Se escuchó el abrir de una puerta y el cerrar de esta.

Cooper negaba con la cabeza y volvió su mirada en Jay quién tecleaba con viveza sin necesidad de bajar la mirada, su mirada estaba fija en la pantalla. Muchas fotos entraban y salían del monitor. Vídeos se reproducían en una pantalla y fichas de información en otra. En cada pantalla se mostraba un objeto diferente.

Cooper se levantó de la camilla y escudriñó el lugar.

—Que no tengo juguetes, ¿Puedes creerlo? —habló él con gracia.

—Cooper, sé lo que estás pensando y no lo vas a hacer —Jay no apartaba la mirada.

—Es que… Mira todo este lugar —Cooper extendió ambas manos señalando toda la zona—. Todos estos son juguetes. Hay navajas con láser, hay… eso prácticamente es un tanque, eso ni siquiera sé que es, pero es afilado y sirve.

—Cooper, sabes lo que va a pasar si tocas alguna de esas cosas —Jay parecía divertirse con la situación—. Jeff se enojará y ninguno de los dos quiere eso. A no ser que tengas una mente suicida, si es así, eso explica por qué sigues aquí.

—Va a necesitar mi ayuda, sé que si —Cooper continuaba hablando y se encaminaba a la vitrina de armas como si no hubiera escuchado a Jay—. No puede ser que tú seas el mayor y te intimide ese niño.

—Si cuando vives con él mucho tiempo —Jay se levantó de su asiento—. Ahora yo tengo que ir a esa fiesta.


 

—¿Encontraste algo? —Preguntó Jeff sin volver la mirada.

Jeff y Jay se encontraban en un departamento de paredes blancas, al igual que el suelo de mármol. La habitación era iluminada por lámparas de araña, al igual que algunas luces navideñas rodeando las paredes y cuadros de gran valor.



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En el texto hay: poderes, peleas, aberrantes

Editado: 24.09.2018

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