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Blue Velvet posó ambas manos palpando la madera de la puerta. A través del pequeño hoyo que dividía ambas puertas podía ver numerosas siluetas y escuchar la voz de un hombre. Esa voz la reconocía. La reconocería en cualquier lado. Esa voz ronca de tanto haber gritado, de haber fumado, pero muy alta nada más para lograr distribuir pavor entre aquellos que lo rodeaban. Para su suerte, ella no le temía a nada. Una horrible maldición.
Empujó la puerta y logró abrirla lo suficiente como para que ella lograra entrar.
Gracias a la luz que entraba a la habitación, podían diferenciarse los cuerpos inertes en el suelo que Lissa había golpeado.
La habitación era enorme. Era más enorme que un estadio. En medio de la habitación se encontraba una máquina plateada de gran tamaño en forma circular con una especie de punta en el centro, similar a una antena. Numerosos cables cubrían el arma y el único ser que se encontraba en una plataforma para lograr rodear la máquina, lograr ver a todos los espectadores, era él. El hombre que tanto ella había estado buscando. Parker.
El lugar estaba rodeado de personas, todos usando trajes oscuros, dándole la espalda a la única chica de color azul. Todos volvieron sus miradas en Parker mientras hablaba. Lissa no se había percatado de que la puerta se había cerrado a sus espaldas, incluso ella se encontraba impresionada por la enorme maquinaria que habían construido. Era más de lo que ella había esperado.
—Y con esto lograremos más que eso —exclamaba Parker señalando el artefacto hecho de metal. Lo que acaparaba la atención en Parker era el hecho de usar una máscara de pájaro que cubría su rostro. Lissa no sabía si era para ocultar su horrible rostro de mierda o porque él deseaba que nadie supiera su identidad, no, eso no importaba—, lograremos que la gente se vuelva rebelde. Haremos que la cordura pierda su nombre, que las leyes no sean el impedimento de lo que el humano quiere hacer, o el impedimento de los deseos.
Lissa se acercaba a él a cortas zancadas. No podía dejar de verlo, no creía que realmente lograrían construirlo antes de que ella lograra romperle el cuello. Era enorme. La antena estaba perfectamente colocada contra el tragaluz de cristal del techo. Las dos plantas de la casa estaban repletas de personas prestando toda su atención en el ser de máscara de ave.
—Con esto lograremos manipular la visión de las personas. Ellos no diferenciarán la realidad de una pesadilla, la adrenalina cubrirá todo su ser y con la policía ciega de sus pesadillas y temores las leyes se volverían una opción y no un deber —Todas las personas vitorearon y Parker continuó—. Los humanos han creado leyes para mantener una sociedad firme, pero únicamente firme a su juego, esas leyes que crearon para ellos lograr ganar. Ninguno hizo nada cuando estábamos comiendo en el barro. Robar ni siquiera es un delito, antes de nosotros, antes de la civilización, el robar sólo era un trabajo de cada día.
A medida que Lissa se iba acercando, más personas se quedaban atrás, y al ser la única persona diferente al resto, sin decir que tenía sangre cubriendo su uniforme, todos prestaban sus miradas en esa chica. Sólo las personas que lograban verla delante de ellos. Lissa podía escuchar los murmullos a su alrededor.
“Es ella. Ella asesinó a todos los hombres que intentaron crear la máquina. ¿Qué hace ella aquí? ¿Ella es Blue Velvet?”
Ella mantenía su atención en el hombre con máscara de pájaro. Gracias a él ella era de esa manera, gracias a él había dejado a sus amigos, a su familia. Su ira incrementaba con cada paso que daba. La tentación de tomar esa navaja que pendía en su pierna era enorme, sólo quería rajar su garganta e irse a casa, pero no lo valía. Quería que sufriera.
Esta vez las palabras que decía Parker se volvían sordas. Sólo escuchaba su propia respiración y su corazón latiendo con fuerza por la cólera interna. Los susurros aumentaban, esta vez escuchaba su nombre, el apodo que su «padre» le había colocado. Blue Velvet. Una vez que logró atravesar el bosque de cuerpos y estuvo en primera fila justo delante de la plataforma, todos lograron identificarla.
Las personas de los pisos superiores bajaban la mirada esta vez viéndola a ella, las personas que se encontraban de pie en los peldaños fruncía el ceño intercambiando miradas con el resto. ¿Qué hace aquí, o que hace viva? Estaban igual de desconcertados. No por el hecho de que se encontrara allí, sino porque nadie ha hecho nada al respecto, ni siquiera sacar un arma y dispararle en la cabeza. Eran más de 700 personas en una habitación contra una chica de 19 años con brazos pequeños y de estatura baja. Algo sencillo de asesinar.
—Y en ese entonces —continuó Parker—, es entonces cuando nosotros…
Parker se percató de que las miradas dejaban de recaer en él y apuntaban a otro espacio. Él realizó la misma acción y vio a sus pies. Vio a esa niña de pie observando con los labios formando una línea. Parker, en lugar de correr, de gritar, de siquiera mostrar un atisbo de miedo, sonrió.
—Pero si la señorita logró llegar a tiempo —habló él y tocó su máscara—, la famosa «Blue Velvet» …