Aberrantes

Capítulo 19 - Ayuda

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Blue Velvet recorría las calles en forma de rayo a través de los cables eléctricos. Al escuchar la explosión se desvió un momento de su camino y frenó en la azotea de un edificio. Ahora en su forma humana, se colocó de pie en el borde del techo observando como todos los edificios y calles estaban envueltos en una luz que se extinguió en unos segundos. Sin embargo, la explosión no fue en la alcaldía, ni en la comisaría.

Lissa abrió la boca de la impresión.

Era una empresa.

QueenCorp. Una empresa muy conocida en Pestrom.

—Blue Velvet —era Jeff a través del comunicador—, ¿Qué pasó?

—Cayó QueenCorp —habló Lissa frunciendo el ceño—, no fueron los otros lugares.

—De acuerdo —Lissa escuchaba el derrape de Jeff y el sonido de los motores a todo dar—, necesito que llegues allí y salves a tantos civiles como puedas ¿Entendido? Yo ya estaré allí en unos segundos.

—Estoy en eso.

Lissa saltó al abismo y antes de caer en el pavimento, su estructura cambió haciendo que volara por el cielo, esta vez sin aferrarse a los cables de electricidad. Tenía la misma velocidad de un rayo al igual que su forma. Una vez que estaba cerca del edificio, cayó con la agilidad de un gato sin poseer ningún rasguño y su forma humana volvía a reaparecer.

Lissa escudriñó las calles.

Cada edificio que no había sufrido daños estaba cubierto de cenizas y escombros. Los gritos fue lo que más acapara su atención, los llantos de bebés, las exclamaciones de personas heridas. Lissa voló sin necesidad de alterar su forma física. Simplemente volaba a unos centímetros del suelo.

Giraba su cabeza tratando de encontrar heridos, sin embargo, la mayoría de las personas estaban refugiadas dentro de tiendas u hogares. Se acercaba cada vez más y la neblina se hacía más potente cubriendo su mirada. Lissa entornó los ojos tratando de que los escombros no cayeran en su mirada.

Ella parpadeó repetidas veces y sus ojos se volvieron azules completamente. Iluminaban las calles como las luces de los autos. El celeste traspasaba las partículas de polvo.

—¡Ayuda! —Gritó una mujer.

Lissa volvió hasta llegar a su dirección. Continuó adelante, acercándose a la destrucción. Al cabo de unos segundos logró dar con los gritos. Era un grupo de personas reunidos en un callejón aferrándose a las paredes. Evitaban que los cimientos y vigas que caían golpearan contra ellos.

Sentía la mirada de todos ellos. Llenas de temor y recelo, pensando en si confiar en una Aberrante. Lissa había olvidado que estaba volando. Aterrizó con delicadeza y extendió su mano.

—Vengan conmigo —pidió Lissa—, yo los ayudaré.

Todos vacilaron. Una pequeña niña que se encontraba en medio de sus padres se acercó a ella y tomó su mano llena de seguridad y con una mirada implorando ayuda. Lissa asintió y le sonrió con ingenuidad. La madre de la niña la acompañó y luego el resto. Lissa caminó hasta dar contra el final del callejón, escudriñó la zona. Por ahora no iban a caer más cimientos.

—¡Vengan! —Exclamó Lissa y corrieron a una de las tiendas más cercanas.

Los hombres y mujeres que se encontraban adentro vieron a Lissa con igual desdén. Su manera de vestir, su cabello… no era propio de una persona normal.

Lissa abrió la puerta sin percatarse de sus miradas. Los refugiados entraron hasta el último y Lissa la cerró alejándose del establecimiento.

No le importaba que al principio le hubieran despreciado con la mirada solo por el hecho de ser diferente, se sentía bien que al final la confianza había aumentado.

—Blue Velvet —habló la voz de un hombre. La reconocería donde fuera.

Ella giró para ver a Jeff quien se acercaba a ella a paso moderado. Cubría sus ojos con sus manos con la intención de que ninguna partícula entra en su vista. La noche siempre iba a estar llena de penumbra, pero no había una noche tan fría y llena de terror como esta. Todos gritando y el fuego esparciéndose en el centro de la ciudad. Las estrellas se ocultaron por el temor y la luna continuaba observando desde el firmamento.

—Lebanon —murmuró Lissa, continuaba con la mirada iluminando el camino. Se percató que una mano de Lebanon sujetaba una linterna—, ¿Estás bien?

—Sí —respondió—, aún hay personas.

—Lo sé.

Ambos fueron interrumpidos por más clamores, más quejas. Ambos corrieron hasta acercarse al edificio. Mientras más se acercaban, más lograban escuchar como las vigas y alambres tronaban alarmándolos de que otra planta iba a caer.

—¡Ayuda! —Gritaron más personas en coro.

Esta vez eran un grupo más extenso y esparcido. Unos se encontraban en los callejones, otros en locales que estaban destrozados gracias a que las piedras habían caído en las ventanas. Detrás de los coches e incluso debajo.



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En el texto hay: poderes, peleas, aberrantes

Editado: 24.09.2018

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