Una gran sensación termina cuando el arribo de las cosas comienza a caer. Todo lo conocido se vuelve inferior y pierde su esencia con el simple hecho de verse reflejado en ellas. Sombras se acercaban y tapaban camino a un recorrido con un fin concreto, obstruyendo el paso de cualquier cosa. Un callejón lleno de escritos que día a día se soñaron y delirios sumergidos en charcos.
Tres veces tocaron la puerta preguntando por él.
Sentado encima de una mesa, acompañado de una vela con la iluminación más alta que ésta podía dar, exponía ideas a un papel sin concordancia alguna. Moría de ganas por saber lo que le llevaría tirarse y terminar lo que un día sospechó fácil. Una gran idea de ello fue intentarlo y, con un gran salto de fe, lo hizo.
Cayendo, sentía cómo las angustias e inseguridades eran atraídas a él, sin saber hasta dónde podría llegar. Observaba los diferentes viajes que se dedujo imposible. Deliraba cientos de futuros y escogía uno tras otro para saber lo que debe y no debe hacer.
En un abrir y cerrar de ojos, veía cómo el límite cada vez estaba más cerca y, sin miedo alguno, cayó a su fin. Sin levantarse, se preguntaba si tiene que ser así cuando él lo que más quería era hacer lo correcto. Se levantó decepcionado y caminó al lugar que odiaba y temía pasar.
Llegó a su destino lagrimando mientras observaba cómo la vela que estaba adentro de la casa hacía sombra a su yo. Se acercó a la ventana y perjuró que su vida había avanzado muy rápido.
Tocó la puerta tres veces preguntando por él.
Esperaba a que le contestaran; sin embargo, nadie lo hacía... Esperó unos minutos y la abrió con sensatez. En breves momentos entró y, sin más que decir, se retiró.
(2019)