Abismo y caída ("On" mv Bts)

Capítulo 6

Tomé una gran bocanada de aire y parecía que se ahogaba en el estómago suplicante de tanto miedo. Mis manos temblorosas me acongojaban más. Sentada, reclinaba como una muerta la cabeza mientras la sombra de mi padre me alcanzaba por detrás imponente.

—Un consejero redactará tu discurso de mañana. Lo leerás y terminaremos con esto —puso sus manos sobre la cintura—. Debí acabar con ellos antes de que todo esto suceda pero aún estoy a tiempo.

—Son hombres inocentes —dije en voz baja.

—¿Inocentes? —Sus manos se agitaban—. ¡Son unos monstruos, unos criminales! Cometen desorden en el pueblo y la gente se llena de sus ideas estúpidas: que quieren libertad, que quieren justicia... Lo que realmente quieren es poder y acabar con la monarquía que es respetada por todos. Es un alivio que vaya a acabar con todos ellos o al menos con la mayoría… Ahora parece que incluso el pueblo quiere que los exterminemos.

—Ni siquiera has escuchado lo que ellos realmente buscan. Antes de que haya confrontación es mejor ser razonable, escuchar... —. Me incorporé y levanté la voz para intentar persuadirlo.

—¡Calla! —Su cara palideció—. Ya escuché a ese maldito cuando se apareció como un rufián en el palacio. No seguiré tolerando sus disturbios e insurrecciones, mañana será su fin y el fin de esos vándalos. Sí y debo eliminarlos porque entorpecen mi reinado. Si no lo hago también se entrometerán en el tuyo —su dedo índice me sermoneaba—. Esto ya está decidido y punto final. No quiero escuchar más sandeces.

Ni siquiera podía sostenerle la mirada. Me alejé a paso corto de él como si huyera de su voz, de su terrible voz.

—Yo no puedo con esto.

Entonces, se abalanzó contra mí. Sus manos eran garras que intentaban sujetarme y retenerme.

—¿Todavía seguirás defendiendo a ese maldito? Te mantuvo cautiva por tantos meses y te obligó a vivir como un animal... Estuve tan horrorizado cuando el duque te encontró en condiciones deplorables y ¡tú insistes en que mi decisión es injusta! —me sacudía con violencia, desequilibrando mis pies—. ¿Dime por qué? ¿Qué fue lo que te hizo ese hombre? ¿Dime por qué piensas de esa manera?

—¡Papá! —dije atemorizada.

—¿Por qué? ¡Responde! —Me soltó y se llevó las manos a la cabeza escandalizado— ¿Es verdad... lo que le dijiste al consejero Dunovan?

Estaba conmocionada, mis manos temblaban.

—Borus dijo que los había escuchado. ¡Responde! —Sus ojos inquisidores me atormentaban.

—Es verdad... —dije desafiante—. Yo decidí quedarme con ellos.

Su mano llena de tanta ira y odio para ellos se levantó contra mi rostro. Dejó impresa en mi mejilla una huella rojiza.

—¿¡Qué tipo de hija eres!? —gritó como endemoniado—. ¿Por qué cometer semejante barbaridad?, ¿acaso ya no te dueles de tu padre que ha luchado tanto por la gloria de Valtoria? ¡Imbécil!

—Papá —dije indignada— ellos no son criminales. Ellos quieren que dejes de enriquecerte a costa del sufrimiento y explotación del pueblo. Ellos quieren que seas un buen Rey.

—¡Calla ya o tendré que encerrarte con ese maldito!

Salí de la sala principal. En ella era donde se tomaban las decisiones más importantes y en la que se oían las reuniones más notables del reino.

—Mañana será el último día que lidie con esto... ¡Si haces algo indebido no tendrás la corona, se la daré a tu hermana! ¿Me oíste?

No me detuve.

—¡Responde cuando te hablo! —gritó el hombre barbudo.

Regresé a ver al Rey Vorgath que emergía del fondo del pasillo. Con irritación colérica repasaba sus líneas rechonchas y su piel delicada envuelta en telas de lino, hilos de oro y piedras brillantes.

—¿Papá? —vacilé en pronunciarlo.

Se acercó con serenidad. Sujetó violentamente uno de mis brazos, halando de él.

—Es una advertencia y solo tendrás una —sus palabras fueron como un trueno devastador, luego continuó—, el sastre debe estar esperándonos. Borus quiere que nos apresuremos—. Se encaminó hacia la sala principal.

—Yo no tengo prisa en adelantar la boda —respondí alterada.

—¡Entra ya! —ordenó.

Mi vestido volvía a rozar el tapizado rojo de aquella pieza enorme. En aquel lugar había una cierta solemnidad impregnada en los cuadros, dorados en los bordes y delicados en contrastes; en los jarrones, pincelados por artistas de las grandes escuelas europeas; y en las cortinas que, lucían arabescos antiguos y bien conservados.

—Buenos días, su alteza.

El sastre era un joven alto, de buena presencia y labios carnosos. Mi padre desapareció al instante, dirigiendo una sonrisa fingida al invitado.

—Su alteza, le tomaré las medidas. Si desea algún diseño en especial no dude en hacérmelo saber —dijo el sastre con una reverencia.

Mis ojos se entristecieron. El paisaje que se escondía en las grandes ventanas lo percibía abultado y brillante. Tenía una molestia en los ojos.

—Aún no me ha dicho su nombre —dije desviando mi mirada de la del joven.

—¡Oh! Una disculpa. Soy el nuevo sastre real en vez de mi padre. Mi padre murió hace poco. Soy Jimin.

—Ya veo. Me dijeron que su familia tiene buenas habilidades en la costura. Es un privilegio tenerlo —dije abanicando mi rostro.

—¿Se siente bien su alteza?

—Estoy bien.

Tomó medidas de la muñeca, de los brazos, de los hombros, de la cintura... Mientras el joven acomodaba la cinta en mi cuerpo recuerdos melancólicos surcaban mi mente. Su labor le tomó algunas horas porque debía ser el "vestido perfecto".

—Pronto será su boda su alteza, mis más sinceras felicitaciones. Desde ahora solo debe sonreír —dijo el sastre antes de despedirse.

Acomodó su camisa arremangada y su chaleco blanco, y guardó las herramientas de su profesión en una maleta negra de cuero.

—Espero que de verdad pueda ser muy feliz —remarcó antes de salir.

Suspiré traspasada por un dolor tortuoso.

—¿Podré ser feliz?

Nunca habían sentido lástima por mí pero creo que él la sintió.



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En el texto hay: amor, bts, jungkook

Editado: 11.04.2025

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