La parte de mi cuerpo donde me sujetaban sus manos me quemaba, quería retirarlo y irme por mi cuenta, pero mi cuerpo estaba paralizado.
Era la primera vez desde que me había abandonado en la iglesia que volvía a mirarme a los ojos, sus ojos con tonos marrones pero no tan profundo, con una mezcla de color avellana y la luz que salía de sus ojos definitivamente no era la misma.
Como había pasado de tener una vida tan feliz a su lado, a pasar a ser totalmente distantes.
No lo entendía, definitivamente no lo comprendía, su cambio de actitud, no podía entender como tuvo una familia oculta, cuando su amor se sentía tan sincero.
Ya no podía seguir sintiendo mas por el, no lo merecía.
No me lo merecía yo.
Carraspeó su garganta y me levanto para que recuperara la compostura de mi cuerpo de pie nuevamente, intenté no demostrar mi expresión en mi rostro y lo único que hice fue tomar mi bolso y continuar caminando hacia la puerta.
Sin mirar atrás, llegue al elevador y entre, el... no me detuvo, no fue por mi como en las novelas románticas donde aún hay una esperanza cuando el chico se da la vuelta y te detiene de la mano, pero.... Él, no lo hizo.
Cuando las puertas del elevador se cerraron me dejé caer en él, mis lagrimas cayeron por mis mejillas aun que quise detenerlas fue... imposible.
—Soy...un completo fracaso—dije en voz alta.
—No lo eres—la voz de un hombre me saco de mis pensamiento, no me había dado cuenta en que momento las puertas de elevador habían sido abiertas y entrara alguien.
Trate de limpiar mi rostro con la chaqueta, pero él extendió su brazo hacia a mi con un pañuelo de tela fina y una textura totalmente suave al tacto, se veía tan costoso que ni siquiera me decidía a usarlo.
—Gracias—respondí mientras me levantaba y recobraba la compostura, alce mi vista hacia el para verlo a los ojos y casi me voy de espaldas nuevamente—Tu...—dije.
—¿Yo?...—cuestiono
—Quiero decir, tú eres el hombre de hace un rato, debes ser Nath, el hermano de Steven—conteste tratando de que olvidara que nuevamente me encontró llorando a mares como hace un rato.
—¿Tu eres Yanni?—respondió sorprendido, desconocía por completo como sabía de mi, pero no quise preguntar, posiblemente Steven o mi hermana Hayle le contó de mi, aunque seria muy extraño del porque lo haría.
—Soy, quiero decir si, soy yo—dije, las puertas del elevador al fin se abrieron—Un gusto Nath, espero sinceramente que la pases bien en Nueva Zelanda, no es muy turística, pero tiene lo suyo, y muchas gracias por el pañuelo te lo devolveré con Hayle, nos vemos—dije despidiéndome caminando hacia el otro lado de las puertas del elevador, pero me detuvo con su mano aferrándose a mi muñeca.
—No eres un fracaso Yanni, es válido sentir—sus palabras perforaron en mi corazón como una daga, un desconocido me estaba diciendo estas palabras, pero incluso habían hecho eco hasta lo más profundo de mi.
Me dio un revuelco el corazón y solo me limité a asentir con la cabeza, su mano fue soltándome poco a poco hasta dejarme libre y terminar por cerrarse las puertas del elevador poco a poco y solo alcanzar a ver cómo sus ojos me miraron con preocupación, los ojos de un desconocido.
Me quede perpleja por unos segundos y parpade nuevamente para volver a lo que estaba por hacer, me dirigí nuevamente a la puerta para salir.
¿Como...sabía lo de Esteban?¿Hayle le contó?.
Por unos instantes había olvidado que estaba tendiendo un mal día, solo un momento.
¿Sera que Nath conoce desde hace tiempo a Yanni?